La Habana.- JUGADOR regular en competencias internacionales durante la mejor época del fútbol cubano, y técnico importante en los últimos  logros de esta disciplina son atributos que distinguen a Andrés Roldán Cordero.

Integró los equipos ganadores en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 1970, Santo Domingo 1974 y Medellín 1978, y el subcampeón en los Panamericanos de San Juan 1979.

Fue protagonista en la primera incursión olímpica después del triunfo de la Revolución, cuando en Montreal 1976 estuvieron a punto de hacer historia tras llegar como invitados.

Este cienfueguero, nacido el 28 de febrero de 1950, sobresalió antes en las categorías menores y con equipos regionales de Azucareros y de su provincia natal, para convertirse en uno de los mejores atletas en la historia balompédica local.

Después de su retiro del deporte activo, su nombre ha “sonado” también como entrenador, tanto al frente de selecciones de su país como en colaboraciones en el extranjero.

Fungió como asistente del once ganador del bronce en los Centrocaribes de Veracruz 2014, hecho considerado un gran logro, y más recientemente fue DT del elenco sub-15 campeón en la Cayman Airways International Youth Football Cup.

Este jugador de pequeña estatura —que dio sus primeras patadas siendo un muchacho— nunca pensó en la gloria que le acompañaría a su paso por el deporte revolucionario.

Como otros tantos de su generación, hoy sigue empeñado en sacar al fútbol de sus constantes altibajos, siempre consciente de las condiciones actuales porque, como confesó a JIT, «no me gusta comparar épocas».

«Siempre ha habido talento, pero la preparación, el fogueo y los técnicos han sido distintos en cada etapa. Hemos llegado en la mayoría de las ocasiones hasta donde esos aspectos lo han permitido, hasta donde han dado más o menos resultados», declaró en el principio de esta conversación sostenida en la Escuela Nacional de Fútbol Mario López.

¿Eso lo corrobora la actuación de tus muchachos del Sub-15?

Claro. Ellos entrenaron bastante poco como grupo, pero tienen una base del deporte escolar unida al seguimiento de las ligas europeas, que les da muchas herramientas. Nosotros solo tenemos que organizarlos e inculcarles unidad y confianza. Ellos quieren probarse ante contrarios de nivel.

¿Esperabas la victoria frente al Manchester City?

El comportamiento previo les dio cada vez más interés y ansias de alcanzar lo mejor. Incluso pudimos reponernos de un gol inicial en contra. La noticia fue más en Cuba que allá. Repito que hay talento y solo debe encaminarse, urge que esos jugadores continúen su escala hasta la selección absoluta. El fenómeno de irse acabado de brillar aquí nos ha afectado mucho.

Con una edad similar debutaste en eventos oficiales en Cuba…

Sí, tenía 14 años cuando participé en los Juegos Escolares Nacionales. Después estuve en las dos ediciones siguientes con Las Villas, en la categoría 15-16. En 1967 fui a mi primera competencia internacional, los Juegos Juveniles de la Amistad en Bulgaria, evento al que volví en 1968.

Volvamos atrás, a tu natal ciudad… ¿Cómo llegaste al fútbol?

Soy del reparto Reina, donde nos reuníamos para jugar con marinos extranjeros que llegaban al puerto. Desde ahí me entró el amor por el fútbol. Tras el triunfo de la Revolución fui a estudiar a Varadero, en la escuela Andrés González Lines, pero no pude seguir por la atracción de este deporte y por la añoranza hacia Cienfuegos.

¿Cuál fue la experiencia inicial en el equipo grande?

Antes de los Juegos Centrocaribes de Panamá 1970 fui incluido entre los 27 jugadores para una base de preparación en Corea del Norte, bajo las órdenes de Sergio Padrón y Kim Young Ha. Estuvimos allá cerca de seis meses. Para el grupo fue una gira increíble, y para mí aun más, pues se enfermó el capitán Gregorio Dalmau y al regresar me nombraron como sustituto.

¿Qué recuerdas de ese primer oro en Panamá?

El comienzo fue muy difícil por la derrota 1-2 contra Colombia, pero después los descalificaron y nos dieron el triunfo. Luego hicimos una remontada histórica contra los locales: perdíamos 0-3 y ganamos 4-3, con la satisfacción personal de haber dado el pase del gol decisivo a José Verdecia. Así avanzamos y vencimos contra todos los pronósticos. Fue muy importante la labor de Young Ha en la dirección.

En 1974 y 1978 ya triunfamos con equipos más hechos, más fogueados. Se hicieron giras por Corea del Norte, Vietnam y Chile, además de asistir a muchos eventos en Europa, sobre todo a países del campo socialista.

No se puede excluir de este diálogo lo ocurrido en Montreal…

Imagínate vernos en unos Juegos Olímpicos. Casi clasificamos por CONCACAF, así que al faltar Uruguay fuimos incluidos. Muchos esperaban una decepcionante actuación en el primer partido frente a Polonia, campeón anterior y medallista de bronce mundial en 1974.

Sin embargo, ya éramos un colectivo con experiencia y mucha confianza para enfrentar ese nivel. Nos medimos a los polacos y casi les ganamos, lástima que le anularon el gol a Francisco Fariñas. El empate 0-0 fue igual inolvidable. A continuación perdimos 0-1 contra Irán y quedamos eliminados. No obstante, considero que fue una extraordinaria actuación.

¿Hubo mucha más actividad en los años siguientes?

¿Cómo no? Los partidos contra el club Chicago Sting de Estados Unidos, aquí en La Habana y en el Soldier Field en 1978, primeros con equipos de ese país después de 1959. También las eliminatorias mundialistas para las copas mundiales de Argentina 1978 y España 1982, en las que llegamos a las hexagonales finales de CONCACAF.

La medalla de plata en los Panamericanos de San Juan 1979 nunca podrá olvidarse tampoco. En la segunda ronda empatamos 0-0 con Argentina y después goleamos 5-0 a Estados Unidos, para avanzar directo a la final que perdimos 0-3 ante Brasil. Ahora en las citas multideportivas no juegan las selecciones de mayores, pero en aquel tiempo sí.

No puedo dejar de mencionar los resultados en los campeonatos nacionales: con Azucareros gané títulos en 1974 y 1976, y con Cienfuegos en 1985.

¿Esa temporada fue tu último año en el equipo nacional?

Fue una buena temporada, incluso participé en un torneo en Costa Rica con la presencia de varios clubes importantes del continente, como el Botafogo de Brasil, el Sporting Cristal de Perú y los locales Saprissa, Herediano y Alajuela.

Después el entrenador Roberto Hernández no me incluyó en la gira por Corea y tampoco me convocó para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Santiago de los Caballeros 1986. En 1990 jugué por última vez con Cienfuegos en el clásico nacional.

Has sido padre de futbolistas y entrenador…

Mis tres hijos se inclinaron por este deporte y han jugado con equipos de varias categorías hasta el nivel nacional. Ahora el menor de todos, Ribaldo, está en la preselección nacional para menores de 20 años.

La labor de entrenador es importante y gratificante. Me gusta enseñar y ayudar a que los chicos se superen. He estado en muchos elencos, incluso con el Sub-20 de República Dominicana llegué a la final del Caribe en el 2008.

Vivo en la capital desde hace años y siempre estaré cooperando con cualquier misión y selección que me soliciten. El amor por el fútbol será hasta el final.