La Habana.- LA MAÑANA era calurosa, como casi todas en esta isla del Caribe. El sol arremetía contra la pista de atletismo de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, pero no era pretexto para opacar la alegría de los niños.
Unos llegaron jabalina en mano, otros mostraban sus discos y alguno que otro “arrastraba” el pesado martillo. Incluso para los más pequeños era la pelota el implemento a lanzar.
Así fueron dividiéndose en grupos, seguían los consejos de sus “profes” y de las glorias del deporte cubano que les animaban. Todo formó parte del proyecto Golondrinas de Oro, una nueva propuesta con que se pretende fomentar la práctica del atletismo, en especial de los lanzamientos.
Convocados por la campeona olímpica de la jabalina de Moscú 1980, María Caridad Colón, se sumaron otros premiados bajo los cinco aros como el presidente de la Federación Cubana de Atletismo Alberto Juantorena, Ana Fidelia Quirós, Jorge Luis Aguilera y Joel Lamela.
Vimos lanzar a Ivón Leal, compartir con sus alumnas a Isel López, y celebrar la iniciativa a Mayra Vila, todas ellas premios internacionales en la jabalina y acompañadas también por uno de sus formadores: Miguel Bernal.
«Es muy bueno estar en momentos como estos y aportar para que los lanzamientos y sobre todo la jabalina vuelvan a tener los resultados de nuestra época», dijo Ivón, campeona de la Universiada Mundial Kobe 1985 y de los Juegos Panamericanos Indianápolis 1987.
Para Mayra es esta una forma ideal de enseñarle a los niños lo que es el atletismo. «Queremos hacer esto desde la base, con los que quizás ni sepan lo que es el atletismo y ojalá podamos rescatar aquella hegemonía que teníamos en los lanzamientos en épocas anteriores», asegura otra de las protagonistas de entonces.
«Es algo maravilloso crear desde proyectos como este, me siento reviviendo mis tiempos de atleta», confiesa por su parte Isel, actualmente entrenadora de categorías escolares en el municipio La Habana del Este.
Así se repiten una y otra vez los criterios entre todos los sumados. Para los niños es una fiesta, cada uno quiere mostrar el mejor lanzamiento y por supuesto también una foto junto a estos campeones que no vieron competir, pero conocen de sus hazañas.
Hubo también espacio para inculcar el amor por la naturaleza con la siembra de un cedro, que crecerá para ofrecer sombra a esta pista en la que hoy lanzan algunos de los que quizás en unos años suban a podios olímpicos y mundiales.
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