Por Rudens Tembrás Arcia, enviado especial
Barranquilla.- A VECES, la gloria deportiva depende de un disparo, de un plato, del viento, de los nervios. El éxito está cerca, casi se toca con la mano, pero debe apretarse un gatillo y certificarlo rompiendo el centro de la diana.
Entonces, aunque parezca más fácil acertar que fallar, suceden cosas que dañan a más no poder. Y las lágrimas brotan, mientras las palabras se atragantan y no salen.
Algo así les sucedió hoy a Eglys Cruz y Reinier Estopiñán, los representantes cubanos en el rifle aire mixto a 10 metros. En la última ronda, gozando de escasa ventaja, necesitaban una nota de calidad para encaramarse en el escalón más alto del podio. Sin embargo, un pellet caprichoso se dispersó y con él la oportunidad de reinar.
Los adelantos tecnológicos en esta disciplina no dejan lugar a dudas, ni ofrecen tiempo para albergar esperanzas. En fracciones de segundo la pizarra confirmó la debacle con la escasa diferencia de una décima (488.1 por 488). La "derrota" cayó como agua fría en invierno.
Les tocó entonces mirar hacia abajo, hacia los suyos, saludar a los ganadores como corresponde, recoger el armamento e ir al encuentro con la prensa que quería saber, escuchar.
En ese trance, Estopiñán siguió de largo con el ánimo por el piso; y Eglys aceptó decir ¡Duele!. De alguna manera fue suficiente, pues la vergüenza, el compromiso con la victoria y el pesar cuando se ha perdido constituyen un largo discurso.
Seguro que dentro de unas horas reevaluarán ese segundo peldaño, tan meritorio si se pierde ante los mexicanos Gabriela Martínez y Edson Ramírez, entre los mejores del continente en este momento.
El bronce fue para los guatemaltecos (422.9), quienes habían acabado segundos (825.5) en una preliminar que vio erigirse a México (830.0), en tanto los de la Isla fueron terceros con 820.2.
Pero el día estaba lejos de apartarnos de las tensiones y desconsuelos, pues al equipo de skeet le sucedió otra hecatombe similar.
Al término de la última ronda, llegando al límite de los 375 platos, Servando Puldón debía romper un volador en tres intentos.
No ocurrió y Puerto Rico se agenció la corona por una unidad (346-345). Juan Miguel Rodríguez, Guillermo Alfredo Torres y Puldón no cabían en su pesar. Las manos fueron a la cabeza, las miradas a la nada, la mente al dolor.
Tampoco hubo palabras a la prensa, pero el discurso de los gestos y los rostros dijo lo mismo, la única palabra de Eglys: ¡Duele!
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