Barranquilla.- EN LA circunvalar, una especie de autopista urbana, entre las avenidas 38 y 46, se ubica la Villa Centroamericana de los XXIII juegos deportivos regionales que comienzan aquí el venidero jueves 19 de julio.
Desde la carretera, a una velocidad de 100 kilómetros por hora, usted observa un conjunto de edificios color ladrillo que ceden en altura a otros a medio hacer, "adornados" por grúas y ese color cemento inconfundible desde la distancia.
Si no conoce el lugar, o viene conversando en el auto, pasará de largo sin advertir dos carteles pequeños que -ubicados paralelamente a la vía- advierten de la cercanía del complejo, cuya entrada no expresa ni por asomo la importancia del mismo.
«Quizás se deba a cuestiones de seguridad», advirtió jocoso nuestro chofer de turno, o «a lo mejor no la han terminado», volvió a chistar ya cerca del oficial de la policía que confirmó el fin de nuestro viaje a bordo del automotor amarillo.
De ahí en adelante, a unos 100 metros estaba la entrada de la Villa, en que un «hormiguero» de voluntarios, agentes y trabajadores atendían las más diversas demandas y controlaban el acceso.
«Buenos días, somos de la prensa cubana y venimos a la ceremonia de izaje de la bandera de nuestra delegación», fue frase más que suficiente para seguir caminando hasta el fondo de la extensa área, en que se enclava la llamada Plaza de las Banderas.
En el camino estaba el ajetreo de los que limpian, barren, pintan, construyen, cargan productos de todo tipo. Y también el andar pausado de los atletas siempre sonrientes y con una aliada infaltable en la mano: la botella de agua.
La primera impresión de la Villa tiene entonces muchos matices: se trata de un lugar inacabado, en construcción, a ratos polvoriento, donde faltan "miles" de detalles, caliente por el sol abrazador de estos días. Pero tambiés es el lugar más vivo y alegre del momento en esta urbe, la principal del departamento Atlántico.
Daniela Pusini, alcaldesa de la Villa, asegura que el complejo está operativo en un alto porciento, que las dificultades iniciales se van saldando y que brindarán una atención de lujo a sus inquilinos.
Su pose de mujer atareada no impide que dialogue con todos, se muestre afectiva y colaborativa, un espíritu irradiado a sus decenas de subordinados.
Las tensiones están a la orden del día, mientras los apartamentos se van llenando y las demandas crecen. Quizás un pasaje curioso demuestra la intensidad de cada día...
Anoche, bien tarde, en la Plaza de las Banderas no había todavía siquiera un asta. Esta mañana, pasadas las 10 Am, ya se habían erigido y pudo celebrarse la ceremonia inaugural con Cuba de protagonista.
Confluyen en la Villa representantes de más de treinta naciones, y con ellos sus idiomas y culturas, sus atuendos y banderas.
Reina la camaradería, la solidaridad y el respeto, en medio de una rivalidad que eriza la piel entre mexicanos, cubanos y locales, fundamentalmente.
La "batalla de símbolos" se da en balcones y ventanales, desde donde cuelgan las enseñas nacionales de cada país; en los uniformes que "se pasean" por las plazas y otras áreas; en los saludos tenues o efusivos de quienes en breve lucharán entre sí por la gloria centrocaribeña.
Una Villa "caliente" parece hacerle fe a unos Juegos que no lo serán menos.
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