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SÁBADO 20
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Orlando Cowley del Barrio
«El polo me dio más de lo que soñé»

Rica vida de atleta y como miembro del Ministerio del Interior, asume la honradez como valor vital para el ser humano.


Por: Tony Díaz Susavila
(antonio.diaz@inder.gob.cu)
viernes, 13 de febrero de 2015

Trayectoria...

Medallista de plata en los panamericanos de San Juan en 1970. Titular en los centroamericanos de República Dominicana en 1974 y Medellín en 1978. Tercero en la I Copa de la FINA en Estados Unidos.

En la actualidad...

Jubilado. Cuentapropista que prefiere la reunión con amigos frente al mar donde dio las primeras brazadas.


DE PERSONALIDAD sugestiva, Orlando Cowley tiene para escribir una atrayente biografía que bien podría partir de su labor como atacante del equipo Cuba de polo acuático, con el cual fulguró en la década del 70.

Hombre rana, paracaidista, tropas especiales y diplomático son algunos de los quehaceres que cumplió luego de formarse  en el deporte, especialmente el bien llamado de la bola mojada.

Poco después de que su ídolo y ejemplo Fidel asaltara el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, abrió los ojos el primero de agosto de 1953 en la capital.

De padres pobres, solo lamenta no haber sido más disciplinado.

¿Cómo llegas a polista?

Hice pruebas para hacerme nadador, pero me dijeron que era mayor para ello (tenía 11 años), aunque terminé por clasificarme para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, de República Dominicana, hasta con récord nacional. Pero ya pertenecía al equipo de polo. Había aprendido a nadar en la zona del náutico, de la mano de mi padre, hombre amante del mar.

¿A quién o quiénes les debes llegar a la preselección nacional?

A muchos, especialmente a “El Grafo”. Su nombre es Rolando Valdés. Él confió en mí. También somos varios los que le debemos nuestros triunfos al húngaro Kalory Lasky, quien reformuló el polo con nosotros.

No contábamos con el físico de los europeos, que entonces mandaban, y con su genialidad interpretó muy bien la idiosincrasia del cubano para imponer un sistema de juego basado en la velocidad y el contraataque rápido.

Te ejemplifico: cuando asistí a mi primera competencia en Europa pesaba 138 libras en 5.9 pies. Mi ventaja era la velocidad en el nado ante hombres de más de dos metros de estatura y 250 libras de peso. El polo era un deporte de contacto en que los hombres corpulentos se imponían. Eso lo cambió Lasky.

¿Qué detestas?

La injusticia. Tal vez porque la viví en carne propia. En cierta ocasión, necesitado de un trabajo, pues iba a tener a mi primer hijo, me mandaron a coser pelotas en la Industria Deportiva. Y no me molesté porque me denigrara, sino porque ¿cómo iba a entrenar?. La otra fue cuando me dejaron fuera de las Olimpiadas de Munich’72. Me convirtieron en el jugador 13. Pero todo eso lo superé sin rencor.

¿Qué incidió para ser el 13?

Pienso que tal vez fue la falta de disciplina. Modestia aparte era bueno en el agua, rápido, resistente, pero cosas de la edad, el enamoramiento y demás me llevaron a ausentarme del entrenamiento, por corto tiempo, pero fue un abandono y eso me costó caro. Después me hice militar.

¿Te aportó la vida de cuartel?

Llegué curtido por haber sido atleta, que aunque algunos no lo consideren así, es bien sacrificado. El entrenamiento de un deportista de alto rendimiento es fortísimo. Por eso asimilé bien la preparación.

Me hice hombre rana, paracaidista y serví en seguridad personal, pero sin dudas lo mío es el polo acuático. No obstante, considero que aportó mucho para ser más disciplinado. Fue un gran complemento para hacerme una buena persona.

¿Misiones?

En el plano deportivo en República Dominicana. Allí preparé a un equipo que tuvo participación en los centroamericanos de San Salvador. Después regresé a trabajar aquí y me retiré en el 2004 como campeón nacional en la categoría juvenil al frente del equipo de la capital. Abrimos ganándole 8-1 goles al defensor del título Camagüey. Eso fue en Holguín.

¿Equipo cubano ideal de todos los tiempos?

Porteros Oscar Periche y Oriel Domínguez. Defensa Nelson Domínguez, atacantes Carlos Sánchez (zurdo), Jorge Rizo (derecho) y como hombre poste Bárbaro Díaz, dirigidos por Karoly.

¿Época Dorada?

En esos años éramos bien respetados. Fuimos a la I Copa de la FINA (Federación Internacional de Deportes Acuáticos por sus siglas en inglés), en Los Ángeles, Estados Unidos, y quedamos terceros. No le pudimos ganar a la Unión Soviética, pero sí a los norteamericanos.

¿Cuánto va de entonces a hoy?

Después nos siguió una generación que ganaba y perdía con los mejores del mundo, pero los de hoy apenas compiten.

Los cubanos tienen potencialidades para ser mejores. Solo necesitan entrenar y competir al más alto nivel.

Como licenciado en Cultura Física te digo que los entrenadores han de estudiar y prepararse más. En estos tiempos, con los adelantos de la ciencia, hay que estar actualizado.

¿Hijos?

Dos, que no viven en Cuba. Ninguno siguió mi camino, aunque al mayor le gusta mucho el deporte. Siempre anda corriendo, nadando y organizando eventos deportivos, especialmente de triatlón.

¿Cuáles atletas admiras?

Al estadounidense Michael Jordan, un portento del baloncesto, el jamaicano Usain Bolt, de atletismo, y a los argentinos Diego Armando Maradona y Leo Messi, ases del fútbol. No cito a los de Cuba porque tengo muchos amigos y admiro a varios. No quiero herir a nadie.

Sigo todo tipo de deportes. Por estos días sufro con el béisbol nuestro. Hay muchos equipos. Somos un país pobre y estamos obligados a concentrar la calidad. Así también ahorramos. Tengo la certeza de que con ocho selecciones nos iría mejor.

¿Por qué te retiraste?

Vivo con una prótesis en la cadera derecha y debo operarme la izquierda. También he de verme las rodillas. Estoy dedicado a  la labor de pequeño empresario, rentando mi casa en Santa Fe. Soy un trabajador por cuenta propia.

¿Algo antes de concluir?

Reconocer a esos amigos que ya no están, como Horacio Muñoz, expolista que no llegó al equipo nacional, ya fallecido, pero que me empujó para lograr lo que era un sueño común.

Y de los también fallecidos a Raimundo, quien murió hace unos pocos días, pero que por más de 30 años fue el limpiador, cuidador y preparador de la piscina de la Ciudad Deportiva, donde muchos nos hicimos hombres y después entrenamos equipos.

¿Quimeras por consumar…?

No guardo medalla alguna de las que gané en mi vida deportiva. Tal vez no lo vea, pero me gustaría que un equipo de polo nuestro subiera al podio olímpico. Sería muy reconfortante para aquellos que hicieron del deporte su vida.

Aunque no cumpla un agosto más, donde esté, seré de los felices. Tenlo por seguro.

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