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ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
ANTONIO LÓPEZ CARCELLER
El narrador al ritmo del pedaleo

Muchos de sus 45 años de labor los ha dedicado a animar, incluso enseñar, a los seguidores del ciclismo de oriente a occidente.


Por: Lisset Isabel Ricardo
(lisset.ricardo@inder.gob.cu)
martes, 13 de marzo de 2018 11:46 AM



Foto: Calixto N. Llanes

La Habana.- CUANDO adolescente quizás este santiaguero soñó ser como Sergio “Pipián” Martínez u otro de los grandes de la década del 60, pues ya a los 13 años abrazó el ciclismo en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) de Holguín.

En los cursos siguientes —1970 y 1971— participó en las ediciones ocho y nueve de los Juegos Escolares Nacionales con la delegación del antiguo territorio de Oriente.

Triunfó en 1972 en la ruta, clasificó a la décima versión y cuando se preparaba sufrió un accidente en la loma del Castillo del Morro de su tierra natal y requirió una operación por las graves lesiones en la tibia y el peroné, que a la postre troncharon su corta carrera.

Pero sigamos “tras la rueda” de Antonio López Carceller, “Tony” para todos, un hombre que ha vivido para el ciclismo cubano, que le identifica como su narrador, y quien gracias a mucha entrega ha logrado, entre otras satisfacciones, los títulos de Licenciado en Cultura Física y Máster en Actividad Física Comunitaria.

¿Cuando te accidentaste, creíste que todo se había derrumbado?

No, amaba este deporte, y enterado el comisionado nacional y padre del ciclismo revolucionario, Reinaldo Paseiro, me propuso pasar un curso de formación de comisarios nacionales en mi provincia. Aproveché la oportunidad, lo impartió Pedro Valdés, actual comisionado de La Habana, y con 15 primaveras empecé a trabajar en el arbitraje.

Recuerdos de la época...

De Holguín, a mi primer entrenador, el tunero Jesús Busto, y el mecánico Pedro Pérez, quien falleció este año. Como comisario nacional compartir tan joven con personas de experiencia y calidad profesional, entre ellos Dionisio Suárez, “Ñico”, de Camagüey; el entrenador del equipo nacional Jorge Ortiz, de La Habana, y su esposa Yolanda, una de las primeras ciclistas del país; Floro Hernández, de Cabaiguán, en Sancti Spíritus; y el holguinero Joel Meneses y su compañera, del municipio de San Germán.

¿Qué diferencias observas de aquel ciclismo a este?

Ciclistas de buena talla y constitución física, y los equipos más completos, tenían embaladores, ruteros y contrarrelojistas. Por suerte en esta época la tecnología no es igual, ha avanzado mucho. Antes era difícil hasta hacer los boletines diarios y ahora todo es digitalizado, y se pueden tomar los tiempos con más exactitud en las llegadas masivas a las metas. Todo se ha desarrollado para bien, las bicicletas, los entrenamientos...

¿Cuándo te decides a tomar el micrófono?

Comencé a alternar en esa labor con el técnico Pedro Luis González, quien me enseñó en el antiguo cinódromo del municipio capitalino de Playa, el combinado deportivo Eduardo Saborit. Lo hacíamos en todas las competencias, y para los XI Juegos Panamericanos de La Habana 1991, al inaugurarse el velódromo Reinaldo Paseiro, me seleccionaron anunciador oficial, lo que siempre he realizado en esa instalación en eventos nacionales e internacionales.

¿La misión cumplida en Venezuela?

Fue del 2007 al 2009 en el municipio Valera, estado Trujillo, y de paso participé en Vueltas a ese país y en el giro de la juventud en Táchira, con el equipo de ese estado. Al regreso a Cuba proseguí mi labor como árbitro, pero desde la década del 70 he participado en múltiples Vueltas a Cuba, nacidas en 1964, y en los cinco Clásicos Nacionales de Ruta desde el 2014.

¿Sueñas con el retorno del giro internacional a la isla?

Es imprescindible para recuperar aún más el ciclismo de ruta masculino. Cuba tuvo un gran equipo cuando se medía a escuadras de nivel como las de las extintas Unión Soviética, República Democrática Alemana y Checoslovaquia, así como Polonia y México, entre otros países. Había tradición. Espero que los nuevos talentos lleguen igual a poner el ciclismo cubano bien en alto como lo hacen las muchachas desde hace décadas.

¿Qué opinas de los Clásicos Nacionales?

Sirven de fogueo a la nueva generación y para que todas las provincias estén preparadas cuando retorne el giro mayor. Pienso que ha sido una gran idea mantenerlos y demuestran que toda la logística del Inder puede garantizar la Vuelta a Cuba. Solo tenemos que solucionar algunos detalles posibles de corregir. Impresionan los promedios de velocidad logrados en cada etapa de este V Clásico, y eso es buena señal en el aspecto competitivo.

¿Estás complacido por tu labor como narrador?

Siempre uno quiere ser mejor. Por eso recuerdo tanto a los que me ayudaron, a Pedro Luis, Aroldo García y René Navarro, ese extraordinario comentarista deportivo de cuya sabiduría y talento he intentado beber, aunque nunca imitarlo porque profesionales como él tienen estilo propio. Pero me esfuerzo para que cada vez que tenga el micrófono en la mano logre animar a la afición, informar qué está pasando en la competencia y a la vez explicar cada etapa, sus características, y sobre los líderes de cada clasificación antes que pase la caravana y durante las premiaciones.

¿Algún recuerdo especial en tus 45 años en el deporte?

El día que junto a Pedro Luis fuimos a ver a la querida Vilma Espín en la sede de la Federación de Mujeres Cubanas y nos dio todo su apoyo para la realización de las copas femeninas 8 de Marzo, creadas por mi compañero en 1987. En cada evento de ese tipo honramos su memoria, y siempre la llevamos en nuestros corazones.

¿Qué sientes en las Vueltas o los Clásicos?

Me tengo que contener, porque el entusiasmo del pueblo en cada partida, metas volantes o en la raya final de las etapas me hace vibrar. Es imposible no emocionarse al ver a tanta gente desde oriente a occidente esperando la caravana, aunque el paso de esta solo sea por unos segundos, en las carreteras, en los poblados más intrincados, en las ciudades, los niños salen de las escuelas, las familias de sus casas, los trabajadores en cada centro laboral por donde pasa el pelotón ¡Y qué decir en las metas finales! Es una fiesta, gane quien gane cada etapa, porque la vuelta o el clásico son acontecimientos populares.

Y cuando termina la competencia...

A Santiago de Cuba, donde apoyo el trabajo de la comisión provincial de esta disciplina. Me marcho con una gran nostalgia, queriendo que pase el tiempo y volver a incorporarme a este grupo magnífico de personas que amamos el ciclismo y no nos importan los riesgos, siempre queremos estar ahí. Todos confiamos en que muy pronto, y ojalá sea en el 2019, retorne nuestra Vuelta a Cuba, pues lo merecen los ciclistas y el pueblo, así como toda la familia de este deporte que puede dar aún más alegrías a su eterna afición.

 

 

 

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