Foto: Calixto N. Llanes

Buenos Aires.- SUPERAR la actuación de Nanjing 2014 significó un notable resultado para la delegación cubana asistente a los III Juegos Olímpicos de la Juventud, culminados con una pléyade de acontecimientos inéditos para las citas.

Las medallas de oro de la luchadora Milaimys Marín (73 kg), la discóbola Melany Matheus, el saltador de longitud Lester Lescay y el triplista Jordan Díaz guiaron la actuación del grupo de 19 atletas, quienes además aportaron dos bronces.

Marín hizo una hazaña desde que venció a la japonesa Yuka Kagami, mas después solucionó con amplia superioridad los combates ante las restantes rivales presentes en el pabellón Asia.

Lescay supo venir de abajo, luego de culminar segundo en la etapa 1 con 7,65 metros, por detrás del australiano Joshua Cowley (7,71). En la segunda fase saltó 7,89 metros para batir el récord del brasileño Caio Cezar Dos Santos, autor de 7,79 en Singapur 2010.

Como en las áreas de saltos y lanzamientos se sumaron los mejores registros de cada día, el cubano aventajó por un centímetro al oceánico, quien solo consiguió 7,82 en la fase conclusiva.

Díaz sobresalió igualmente, con legado de 17,14 metros y una segunda salida de 17,04, muy superiores a lo logrado por sus 15 rivales, entre quienes solo el nigeriano Ineh Oritsemeyiwa sobrepasó la barrera de los 16 metros, con estirón de 16,34.

Así, Jordan volvió a poner a Cuba en la historia de esta modalidad, después que Radamés Fabar ganara con 16,37 en la primera versión de la cita.

Los bronces de la judoca Nahomys Acosta (52 kg) y la martillista Alegna Osorio también resultaron gratos, entre otras actuaciones destacadas, aunque sin medallas.

Por ejemplo, los voleibolistas de playa Jorge Luis Alayo y Miguel Ángel Ayón accedieron a cuartos de final, tras derrotar  2-1 a los campeones mundiales sub-19 de Nanjing 2018, los rusos Dmitrii Veretiuk y Denis Shekunov. Al día siguiente no tuvieron una salida tan eficiente frente a los húngaros Bence Attila Streli y Artur Hajos, y cedieron por 0-2.

Los méritos de la mayoría de nuestros representantes se tallaron frente a rivales de más fogueo en certámenes internacionales.

Los remeros Marelis González y Alexei Carballosa, el judoca Kimy Bravo, el arquero Hazael Rodríguez y los triatletas Niuska Figueredo y Alejandro Rodríguez, pese a no subir al podio, dieron su máximo esfuerzo en las 12 fechas competitivas de un certamen que finalmente acogió a 3 mil 926 atletas (1963 de cada sexo) de 206 países, según fuentes del COI.

Esa entidad mundial y los organizadores coincidieron en no publicar en el sitio oficial el medallero por naciones, tomando en cuenta que los jóvenes llegaron a competir sin “championismo”, a confraternizar y compartir valores.

Por tanto, en las cifras finales Cuba debe mejorar escaños en esa tabla, si se compara con el 35 firmado hace cuatro años.

En la parte técnica hubo también aporte cubano, pues asistieron varios especialistas como Rafael Guerra y Eduardo Pérez Téllez, con responsabilidades en tiro y lucha, respectivamente.

El árbitro Alejandro Barrientos actuó en el boxeo y el entrenador Alison Milanés vino con una pareja de voleibol de playa de Costa Rica.

La versión porteña, ya sin medallero, quedará también en la memoria como la única con una ceremonia de apertura realizada en un espacio abierto, en este caso el icónico Obelisco.

También se recordará la ubicación de instalaciones principalmente en varios parques que sirvieron como excelentes escenarios para la iniciación deportiva, los juegos y variadas actividades para niños, jóvenes y adultos.

Esos espacios suplieron un poco la desilusión de miles de asistentes, toda vez que los organizadores entregaron 600 mil pases tipo manillas, una cifra que sobrepasó ampliamente las capacidades de los pabellones, canchas y estadios. Eso provocó interminables filas y personas impedidas de acceso.

Capítulos como el Foro Olimpismo en Acción, las sesiones del COI y el gran programa artístico, cultural y recreativo marcaron una sede por momentos convulsa debido a la tensa situación política, económica y social que vive la nación albileceste.