Por Rudens Tembrás Arcia, enviado especial
Barranquilla.- EL SÁBADO fue un día especial para el patinaje de Colombia y de esta ciudad en particular. En Villa Santos, al norte, se realizó el primer evento oficial en el recién construido patinódromo Alex Cujavante, recinto que lleva el nombre de un vivo que aún compite y que su actuación devendría el plato fuerte de la noche.
La pista, demasiado "áspera" todavía, por el escaso uso, recibió en la mañana un baño de agua fría, pues los exponentes de la sede no pudieron liderar en los 300 metros contrarreloj. Guatemala y México se llevaron los premios ante el poco público asistente a eso de las 8:00 a. m.
Después supimos que no es una distancia de las más populares, y que los anfitriones, tras arrasar en el reciente certamen mundial, no están al "tope" de sus posibilidades.
En la tarde, para las finales de los 1000 metros sprint y de los 10 mil por puntos y eliminación, la instalación rugía de emoción y hasta en los edificios aledaños las personas disfrutaban del ambiente.
Cuatro medallas estaban en juego, pero la esencia era otra, el ídolo de casa, el campeón de mil batallas, con apenas 24 años de edad, iba a estrenar un patinódromo hecho a su medida y a su honor.
La fiesta, entonces, tenía que ser perfecta y así fue: los títulos cayeron en cascada para los cafeteros. Primero los de la velocidad, gracias a Yohana Viveros y Edwin Estrada, luego los del fondo, con Viveros de nuevo y el gran Cujavante. Las cosas ya estaban en el debido lugar.
Euforia, felicidad y cánticos de ¡Se lució! ¡Se lució! adornaron una noche en la que Cuba estaba presente, luchando, compitiendo, patinando.
En la mañana, la pequeña tropa antillana logró quintos lugares de Hayla Brunet y David Quintero, en los 300 metros contrarreloj. Se esperaba algo más con la muchacha, pero la inexperiencia le pasó factura.
En la noche, la espirituana volvió al ruedo en los mil metros y cerró quinta, un escalón más bajo que lo registrado por el "jefecito" Tony García entre los hombres.
«Salí en busca de una presea, sin importar los medallistas mundiales que tenía delante. Desde las primeras carreras fui adelante, sin esperar qué iban a hacer ellos. En la curva final pensé que alcanzaba al mexicano, pero no pudo ser y se escapó el bronce. Me satisface que no dejé de luchar», comentó García, líder nato del grupo y una suerte de entrenador sin nombramiento.
Más tarde, en las justas de fondo, Amanda García aguantó hasta que faltando 13 vueltas (de 50) para el final el trío de punteras dio un tirón que la dejó quinta y eliminada seis giros después.
Entonces vivimos la otra historia de Quintero, en medio de la "película" Cujavante... En las 30 primeras vueltas al óvalo nadie se atrevió a pararse al frente de la fila. Ese espacio era para el local y los puntos le cayeron como chubasco de mayo. Y justo restando 20 giros para el cierre, se cansó de andar acompañado y se fue a la gloria solo, hasta sacar tres vueltas y media a sus oponentes.
Los aplausos estuvieron con Cujavante, claro, pero la competencia quedó por el segundo y tercer lugares, entre el azteca Mike Páez, el venezolano Julio Mirena y Quintero.
El cuentavueltas llegó a cero tras el cruce de meta del ganador, de manera que el trío restante quedó a merced de los gritos de los entrenadores desde el perímetro, de los cálculos que cada uno pudo sacar, y de un toque de campana que no existió por la locura que se vivía en el escenario.
Tony García se trepó en la baranda y gritó ¡Ahora! ¡Ahora!, pero Quintero reaccionó milésimas tarde y en este deporte eso se traduce en metros. Pasó cuarto con una reserva física envidiable y con el desconsuelo de que la medalla estuvo a mano.
Entonces, mientras Cujavante relucía la bandera colombiana y el público lo vitoreaba a más no dar, nuestra tropa se abrazó dolida por no haber llegado al podio, pero satisfecha porque hubo entrega y opciones en casa de los reyes en eso de volar bajito sobre rectas y peraltes.
Este domingo será otro día...
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