La Habana.- SI HABÍA alguna duda sobre las posibilidades de Francia para reeditar su título mundial, Mbappé las despejó con un doblete ante Dinamarca.

Eso dio a Les Bleus su segunda victoria en la Copa Mundial de la Fifa de Catar 2022 y los colocó como virtuales líderes del grupo D, con la clasificación a octavos de final en el bolsillo una fecha antes del cierre de las hostilidades preliminares.

Deschamps hizo ajustes en la defensa para enfrentar a una Dinamarca que le había ganado dos veces. A pesar del dominio de la Dinamita Roja en los primeros compases del juego, cuando pasaron los nervios los campeones del mundo tomaron el control.

Si algo caracteriza a esta competición es la falta de pegada, pero de eso va sobrada Francia: Varane y Rabiot lo intentan, y Mbappé se manifiesta letal frente a la puerta.

La posición retrasada de Griezmann y la vocación de "perro de presa" de Ousmane Dembelé hicieron el coro a la dupla de Rabiot y Aurelien Tchouameni, ese chico que juega como si no tuviera apenas 22 años de edad. 

La sobriedad del medio madridista hace olvidar la ausencia del incombustible Ngoló Kanté, aunque suene hiperbólico. Se notó en el dominio absoluto de los Gallos, que hicieron parecer a los nórdicos como recién llegados a jugar descalzos en los Campos Elíseos. El empate de Christensen al 67' y el 2-1 favorable al conjunto francés no relata de forma correcta el abrumador dominio de los ganadores.

Los daneses están obligados a ganarle a Australia en la última fecha de la fase de grupos si quieren pasar a octavos, pues los Socceroos sorprendieron a Túnez, que hizo todo menos lo importante: el gol.

No bastó a los africanos la valentía y el ímpetu, pues pasaron de la intensidad al desespero con los minutos y el gol, casi de carambola, anotado por Mitchell Duke.

Los australianos a lo suyo: una presión asfixiante y contras de vértigo que le acercaron al 2-0, aunque no hubo más goles, ni siquiera porque las Águilas de Cartago dispararon 14 veces al arco. Tienen medio pie fuera de Catar.

El grupo C se volvió una montaña rusa en que todo es posible: que una Polonia sin brújula tome el mando; que Lewandowski marque en una copa mundial, y que incluso el Tata Martino siga siendo el director técnico de México después del alarde de temor ante Argentina.

Los saudíes le dieron un repaso de determinación y también de fútbol a los europeos, pero les faltó meter la pelota al fondo de la red. Szczesny se encargó de repeler los 16 disparos con dirección a puerta que realizaron los Hijos del Desierto, incluido el penal cobrado por Salem Al-Dawsari.

El árbitro no quiso ver que el portero de la Juventus dio pequeños pasos delante de la línea, aunque también el penal fue excesivamente riguroso.

El juez brasileño intentaba reclamar protagonismo y puede que perjudicara a los árabes desde el minuto 21, cuando una entrada de miedo de Matty Cash debió merecer tarjeta roja, cuando menos amarilla. Eso derivaría en la expulsión del defensor polaco del Aston Villa, que ya estaba amonestado.

Los Halcones Verdes ponían el fútbol y el ritmo ante unos europeos torpes y sin ideas, pero Zielinski necesita poco para resultar determinante y con poquísimo en la cancha metió el 1-0.

Si ya la jornada rompía a favor de los rojiblancos, de un error grosero de la defensa saudí llegó el gol de Lewandowski que acabó con su maldición en estas lides, y provocó lágrimas de alegría y desahogo en el delantero del Barça. 

Una victoria de 2-0 de los polacos, tan injusta como el fútbol mismo, los puso de líderes del grupo antes y luego del desastre de México ante Argentina.

El Tata Martino se cargó el fútbol mexicano luego de tantas copas mundiales clasificando a octavos de final. Mandó un equipo sin delanteros al césped, sin ambición y con la única encomienda de renunciar a la victoria.

El planteamiento no era rácano, era vergonzoso. Argentina llegaba acoplada a un respirador artificial luego de su derrota ante el "más débil" del apartado y el Tata le prestó el desfibrilador y le donó el corazón y los dos riñones para sacarlos del coma.

No se puede ser tan displicente y pusilánime ante un equipo que tiene a Di María y Messi. Eso debía saberlo el entrenador argentino que ahora guía a los mexicanos luego de dirigir al 10 en el Barcelona. 

El mismo Messi tomó una pelota fuera del área y remató a placer ajustado al palo para vencer al Memo Ochoa que no tuvo nada que hacer. 

La entrada de Raúl Jiménez y Carlos Antuna fue cosmética porque no jugaban a nada y no cambiaron el curso del desastre. Scaloni mostró más lucidez y corrigió el desperfecto de MacAllister y Guido Rodríguez, aunque dejó a un descolocado De Poul, que eso sí, ponía intensidad cuando no claridad.

El técnico de la Albiceleste terminó de exprimir a un Di María sobresaliente y luego le dio al Fideo el descanso que necesitaba. La entrada de Enzo Fernández, Julián Álvarez y Nahuel Molina oxigenó a unos argentinos que consiguieron el segundo gol con un disparo excepcional de Fernández. Un cubo de agua fría al 86'.

México pagó el alto precio de jugar a empatar, que casi siempre termina costando la derrota. Por lo pronto les toca vagar en el fondo del grupo en espera del milagro: otra derrota argentina y un partido de infarto ante la sorprendente Arabia Saudita.

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