LA CAZA en Cuba surgió mucho antes de su descubrimiento como práctica deportiva y cultural, pues nuestros aborígenes, junto con la pesca y la agricultura, la utilizaban como vía de sustento alimenticio para sus tribus.
Con el surgimiento de la República no se perdieron esas raíces. Se crearon en todo el país los clubes de caza que agrupaban a los amantes de esa tradición, interesados en darle continuidad y organización.
A principio de los años 60, con el surgimiento del INDER, se convocó una reunión representativa de estos clubes y fue creada la Unión Nacional de Cazadores de Cuba, que perduró por período de casi 20 años.
Ello fue fruto del desarrollo vertiginoso del deporte y de que estos cazadores no solo dedicaban su tiempo, recursos y habilidades a abatir especies de la cinegética cubana, sino también a la práctica del tiro deportivo.
El Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) solicitó al Ministerio de Justicia la creación de la Federación Cubana de Caza Deportiva (FCCD), lo cual fue aprobado mediante la Resolución 291 del 17 de enero de 1980, teniendo al INDER como su órgano de relación. La misma agrupa a más de 42 mil asociados de todo el país.
En virtud de lo anteriormente expuesto, en Cuba la caza está considerada como un deporte y no una vía de sustento. Se trata de un método sano de recreación.
A nuestros cazadores les interesa el cuidado de la flora, la fauna y el medio ambiente, debido a que su bienestar es la garantía de que sobreviva su deporte favorito, sintetizado en la práctica del tiro deportivo, del cual son cantera inagotable para los equipos nacionales.
Esta actividad exige intensas jornadas de senderismo, en las que priman el ejercicio físico y la sana recreación. Se regula por leyes y resoluciones emitidas por los organismos competentes del Estado, además de que la Federación cuenta con un código de ética para todos sus miembros.
Según el Doctor Vicente Beruvides, en Cuba actualmente los cazadores representan el tan necesario control biológico, debido a la falta de depredadores naturales, eliminados por razones ajenas a estos practicantes, y que son los que necesitan las especies cinegéticas para que sus poblaciones se mantengan en niveles sostenibles.
Pueden citarse muchos ejemplos de que, sin realizar un serio estudio previo, se ha limitado la caza de una determinada especie en un lugar determinado y allí la fauna existente se ha convertido en plaga, capaz de atacar despiadadamente los cultivos colindantes, al incrementarse sus poblaciones y por consiguiente necesitar más territorio o espacio vital.
La gran mayoría de los cazadores cubanos, para no ser absolutos, no son depredadores. Son deportistas que aman la naturaleza y su entorno, y se vanaglorian más de las capturas difíciles que de las cantidades.
Si bien es cierto que disfrutan un buen manjar devenido del resultado de la caza, mas disfrutan la agotadora jornada, en la que solamente no invierten energías físicas, sino recursos que proveerían una mesa más abundante y duradera.
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