Foto: Cortesía del Autor.

Yaguajay.- EL 28 de julio de 1968 el deporte trajo al Comandante en Jefe Fidel Castro al poblado de Venegas, en este municipio espirituano.

Nadie imaginaba que aquel domingo se convertiría en memorable para el territorio, pero la antesala de la final del campeonato de béisbol de segunda categoría, entre los equipos de Las Delicias y Dalia, pasó a la historia por la presencia del líder de la Revolución.

El conjunto de Perea se dirigía hacia la localidad de La Dalia, lugar donde se desarrollaría el encuentro, y entre chistes y otras conversaciones de sabor cubano el transporte que utilizaban fue rebasado por varios GAZ-69, popularmente conocidos como jeeps rusos.

La sorpresa fue mayúscula cuando la caravana se detuvo y se produjo un primer diálogo con Fidel, quien luego de conocer el punto de destino les solicitó que lo esperaran en el estadio para jugar con ellos.

Muchos dudaron que tal privilegio pudiera concretarse, pero cuando la carreta transportadora de los peloteros llegó al escenario pactado estos divulgaron la noticia y en poco tiempo La Dalia en peso estaba en lugar, que aún exhibe el modesto terrenito.

Minutos después arribaron los jeeps, con Fidel a bordo del segundo. «Quién es el pícher?», indagó entonces.

«Soy yo, Comandante», dijo un joven de mediana estatura, y la jocosa respuesta del sonriente jefe de la Revolución resultó muy elocuente:« ¡Ah!...si eres tú, prepárate, que te voy a batear cuatro jonrones».

Sin  poder  ocultar la  emoción de su rostro, Enrique Rodríguez Carrasco, más conocido por “Perico sin zapato”, solo atinó a decir «Eso hay que verlo».

No son pocos los que en Venegas y Perea recuerdan la visita como algo grandioso.

El monticulista de aquel inolvidable encuentro contó que comenzó a lanzar suave y Fidel insistía: «No, tira con lo que tú tengas».

Ernesto Morales fungió como árbitro, y según sus palabras en una ocasión le canto un strike y Fidel le dijo que estaba equivocado, y que era un ampaya del año 40.

Jaraneando con el Comandante le expresó que no podía fumar en el terreno, y este se quitó el tabaco de la boca y se lo entrega al médico, Comandante René Vallejo.

Los peloteros exhibían trajes hechos a medida de sus posibilidades. Unos jugaban en botas o tenis, pues carecían de spikes, y Fidel orienta a Arnaldo Milián Castro, primer secretario del Partido en Las Villas,  dotarlos de uniformes.

El encuentro pactado como parte de la final provincial no se realizó, porque toda la atención se concentró en el Comandante en Jefe, quien después se reunió con los pobladores en el círculo social.

Pocos días más tarde llegaron los trajes y la alegría se apoderó de todos, especialmente por saberlos resultado de la preocupación de Fidel, quien en una de sus comparecencias al plato partió un bate del que todavía se conserva un pedazo como trofeo.

En algunas de las fotos tomadas aquel 28 de julio de 1968 aparecen dos niños. Enrique Fernández tenía solo 11 años, pero todavía recuerda aquel encuentro.

«Estaba allí en espera de un encuentro de béisbol, y cuando el equipo visitante llegó a La Dalia, o como se le llama hoy, La Guanaja, que era donde se iba a desarrollar, los jugadores nos dijeron que habían visto a Fidel en el camino y que iba a estar allí» ha evocado Fernández.

«Por cierto, muchos niños nos acercamos y sus custodios nos regalaron caramelos. Cuando ya estaban junto a nosotros, preguntaron por el director de deportes del municipio, que como se sabe entonces se denominaba Venegas-Perea.

Resulta que era Tomás López, mi cuñado, al que preguntó acerca de cómo se desarrollaban las actividades deportivas. Recuerdo como si fuera ahora que el conversatorio duró unas dos horas y fue muy cordial, demostrando la sencillez y la grandeza de su personalidad.

Tanto los jugadores como los pobladores disfrutaron profundamente aquel partido, pues nunca pensaron que serían testigos del encuentro con el máximo líder de la Revolución. Después, en el Círculo Social, la maestra le tenía preparada una obra de teatro con los niños, mayormente alumnos de cuarto y quinto grado», asevera.

Y tú, ¿no participaste?

Sí, claro que sí. Fue un coro hablado que se relacionaba con la carta de despedida del Che. Cada uno decía un párrafo y después terminamos con el himno de América Latina. No se me olvida tampoco ese momento, pues Fidel nos saludó y nos felicitó con expresión muy sentida.

Habló mucho rato con los pobladores y preguntó por la escuela, que estaba en muy malas condiciones, y prometió una nueva, lo cual también se hizo realidad, y está hoy muy cerca de La Dalia, en Pueblo Nuevo.

¿Cómo resumirías esa jornada?

A nosotros nos parecieron minutos, se nos fue el tiempo muy rápido. Hoy los pobladores recuerdan con agrado aquella fecha, y cada 13 de agosto rinden homenaje al Comandante en ocasión de su cumpleaños, con juegos deportivos, actividades culturales, acciones de limpieza de la localidad y siembra de árboles.

¿Qué siente Enrique Fernández al verse en la foto junto a Fidel?

Siempre me ha honrado, incluso desde aquel mismo día, estar al lado de una figura tan grande y querida en el mundo, de una estirpe de caguairán, de vencedor y de cumplidor de todo lo prometido. La conservo con recelos en mi casa, bien cuidada, y se la enseño a todo el que me habla del tema.

Es como un tesoro que durará para la eternidad, sobre uno de los momentos más impactantes en mi vida.