EN LOS últimos tiempos se ha incrementado la utilización de bibliografía foránea, cuyos autores en buena medida obtienen sus referencias de recopilaciones de datos y no de la experimentación necesaria. Por ende, van disminuyendo en las investigaciones los criterios de estudiosos cubanos.

Es necesario emplear más nuestros conocimientos de referencias, ya que son producto de ejercicios y defensas de maestrías y doctorados, de ahí que sus resultados se avalen por sí mismos.

Muchos autores extranjeros no incluyen en sus informes los métodos, muestras y metodologías empleadas, y por tanto sus resultados no son todo lo válidos como para utilizarlos como brújula.

No nos dejemos confundir con nombres de expertos que se han utilizado reiteradamente en los últimos años. Téngase en cuenta que durante mucho tiempo no tuvimos las oportunidades actuales para obtener bibliografía de calidad.

En Cuba se han defendido más de 250 tesis doctorales en ciencias de la cultura física, y varios cientos de maestrías nacidas de nuestros propios atletas y con métodos adecuados al sistema deportivo nacional.

Contamos con especialistas tan o más reconocidos a nivel internacional y referidos por especialistas de todo el mundo, debido a los logros alcanzados con sus investigaciones, basadas en métodos serios y defendidas ante tribunales muy competentes.

Es necesario recordar también que en las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando se inició la Licenciatura en Cultura Física (1973), los entrenadores de las selecciones nacionales de casi todos los deportes formaban parte de la plantilla de estudiantes.

En aquellos tiempos, dentro del Instituto Superior de Cultura Física Manuel Fajardo, todos éramos profesores y alumnos a la misma vez, algo poco visto en el deporte universal.

Aquellos técnicos recibían cinco horas de clases presenciales de lunes a viernes, en horario nocturno. Y podemos afirmar que su formación académica fue excelente y la práctica de su trabajo posterior corrobora los conocimientos que adquirieron.

Las investigaciones de sus trabajos de diploma tuvieron lugar con sus propios atletas, algo nunca antes visto en el ámbito del deporte en cualquier país. Y como era de esperar, los dividendos acabaron siendo únicos e indiscutibles en cuanto a la muestra utilizada. Hoy no sucede así en igual medida.

Las décadas a las cuales nos referimos forjaron los logros internacionales cubanos de mayor envergadura. Y el modelo de formación fue uno de los tantos aspectos que seguramente influyeron, aunque no el único por supuesto.

En lo adelante ha sido distinta la formación de entrenadores y atletas de alto rendimiento, debido a limitaciones de diverso tipo, y a las facilidades ofrecidas para que estos actores puedan cumplir con sus funciones y a la vez llevar unos estudios menos intensivos que los de etapas anteriores.

Saltan a la vista limitaciones como la disminuida cantidad de horas clases frente a los profesores, lo que no niega —como es lógico— la existencia de estudiantes (atletas y entrenadores) muy destacados y prometedores como profesionales del sector.

Es necesario y útil pensar en estas cuestiones y apelar a los aportes realizados desde aquellas etapas, para contribuir de manera más efectiva a que los atletas cubanos se mantengan en la senda del triunfo.