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JUEVES 18
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
¡Cedamos el micrófono a “Piti”!

«No estoy hecho para homenajes, pero caló hondo en mí el Premio Nacional de Periodismo Deportivo a la Obra de la Vida, otorgado por el INDER y el Círculo de Periodistas Deportivos de la UPEC.»


Por: Lisset Isabel Ricardo
(lisset.ricardo@inder.gob.cu)
miércoles, 26 de abril de 2017 07:46 AM



Becali entregó a Piti recientemente el Premio Nacional de Periodismo Deportivo a la Obra de la Vida.Foto: Calixto N. Llanes

La Habana.- LA CONOCIÓ en el estadio Latinoamericano. Tendría unos 16 años cuando se sentaba por el jardín izquierdo, apartado de los demás para evitar las burlas. Llevaba una libreta y se imaginaba tras un micrófono describiendo los partidos. Allí lo flechó aquel amor que se convirtió en eterno: la narración deportiva.

En algún momento intentó ser pelotero y hasta se presentó a unas pruebas. No hizo el grado, pero practicó ese deporte y el atletismo como muchos estudiantes de primaria y secundaria.

Sin embargo, su pasión era seguir la actuación de los grandes jugadores y no tanto de los equipos. Pedro Chávez, Jorge Trigoura, Tony González, entre otros... Y aunque los mencionados eran de la capital jamás se consideró un industrialista.

A los 14 años, en mayo de 1961, marchó a la Campaña de Alfabetización tras convencer a sus padres Ramón y Olga, muy preocupados por la convulsa situación del país. Se fue siete meses al lomerío del Caney, en Santiago de Cuba, para enseñar a los campesinos a leer y escribir.

Hasta allá iría su papá para celebrar juntos su cumpleaños 15 el 22 de agosto. Cuando concluyó su misión hizo el segundo año de la secundaria básica, pero por necesidad familiar tuvo que buscar trabajo. Recibió un curso con un profesor particular y empezó su vida laboral en una oficina de las FAR.

¿Cómo te reencuentras con tu verdadera pasión?

A finales de 1966 sale la convocatoria para el único curso nacional de narradores, realizado durante dos años en la Escuela Superior de Educación Física (ESEF) Comandante Manuel Fajardo, con la coordinación del INDER y el ICRT.

En 1967 empezamos 27 compañeros, entre ellos alumnos de la ESEF como Diego Méndez y René Navarro, este último profesor de baloncesto que ayudó mucho al grupo por sus conocimientos.

Fue una oportunidad extraordinaria, por las bondades de nuestra sociedad y porque tuvimos profesores increíbles. Del “Fajardo” había excelentes técnicos y por el ICRT personalidades como Enrique Santiesteban, Cepero Brito, Germán Pinelli y Félix Sánchez, entre otros, quienes nos dieron clases de actuación y sobre cómo comportarnos frente al micrófono y la cámara.

¿Hacían prácticas?

Desde que comenzamos, en las emisoras provinciales, municipales e incluso los de mayor preparación en las nacionales. A partir de los dos años empezamos a cobrar un salario mediante cheques de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Nos enviaron fuera de La Habana a narrar con colegas de provincia, por eso estuve dos años en Pinar del Río, uno en Villa Clara, una temporada en Camagüey y algunos fines de semana en Isla de la Juventud.

¿Te fuiste a la radio o a la televisión?

En 1977 hicieron la separación y me eligieron para la TV, pero nunca me gustó. Muy pocas veces salí ante las cámaras. Supe que Rolando Crespo quería, así que cambiamos y me fui a Radio Rebelde. Antes había empezado en la COCO, allí trabajaba todos los deportes y eventos, hasta los juegos escolares. Cuando el grupo terminó en esta emisora pedí quedarme otro tiempo más, pues era una verdadera escuela. No digo que ahora no lo sea, pero en realidad no tiene que ver con lo de aquella época.

Pero… ¿Ya te conocían como “Piti” Rivera?

En 1967 un colega de Santiago de Cuba, José Daniel Quevedo, quien casi siempre hablaba narrando, en un descanso durante una reunión dijo de repente: «¡Y con ustedes Piti Rivera!». La gente empezó a decirme así y se quedó para siempre.

¿Cómo te fue en Radio Rebelde?

En aquel entonces hacían la pelota Roberto Pacheco y Bobby Salamanca, a quien perdimos el 5 de abril de 1987, todavía joven. Entonces con Pacheco simultaneábamos Antolín León y yo, que éramos muy amigos, de manera que no hubo nada desagradable cuando se decidió que yo atendiera ese deporte.

La pelota es muy sabrosa para narrar, la gente te escucha, pero te limita mucho para cubrir otros deportes. En más de 25 años en Rebelde hice poco baloncesto, voleibol y hasta atletismo, porque en Cuba se daban insuficientes competencias atléticas. Lo narraba sobre todo internacionalmente. También trabajé natación, remo y motociclismo, pero esporádicamente. En el ciclismo sí sumé una veintena de Vueltas a Cuba desde la década de 1980, cuando estuvo en su máximo nivel. Es un evento que disfruta mucho nuestro pueblo, ojalá reaparezca y puedan contar conmigo.

¿Qué más te gusta de la pelota?

Describirla. Me concentro en lo que sea más importante para el oyente. Lo demás para mí no sirve. Aconsejo a los jóvenes que no malgasten tiempo en otra cosa y traten de decir lo más posible del juego. Si eres capaz de hacerlo cumples con las expectativas de quienes te siguen.

¿Por qué te apasiona la radio?

Lo fundamental de un narrador-comentarista es describir el juego de pelota. Siempre me encantó hablar con los “invidentes”, pues te enseñan a conocer desde la posición de quien no ve lo que ocurre. También hablaba mucho con la gente del barrio.

La televisión es más complicada, pues la imagen limita mucho la descripción. En la radio se debe cumplir una máxima: lograr que el oyente imagine lo que sucede, hay que meterlo en el terreno, sea cual sea el deporte.

En mi caso se adecuaba más el estilo de la radio que el de la televisión. Con Navarro sucedía diferente, aunque él es una estrella en los dos medios. Es una verdadera pena que haya salido de la televisión cuando todavía podía dar mucho, para mí ha sido lo máximo en los últimos años.

¿Otros que admiras?

Salamanca fue excepcional, tremendo narrador e igual me encantaba leerlo. Era un profesional de los pies a la cabeza, no había otro como él. Respeté mucho a Eddy Martin, más conservador pero excelente. Héctor Rodríguez me gustó más en la radio, por sus narraciones estupendas, aunque no lo hizo mal en la TV.

¿Primera experiencia internacional?

En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Santo Domingo 1974. Ese propio año fui al Mundo Básquet de Puerto Rico y tuve la oportunidad de trabajar con Navarro. A su lado solo tienes que pensar en hacerlo bien y conformas una buena transmisión.

¿El deporte más difícil de describir y el evento que más te ha impresionado?

El voleibol: si quieres tener a la gente en la cancha y no permitir que se escape nada requieres de una velocidad de descripción que no es fácil desarrollarla. Y los juegos olímpicos no tienen comparación, es la experiencia más maravillosa. En Atlanta 1996 aplicamos la computación por primera vez en el trabajo y fue algo fenomenal.

¿Algunos consejos a los jóvenes?

Ante todo seriedad, profesionalidad, dedicar el máximo tiempo a la superación, aprovechar la computación y la internet. Desde que esta apareció he sido mejor narrador y periodista. Nunca creer que todo lo hacen bien, deben analizarse día a día para ser mejores y pensar que quedan cosas por aprender.

Pasarán años hasta que comprendan que no siempre tienen la verdad en la mano. A veces oímos criterios de colegas que ni se acercan al banco. La función del narrador es describir y no tratar de dirigir el juego con sus opiniones. Algún día lo entenderán quienes lo hacen y serán mejores profesionales.

¿En tu criterio cuál es nuestra tarea actual?

El periodismo deportivo tiene hoy una misión muy difícil. Cuando navegas en un mar de triunfos todo es más fácil. Ahora la situación es diferente, así que debe valorarse y contribuir de alguna manera a hacer cosas útiles.

No se trata de evitar la crítica, yo la ejercí, especialmente en el béisbol, pero el país desde el punto de vista económico tiene muchas limitantes y eso ha incidido en que el deporte haya decaído. Debemos hacer un periodismo más realista y una crítica adecuada, partiendo del conocimiento sobre lo que sucede.

Con respecto al ICRT no podemos olvidar el rigor y respetar algunas particularidades de los reglamentos de la Comisión de Calidad de la que formo parte. Esto a veces no sucede.

Te jubilaste, pero sigues trabajando…

Mientras tenga fuerzas lo haré. Mi enfermedad está bajo control y ello posibilita percibir cómo me quiere la gente y el concepto que tienen de uno. La dirección de Radio Rebelde me ha permitido colaborar con la página web y el programa Panorama.

Por otra parte, agradezco los premios recibidos recientemente, pues me comprometen a mantenerme activo. Confieso que no estoy hecho para homenajes, pero caló hondo en mí el Premio Nacional de Periodismo Deportivo a la Obra de la Vida, otorgado por el INDER y el Círculo de Periodistas Deportivos de la UPEC. No lo esperaba. Implica una alta responsabilidad y lo valoro en toda su magnitud.

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