SEGÚN el profesor Tudor Bompa, cuando se desarrolla la capacidad fuerza, ello tiene un efecto directo o indirecto sobre las otras capacidades.
Tal efecto depende estrictamente del grado de similitud entre los métodos empleados y la especificidad del deporte.
Por eso el desarrollo de una capacidad dominante puede tener una transferencia positiva, o en raras ocasiones una negativa. Cuando un atleta intenta desarrollar fuerza puede haber una transferencia positiva hacia la velocidad y aún en cierto grado hacia la resistencia.
Asumido que la fuerza es una de las capacidades cruciales en el deporte, siempre tiene que ser entrenada junto con las otras para que la mejoría global lleve al mejor resultado.
Durante mucho tiempo algunas teorías equivocadas, con bases dudosas, han sugerido que el entrenamiento de fuerza, especialmente de cargas máximas, retrasa a los deportistas y afecta tanto el desarrollo de la resistencia como el de la flexibilidad.
Pero recientes estudios de investigación desacreditan definitivamente tales teorías. Estos concluyeron que los entrenamientos combinados de fuerza y resistencia no afectan la mejoría. Ejemplo: no hay transferencia negativa de la potencia aeróbica o la fuerza muscular.
Simultáneamente los programas de fuerza no implican ningún riesgo en cuanto a pérdida de flexibilidad corporal. Por tanto deportes relacionados con la resistencia, tales como remo, carreras de largas distancias, canotaje o natación, pueden con toda seguridad aplicar trabajos concurrentes sobre la fuerza y la velocidad.
Lo mismo es valedero para deportes que requieren de fuerza y flexibilidad. Nadie puede presentar mayores pruebas de veracidad que los atletas de gimnasias, lucha y levantamiento de pesas, muy fuertes y flexibles a la vez. Incluso recuérdese que los luchadores son además veloces y poseen gran capacidad aeróbica.
Para los deportes donde la velocidad es la capacidad dominante la fuerza explosiva representa una gran fuente de mejoría de esta. Por eso jamás habrá un velocista estelar carente de fuerza.
La elevada aceleración, un rápido movimiento de los miembros y la alta frecuencia no podrán desarrollarse sin el fortalecimiento de los músculos para una rápida y potente contracción.
De ahí que Bompa (1995) pondere la importancia de la fuerza en actividades tales como un salto con rebote en el baloncesto, un bloqueo en el voleibol, un salto para cabecear el balón en el fútbol.
Todas estas acciones son típicas de movimientos donde la fuerza explosiva es dominante.
Lo mismo para algunos gestos propios del tenis, el boxeo, lucha y en todas las artes marciales.
En estos casos tales acciones se realizan en reiteradas ocasiones en un mismo partido o en una competencia.
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