La Habana.- CONSTATAR que existe reserva de cara al futuro fue quizás el mejor saldo del atletismo cubano en un 2017 en que sus mayores quedaron en deuda, sobre todo por la pobre cosecha acuñada en el Campeonato Mundial de Londres.
Una medalla de bronce tributada por la garrochista Yarisley Silva fue el único premio entonces de una delegación con 27 integrantes de la que se esperaba más, aunque siempre estuvo claro que la cita sería enfrentada con la mira puesta en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018.
Sin embargo, escalar el podio en el disco para mujeres, con Denia Caballero o Yaimé Pérez, era un pronóstico lógico y habría sellado mejor saldo en la justa acogida por el Estadio Olímpico londinense, donde contrastantemente creció el número de finalistas respecto al certamen anterior.
Nueve inclusiones entre los primeros ocho de sus respectivas pruebas aportó “color” al desempeño, con especial destaque para la juventud, con ejemplos como Yorgelis Rodríguez en el heptatlón, Cristian Nápoles y Andy Díaz en triple salto y Maikel Massó en el de longitud.
Ver a Yorgelis terminar cuarta con récord nacional de 6 594 puntos y sobresalir además en el salto de altura fue de las noticias agradables de la temporada, pues acrecentó la opción de también hacerla brillar en una especialidad carente de resultados para la Isla en los últimos años.
Como arista deficiente se repitió que no todos lograron o se acercaron a sus mejores marcas en la principal cita de la campaña, incluidos algunos que distaron bastante del entorno vaticinado.
Todo lo contrario sucedió en el otro evento mundial vivido en el 2017, pues los cadetes alzaron cinco oros, dos platas y un bronce con solo ocho concursantes, y firmaron varios récords en Nairobi, la capital keniana.
Lo más sobresaliente llegó con los 17,30 metros del triplista Jordan Díaz, convertido en protagonista de la mejor marca de todos los tiempos entre menores de 17 años y expresión de la cantera con que se cuenta.
Otro momento de esplendor entre los menores fue el panamericano para juveniles disputado en Perú, donde concursaron 10 cubanos, fueron siete los premios y brilló la cuatrocentista Roxana Gómez con los 51.46 segundos inscritos como nueva marca nacional de su categoría.
Ahora el reto es evitar un fenómeno más común de lo deseado: que no se “pierdan” en su paso a la categoría élite, llevarlos “de la mano” hacia los desempeños augurados a partir de lo mostrado en estas edades.
De manera general, datos aportados por el estadístico de la Federación Cubana Alfredo Sánchez precisan que la Isla enfrentó 45 competencias internacionales en las que conquistó 89 preseas, 51 de ellas de oro.
Denia con 12 y Yarisley con 11 fueron las de mayores comparecencias, seguidas de Massó y la ochocentista Rose Mary Almanza, con 10 cada uno, y Yaimé con ocho.
Para el 2018 todas las expectativas estarán centradas en Barranquilla, donde la labor de este deporte será fundamental en el propósito de mantener el primer lugar por países.
El mundial bajo techo de Birmingham (1-4 marzo), el de juveniles en Tampere (10-15 julio) y la Copa Continental de Ostrava (8-9 septiembre) serán otros capítulos importantes de un calendario que volverá a abrir sus puertas a la Liga del Diamante y los tradicionales mítines veraniegos.
En lo interno alienta saber que el Estadio Panamericano estrenará pistas de entrenamiento y competencia como parte de un proceso que ya le dotó de un moderno gimnasio de musculación en explotación desde agosto pasado.
Insistir en la superación de los entrenadores, el trabajo con el relevo y la necesidad de llegar en forma óptima al momento preciso son otras prioridades para una familia que recién celebró la instalación de una nueva superficie en el estadio Rafael Fortún de Camagüey.
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