La Habana.- DE SUS 75 años de edad, Jorge Antonio Álvarez ha dedicado buena  parte al ciclismo. Soñaba desde pequeño con una bicicleta, pero su padre le dijo que debía ganársela con su propio trabajo.

«Dejé los estudios y con apenas 16 años fui a trabajar a la Fábrica de Lámparas de Galeano 209, donde ganaba 10 pesos mensuales. Al tiempo fui a comprar la bicicleta y mi jefe tenía que firmar, ya que solo podía hacerlo a plazos. Él me había hecho un aumento de salario hasta 30 pesos por un “invento” que le hice a unas lámparas», recuerda.

Así el ciclismo se convirtió en su vida y actualmente en la medicina más importante, desde que aparecieron los achaques lógicos del almanaque. “Ñico” acumula un notable historial no solo como atleta, sino como entrenador, masajista y creador de su bien conocida Peña, en su natal Punta Brava, municipio de La Lisa.

«Nací un 19 de noviembre y en el 2008 antiguos alumnos quisieron festejarlo en el patio de mi casa. Ahí nació la idea de Yosvany García, quien falleció muy joven, de hacer un rancho y preparar condiciones. Como la fecha coincide con el Día del Deporte y la Cultura Física decidí trabajar con niños y adolescentes para promover ciclistas a la EIDE Mártires de Barbados.»

De hecho se convirtió en el activista que más muchachos aporta, a pesar de que por la dirección de deportes le dan la categoría de área recreativa, algo que Ñico no entiende porque prepara a los chicos físicamente, los entrena en la carretera y los forma integralmente.

«Cada uno tiene que atender una parte del jardín, ser buen estudiante y cuidar todos los materiales que les damos. Hablamos con la familia en busca de su apoyo, ya que a dos tuvimos que retirarles la bicicleta porque la usaban para jugar y en horarios fuera del entrenamiento.»

Visitar esta parte semirrural de Punta Brava es motivo de admiración hacia el anciano con cuerpo atlético y pícara mirada, quien a pesar de su longevidad pedalea con sus muchachos cada tarde de martes a domingo. Se siente orgulloso de sus alumnos porque lo miran como un abuelo y lo empujan en las lomas con el cariño de los nietos.

«Ellos lo son para mí tanto como Keiler (7 años) y Esteban (8), frutos de mi única hija Ismaray. Ella siempre me ha apoyado, mucho más desde que mi esposa, Magalys Rojas, profesora de esgrima en Bauta, falleciera a los 60 años.»

Su primogénita es maestra en una secundaria básica. Fue campeona nacional en gimnasia aerobia por varios años y lleva cada tarde a Keiler a la compañía CirHabanaCuba, luego de las clases en la primaria del mismo Punta Brava.

«Siempre le atrajo el circo. Bien pequeño lo llevé a la carrera de los 11 kilómetros de la playa El Salado, compitió con una destartalada bicicleta y se destacó tanto con sus acrobacias que se ganó una nueva. Ahora no pedalea mucho por los viajes a La Habana. Sin embargo, no deja de hacer sus tareas.» 

La historia deportiva de Ñico no comienza con la peña. Al triunfo de la Revolución se inició en la carpintería de la Ciudad Deportiva y entrenaba en el parqueo. Se eliminó para la primera Vuelta a Cuba, pero se enfermó.

«A Reinaldo Paseiro, comisionado nacional, le arreglé el camión que se encargaría de preparar la ruta diaria de aquel giro que nació en febrero de 1964. Me invitó a hacer ese trabajo con él durante varios años, sumé 22 vueltas consecutivas, otras veces como entrenador de los equipos Industriales y Bauta, y como masajista del equipo nacional.»

Paseiro le prometió que si hacía un local en Punta Brava le donaría bicicletas. Hizo uno con más de 20 ganchos para colgarlas y pronto tuvo 10 ciclos de tubulares, igual cantidad de tres octavos y cinco de pista.

«Agregué a la nave una habitación con literas para que los muchachos se albergaran cuando hubiese competencia, ya que no solo provenían de Punta Brava, sino de Bauta, Caimito, Alquízar, Güira de Melena y otras localidades. Ese espacio se convirtió después en la dirección de deportes, de la cual fui su primer encargado, pero renuncié porque lo mío era ser entrenador.»

Recuerda a todos sus alumnos que llegaron a la preselección de lujo, entre ellos a Jorge A. Pérez, quien con su equipo Bauta fue el mejor Novato en el giro de 1971. Una década después resultó el campeón de la XVI Edición.

Alfredo López, entrenador principal de ruta desde 1981 a 1990, comentó a JIT que «Ñico llegó a ser el segundo masajista y para mí el mejor asistente. Era multioficio, lo mismo echaba aire a las bicicletas que preparaba los termos con el agua o la merienda. Te daba esa tranquilidad para concentrarte en el entrenamiento».

Aunque no justifica esos triunfos a sus masajes, Ñico rememora con agrado que se encargó de Antonio Quintero y Osmany Álvarez, quienes entraron primero y cuarto en la ruta de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982, en los cuales Cuba también ganó la contrarreloj por equipos.

Lo que fuera el comedor de su vivienda lo convirtió en un Museo de Ciclismo. Entre trofeos y medallas de sus alumnos, recrea con fotos y recortes de periódicos y revistas su paso por el ciclismo y el deporte en general.

Ahí se incluye su paso como masajista por eventos internacionales en México, Italia, España y las antiguas Yugoslavia, Alemania Federal y Democrática y la Unión Soviética. También como entrenador en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Baracoa, y preparador físico de los equipos de gimnasia aerobia.

A sus alumnos de la “escuela al campo” logró convertirlos en los más productivos en la mañana, mientras en la tarde pedaleaban hasta 80 kilómetros. En centros penitenciarios de hombres y mujeres afirma que los reclusos «nunca necesitaron conmigo un custodio, confiaban en mí y jamás me defraudaron».

Se agregan imágenes de Peter Marabat, el canadiense que un día lo abordó en plena carretera junto a sus muchachos y que hace unos siete años le suministró las 10 bicicletas con que renació su peña. Gracias a él cuentan con vestuario, zapatillas, cascos, gomas y cámaras, e invita a turistas de varios países para que conozcan su proyecto ciclístico.

«No olvidamos ese gesto, así como los de otros colaboradores. El material de ciclismo es muy caro y aseguraríamos mejor rendimiento y promoción a la EIDE si tuviéramos otras condiciones. Ya transmití esa preocupación a Xiomara Laza, directora del combinado de Punta Brava, quien nos atiende y se preocupa hasta por mi salud.»

Ñico ahora sueña con un juego de pesas para la preparación física, un cercano gimnasio biosaludable que los ayudaría y algún material para reponer el techo del rancho, pues cuando llueve tienen que mover sillas, mesas, sus preciados murales y otros detalles alusivos a la historia del ciclismo.

No quiere pasar por alto la visita de Antonio Becali, presidente del INDER, y agradece su sugerencia de proponerlo para la distinción Mártires de Barbados. «Aquel día fue realmente una linda sorpresa porque no todos vienen hasta aquí.

»He sido vanguardia muchas veces, he trabajado duro no por diplomas ni reconocimientos, pero eso anima y pone contento a los muchachos. Aquí estaré hasta que mi salud me lo permita, solo por amor al deporte porque no pienso en cosas materiales. Tengo a la familia que me ayuda.»

Este sitio campestre transmite paz, alegría y optimismo. La labor que aquí florece tanto como el bello jardín y los árboles de diferentes frutos, merecen muchas más líneas.

«Solo quiero que mi nieto Keiler cumpla su promesa de que defenderá esto; que no deje morir La Peña de Ñico, no por recordarme, sino por el ciclismo y la felicidad de los niños y adolescentes que quieran practicarlo.»