Río de Janeiro.- SOLO en Juegos Olímpicos se generan historias tan singulares, que van desde “locas” fanaticadas  a grandes alegrías o tristezas sin fin.

Son fenómenos que se suceden una cita tras otra, con diferentes tonos, pero nunca como ahora llegaron a tanta gente en menos tiempo, porque la actualidad está repleta de medios que los multiplican en fracciones de segundos.

Por eso no extrañó que el mundo volviera a “inundarse” de las imágenes del súper nadador Michael Phelps, esta vez felicitando sonriente al jovencísimo Joseph Schooling después que este le arrebatara su posible oro 24.

La imagen hubiera dicho poco por sí sola, pero la historia que la sustenta le llevó a convertirse en lo más compartido en las redes sociales en todos los idiomas.

Sucede que Schooling, de 21 años y nacido en Singapur, conservaba la foto lograda en el 2008 junto a su ídolo, el estadounidense que entonces cosechó ocho cetros y le inspiró a dedicarse a la natación.

Lejos estaba de imaginar que sería él quien impediría la quinta dorada aquí del más grande de todos los tiempos, único poseedor de 27 preseas en lides de este tipo. 

Otro tema “viral” en las redes quedó aportado por el equipo de rugby de Fiyi, ganador del primer oro olímpico en la historia de esa isla.

La coronación ante los británicos fue celebrada con una fiesta nacional en ese pequeño país del Pacífico y sacó a la luz que los ganadores asumen el deporte como una pasión.

Entre ellos los hay carceleros, cortadores de caña y hasta botones en hoteles de lujo, porque necesitan de otra actividad para garantizar sus economías.

Para el entrenador británico Ben Ryan, quien en el 2013 asumió la dirección a manera de experimento, tampoco fue todo de maravillas: cuenta que en los primeros cinco meses de trabajo no recibió salario.

Ahora su nombre está de moda, y es todo un “personaje” en el pequeño territorio de apenas 900 mil habitantes, donde le resulta imposible pasar inadvertido. 

Apenas son dos “pinceladas” resultantes de la actual edición, y ninguna tiene el peso suficiente para “competir” con las más icónicas de estos encuentros, pero aquellas no “volaron” tan rápido hacia millones de receptores, sin que importe el lugar donde se encuentren.