Foto: www.olympic.org
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CUATRO años después del boicot liderado por Estados Unidos contra la versión organizada en Moscú el capítulo olímpico asignado a Los Ángeles pasó a la historia sin presencia de varios países socialistas.
La Unión Soviética, la República Democrática Alemana, Bulgaria, Cuba... Los cálculos indican que las naciones ausentes ganaron el 58 por ciento de los cetros distribuidos en Montreal 1976, pero ello no privó de hazañas a la cita celebrada por segunda ocasión en esa urbe.
Los organizadores, que habían aspirado en 1980, lograron dejar detrás el fantasma de los deslices económicos y provocar ganancias millonarias al minimizar las nuevas edificaciones y otorgar protagonismo a compañías privadas.
Contradictoriamente el encuentro disputado del 28 de julio al 12 de agosto de 1984 celebró el mayor número de países reunidos hasta entonces (140) y un buen total de 6 829 competidores (1 566 mujeres).
Los informes del Comité Olímpico Internacional precian que se distribuyeron medallas en 221 eventos, se alistaron 28 742 voluntarios y fueron acreditados 9 190 representantes de medios de prensa.
El máximo estrellato llevó el nombre de Carl Lewis, quien acuñó cetros en las pruebas de 100 y 200 metros, el relevo 4x100 y salto de longitud, igualando el mérito que había dado celebridad a su compatriota Jesse Owens en Berlín 1936.
Sin embargo fue mejor la colección de la gimnasta artística rumana Ecaterina Szabo (4-1-0), a quien Lewis secundó entre los máximos premiados seguido por el también gimnasta chino Ning Li (3-2-1).
Entre las escenas célebres de aquella lid estuvo también la coronación de la saltadora de altura alemana Ulrike Meyfarth, 12 años después de convertirse en la más joven campeona de su especialidad en Múnich 1972, cuando apenas habían pasado tres meses de que apagara 16 velitas.
En suelo estadounidense se burló de los vaticinios al batir 2,02 metros inscritos como récord olímpico y agregó un matiz diferente a su fama, porque entonces fue la más veterana dominadora de esa prueba.
Debutaron la gimnasia rítmica y el nado sincronizado, pero el incremento de la presencia femenina fue más allá, pues se estrenaron en la ruta del ciclismo y la maratón, ganada por la francesa Joan Benoit.
Y tributaron una escena conmovedora y demostrativa de su temple cuando la arquera australiana Neroli Fairhall compitió desde una silla de rueda como la primera atleta parapléjica enrolada en eventos de ese tipo.
México fue punto de referencia entre los marchistas con Ernesto Canto dorado en los 20 kilómetros y Raúl González en los 50.
China volvió a estos escenarios tras 52 años de ausencia y cosechó 32 metales (15-8-9) para un cuarto lugar general convertido en mensaje sobre el poderío que mostraría en lo adelante.
Estados Unidos encabezó ese ordenamiento (83-61-30) con amplia ventaja sobre Rumanía (20-16-17) y la República Federal Alemana (17-19-23), que completaron la tríada de vanguardia.
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