LAS MANIFESTACIONES de la velocidad en el fútbol y otros deportes son factores determinantes en el resultado y están directamente ligadas a la capacidad del sistema neuromuscular de producir fuerza rápida.
Recordemos que esta puede ser definida como la fuerza aplicada multiplicada por la velocidad del movimiento.
Las acciones “explosivas” del fútbol se manifiestan en los pateos, los cambios de dirección, los saltos, los tramos de velocidad y en otras numerosas acciones dentro de los partidos.
Según Kawakamy y colaboradores (1991) aproximadamente el 75% del gasto energético en los encuentros tienen su origen en el metabolismo aerobio.
Esa participación del sistema aerobio provoca una serie de adaptaciones orgánicas dirigidas hacia el resultado de la resistencia.
No basta el contenido semanal de los microciclos competitivos que utilizan y presentan un predominio exclusivo de los llamados “métodos de juego”, también conocidos como entrenamientos colectivos técnico–tácticos.
Esas sesiones deben reproducir con exactitud las situaciones de juego, reforzando sistemática y específicamente el funcionamiento del sistema aerobio.
En un intento de encontrar un sistema exacto para la orientación de la carga en el deporte actual varios autores analizaron los resultados del entrenamiento combinado de la fuerza y la resistencia.
En una revisión publicada en 1999 Fleck y Kraemer definen que:
. La fuerza muscular, especialmente en las acciones de alta velocidad, pueden comprometer los entrenamientos de la resistencia.
. La fuerza muscular puede ser afectada por la ejecución simultánea del entrenamiento de la resistencia.
. El desempeño anaerobio (aláctico) puede ser afectado por el entrenamiento de la resistencia.
En un estudio con duración de 12 semanas Hunter y colaboradores (2000) aplicaron a cuatro grupos de trabajos diferentes protocolos de entrenamiento (entre simultáneos de fuerza y resistencia y específicos orientados).
Al final del trabajo se pudo notar una influencia negativa del entrenamiento de resistencia para el desarrollo de las capacidades de fuerza rápida y máxima, pero no se observó disminución de la capacidad aerobia en los grupos que realizaron los programas de fuerza. Hortobagyi y colaboradores (1991) también encontraron interferencias negativas para el desarrollo de la capacidad máxima de fuerza en grupos que realizaban programas simultáneos de carreras de larga distancia.
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