La Habana.- FUE EL embullo y no la suerte lo que permitió que una bella morena cubana de nombre Zuleydis Ortiz Puentes practicara la esgrima a partir de los 13 años en el área especial Antonio Maceo.
Santiaguera ciento por ciento, aunque admiradora del equipo Industriales en el béisbol, la actual metodóloga de la comisión nacional es justamente considerada como una de las mejores “mosqueteras” de la mayor de las Antillas.
Nacida en el distrito José Martí, amante del voleibol, deporte con el que soñó por su buen físico, fue rápidamente detectada por el profesor Víctor Salas, quien le enrumbó en el mundillo de los aceros.
Increíbles dotes le permitieron ascender con prontitud y ser llamada a la ESPA, desde donde avanzó a la instancia nacional en la capital.
Desde entonces y hasta su adiós al deporte activo tributó múltiples lauros espada en mano.
Subcampeona individual del orbe en Ciudad del Cabo’97 y por equipos en Lausana’98, sexta en los Juegos Olímpicos de Sydney’00, dorada en las copas del mundo de Bélgica’00 y La Habana’01...
Además sonrió en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias’06 y varias veces en torneos panamericanos.
Dicen los conocedores que verla competir era algo único por su esbelta figura y depurada técnica y estilo, así como por su inteligencia para conducir los asaltos.
Sin arma en mano, pero inmersa en nuevas responsabilidades JIT accedió a ella en medio de una agotadora jornada de trabajo de los últimos Grand Prix de espada (f) y Copa del Mundo Villa de La Habana de florete (m), en PABEXPO.
Imagino que sean muchas las añoranzas ahora.
Se ríe y dice: “Demasiadas. Lo mío no es estar sentada detrás de un buró con papeles y demás. Mi temperamento no es para eso. Yo necesito estar en movimiento y viendo esgrima”.
Sin embargo, deseaste ser una Morena del Caribe.
Esos eran otros tiempos, hace ya algunos años. Mis padres nunca quisieron la esgrima, decían que esto, que aquello, y en ese momento las morenas eran únicas, inigualables, ejemplo a seguir por cualquier cubana. Ahora te aseguro que la esgrima es mi vida.
Es decir, que si pudieras elegir...
Esgrimista, sin duda alguna. Es un deporte maravilloso al cual debo todo lo que soy en la actualidad. Tengo grandes y buenos recuerdos, como otros no tan buenos, además de amistades de verdad, esas que no fallan y están siempre ahí.
Viajemos en la máquina del tiempo al mundial de Ciudad del Cabo’97: oro y plata de dos cubanas, de tez negra por demás. ¿Cómo lo recuerdas?
Tenía 21 años y solo había asistido a algunas competencias internacionales de clase A, en la habitual gira que cubríamos en Europa, y llegué sin gran experiencia deportiva.
Comencé bien y poco a poco fui ganando, incluso estuve mejor que Miraida García, que tuvo problemas en su pool eliminatoria y accedió a la ronda de 64 con dificultades.
Yo me decía “A quien me pongan delante la despacho, lo mío es ganar y ganar”, pero al mismo tiempo no imaginaba lo que estaba sucediendo. Las cosas me iban bien, de maravillas, estaba rápida, precisa, explosiva, las piernas fuertes... En fin, todo me estaba funcionando.
¿El acceso a las medallas?
A la final de cuatro llegamos tres cubanas: Miraida, Taimí Chappé, quien competía por España, y yo. La otra era una húngara. Me tocó contra Taimí y le gané. Miraida enfrentó a la húngara e hizo lo mismo.
Es entonces que nos tocó discutir el oro, y la pizarra llegó a estar 13-9 a mi favor. No sé si me creí con la medalla encima, mi inexperiencia... El caso fue que el marcador se cerró 14 a 13, todavía con ventaja para mí, pero ella empató y ganó.
¿Cómo lo asumiste?
Terminé entre contenta y contrariada, y durante mucho tiempo no logré asimilar el significado de lo que hicimos, algo que sucedió de manera general con toda Cuba, y en eso fue fundamental el mejor entrenador que he tenido, Pedro Enríquez, quien me acompañó hasta el final de mi carrera.
Un año después, otro gran resultado.
Sí, en 1998 logramos plata por equipos en el Campeonato Mundial de Suiza, y luego continuamos cosechando éxitos en Grand Prix y Súper Copas... hasta que clasifiqué para los Juegos Olimpicos de Sydney.
Pudiera pensarse que después de tanto codearte con la élite ya no te impresionaría.
Sin embargo fue una experiencia única. No tengo palabras para decir, como un sueño logrado. Ahora entiendo por qué se afirma que unos Juegos Olímpicos son lo máximo, la gloria, y así es.
Pero las medallas te fueron esquivas.
Tenía 24 años, llegué en el número ocho del ranking mundial y conocía a todas las tiradoras del circuito y sabía cómo trabajar ante cada una. Estuve bien, pero eso no basta para ser medallista en una olimpiada. Tienes que estar perfecta, pues un mínimo detalle echa por tierra muchas horas de entrega y sacrificio.
Evoquemos un poco la competencia en el cuadro de ocho.
Allí enfrenté a una suiza de cuyo nombre no quiero acordarme jamás, porque estuve delante y me ganó. Yo veía mi medalla asegurada. Su alegría fue tan grande que dio el toque de la victoria y se tiró al piso llorando como diciendo: “No puede ser”. Yo también comencé a llorar y no paraba de hacerlo. Pedro Enríquez me dio ánimo, pues terminé en sexto lugar, y me explicó que mi error fue cambiar la táctica de combate.
Concluyes ese año entre las cinco primeras del escalafón mundial, pero comienza una etapa de falta de competencias de primer nivel y ello empieza a pasar factura.
Cierto. Hubo mucha inestabilidad en esos años y pese a muchos esfuerzos y demás no logro ir a Atenas ni a Beijing. En el preolímpico celebrado en México para los juegos del 2008 tenía que quedar entre las dos primeras y perdí en tiempo extra y finalmente terminé en bronce.
Fuiste la capitana de la preselección nacional.
Lo fui durante algunos años, ya al final de mi carrera, y siempre le di ánimo a mis compañeras pese a las adversidades, para que entrenaran y se esforzaran aunque no existían competencias y el armamento no era bueno. Ellas veían en Zuleydis un ejemplo.
¿Es igual en la actualidad?
Exacto. Hay limitaciones pero tenemos que crecernos. Subsisten carencias de armamento en el momento adecuado para aprender nuevos movimientos en los entrenamientos, así como para probarlos y perfeccionarlos en los controles internos. Tampoco tenemos las competencias necesarias, y debemos recordar que los atletas que combatieron con los grandes esgrimistas europeos de su época transitaron por los escalones requeridos y llegaron al primerísimo nivel porque acumularon el necesario volumen de asaltos de calidad. Esto es vital. Este es un deporte de campeones, de gente que han dado todo por la esgrima y por Cuba.
Volvamos a Pedro Enríquez. ¿Qué te dice su nombre?
Uno de los mejores entrenadores del mundo. Un sabio, un pedagogo. Una persona que vive y siente la esgrima como suya. Fue y es como un padre para mí.
¿Sueños por realizar?
Crear una familia, porque me encantan los niños.
¿Te gustaría ser entrenadora?
Mucho. Es otra de las cosas que más anhelo, para poder transmitir todos mis conocimientos a las nuevas generaciones. No son muchas las mujeres entrenadoras en el mundo y ese es otro sueño.
Si volvieras a nacer...
Nada de Morena del Caribe. Esgrimista una y otra vez. risks of abortion pill click link risks of abortion pill link link reasons married men cheat click love affairs with married men bystolic free trial coupon bystolic coupons for free bystolic discount coupon site daliresp patient assistance
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