Buenos Aires.- PARA el deporte nació Milaimys de la Caridad Marín hace 17 años. De niña practicó otras disciplinas, pero un día llegó a la lucha en el capitalino barrio de Jesús María y se quedó prendada de los tackles y agarres, decidida a escalar pese a disyuntivas familiares.
En su primera competencia internacional, hace apenas unos meses, ganó el oro y se clasificó para los III Juegos Olímpicos de la Juventud.
Ya aquí se superó todavía más al agenciarse el título con una actuación fabulosa desde el inicio, cuando dominó a la japonesa Yuka Kagami, doble campeona mundial sub-18 en la división de 73 kg.
Tras esa jornada de celebraciones, al aportar la primera dorada para la delegación cubana, JIT la halló en la zona internacional de la villa de los atletas para un diálogo concertado desde sus primeras declaraciones en el pabellón Asia del Parque Olímpico de la Juventud.
¿Cómo te decidiste por la lucha?
Practiqué otros deportes como voleibol, atletismo y baloncesto. Estaba en sexto grado, en el área de Tallapiedra, cuando el profesor Yunior me convenció de que pasara a la lucha.
Mi prima Daniela estaba en ese deporte y la habían promovido a la Eide Mártires de Barbados. Yo también quería ir para esa escuela y cuando conocí de verdad el deporte me gustó.
Tuve que practicar a escondidas de mi mamá Yenei, pues ella pensaba que era solo para hombres. Estando en octavo grado me seleccionaron para la Eide y no le quedó otro remedio que aceptarlo.
No obstante… ¿Cómo tomó el asunto?
Bueno, después de enterarse siempre me apoyó, sobre todo cuando logré mi primera medalla en una Copa Pioneril, en Matanzas, al llegar en 2014 a los Juegos Escolares y al ganar oro en las tres ediciones siguientes. Con mis triunfos el apoyo ha sido cada vez mayor.
Imagino cómo estará en estos momentos al saber de mi resultado aquí.
¿Qué opinas de la actual selección nacional y sus perspectivas?
Como mi compañera Yetzis Ramírez, quien hizo un gran esfuerzo pese a su lesión en la rodilla, la mayoría somos jóvenes. Tenemos buen nivel para encarar empeños mayores, podrían haber venido aquí otras muchachas y alcanzar resultados iguales al mío.
Tenemos un gran colectivo técnico, encabezado por Filiberto Delgado. Acá vino como profesor Iván Fundora, un luchador de excelentes resultados en el pasado.
Es decir, por el talento y la tradición de esta disciplina en Cuba estamos listas para aportar mucho más.
La lucha femenina comenzó con judocas, ahora solo queda una, la experimentada Yakelín Stornell. Ellas iniciaron el camino cuando se abrieron las puertas. Con sus experiencias y la nueva generación esperamos llegar tan alto como los varones.
¿Cuánto te falta para ser mejor?
Más que nada seguir entrenando. Mejorar la técnica y la táctica. Aplicar los consejos de mis entrenadores y estudiar a las rivales.
Por ejemplo, en La Habana hicimos una preparación especial para enfrentar a la japonesa, porque sabíamos de su gran nivel. Aquí, antes de la competencia, pudimos verla en los entrenamientos. Solo así pude vencerla.
¿Cómo has asumido el título y la reacción de la delegación?
Estoy muy contenta por el apoyo de mis compañeros. Me hicieron un gran reconocimiento en la Villa después de ganar, algo muy bonito, de gran orgullo para mí.
Vamos bien en lo competitivo hasta ahora y esperamos otros resultados.
Háblame de tus experiencias aquí…
Ha sido algo inolvidable. Estas citas olímpicas son increíbles para conocer atletas y demás asistentes de muchos países.
La Villa ha sido muy atractiva, con sus actividades en la zona internacional, y lo mismo vivimos en las instalaciones competitivas. Desde el principio nos han tratado con mucho cariño los voluntarios y todos los trabajadores de cada lugar.
|