La Habana.- AUNQUE será el triunfo de Carlos Daniel Albornoz en el Memorial Carlos Torre el recuerdo más fresco del ajedrez cubano para despedir el 2018, no todo lo sucedido durante el año que concluye tuvo el mismo sabor, en especial las discretas actuaciones en la Olimpiada Mundial.

Lugares 61 de los hombres y 27 de las muchachas quedaron plasmados tras la cita olímpica celebrada en Batumi, Georgia, donde ellos asistieron, por primera vez en más de una década, sin los GM Leinier Domínguez, Lázaro Bruzón y Yuniesky Quesada, sus habituales líderes.

Luego de casi dos años de inactividad, Leinier decidió sin la aprobación de la Federación Cubana de Ajedrez representar a la de Estados Unidos, mientras que Bruzón y Quesada causaron baja del equipo nacional y también se asentaron en la nación norteña.

En medio de tales circunstancias fueron Yusnel Bacallao, Yuri González e Isán Ortiz los encargados de asumir las mayores responsabilidades, pero el menor rango e inestabilidad dieron al traste con una de las peores actuaciones de los últimos tiempos.

Hubo momentos de brillo en medio de un certamen que resulta siempre exigente, aún cuando el balance general no fue feliz. En ambos casos se quedó por debajo de los puestos de preclasificación, aunque ellas dieron un “bajón” menos estridente y para muchos especialistas la ubicación final está cercana a lo esperado.

Más allá de su desempeño en la Olimpiada, Yuri firmó una destacada actuación que le permitió sumar su primer cetro nacional, mientras que Lisandra Llaudy conquistaba la segunda de sus coronas domésticas, ambos jugando como anfitriones en La Habana y Holguín, respectivamente.

Yerisbel Miranda, quien debutó en el colectivo olímpico, fue la única cubana en el campeoanto mundial femenino, pero “chocó” contra la gerogiana Nana Dzagnidze y la misma primera ronda fue su límite.

El Memorial Capablanca celebrado en el capitalino hotel Habana Libre volvió a convocar un grupo Élite cerrado con varios hombres de fuerza y vio coronarse al estadounidense Samuel Shakland. En el Abierto fueron más de 180 los concursantes y en ese apartado también el cetro escapó de las manos cubanas con la consagración del peruano Cristian Cruz.

En sentido general, aumentó la celebración de torneos en provincias, varios de ellos con presencia internacional y apoyados por el esfuerzo de los territorios, responsables de la mayoría de los recursos.

Villa Clara no solo se mantuvo a la vanguardia con triunfos en los certámenes escolares y juveniles, sino que además fue una de las más activas organizadoras de lides, con el Guillermito García como principal referencia en el festejo de su edición 27.

El talento joven sigue dando muestras de mucha vitalidad con la certificación de numerosas normas internacionales y algunos títulos, en especial la muy reciente de GM conseguida por Albornoz al vencer en el ya mencionado Carlos Torre de México.

El camagüeyano, quien también fue campeón sub-18 de Centroamérica hace unos meses, transitó invicto por el clásico azteca y además de completar el máximo título que otorga la FIDE, adicionó más de 17 puntos Elo a su coeficiente y debe aparecer en el próximo ranking entre los 23 primeros del mundo en la categoría juvenil.

Con los dos primeros meses del 2019 debe llegar la celebración de los campeonatos nacionales y con ellos “arrancará” otra vez un calendario que ya tiene fijado para La Habana el clásico Capablanca, presumiblemente en mayo, aunque la fecha pudiera depender del evento continental clasificatorio para la Copa del Mundo de hombres.