Foto: www.olympic.org
|
SUS LEYES de cuarentena impidieron que Australia abriera las puertas a los caballos procedentes de otras naciones y los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 necesitaron complementarse en la sueca Estocolmo.
El hecho condicionó el adelanto de las pruebas ecuestres para el mes de junio (11 al 17) y terminó por signar el certamen con la peculiaridad de organizarse en ciudades, naciones y continentes diferentes.
El segmento principal tuvo acciones del 22 de noviembre al 8 de diciembre, y la suma de ambos arrojó un total de 3 314 atletas de 72 países, incluidas 376 féminas.
Una de ellas fue Bertha Díaz, quien protagonizó el estreno de las cubanas en tales escenarios un año después de proclamarse campeona (60 metros planos) y subtitular (80 metros con vallas) en los Juegos Panamericanos de México.
La primera fiesta olímpica acogida por Oceanía le vio llegar a la semifinal como vallista en el contexto de un torneo de atletismo donde la anfitriona Betty Cuthbert reinó tres veces e intervino en par de récords.
Aplaudida por los suyos la velocista de 18 años lideró en 100 y 200 metros (primacía para el evento de 23.4 segundos) y como parte de la posta de 4x100 metros (tope universal de 44.5 segundos).
Algo similar consiguió el estadounidense Bobby Morrow, número uno en 100 y 200 metros y también integrante de la posta corta ganadora con tiempo de 39.5 segundos, inscrito como mejor crono del planeta.
Pero los más premiados fueron la húngara Ágnes Keleti (4-2-0) y la soviética Larisa Latynina (4-1-1), quienes centraron las miradas en un concurso gimnástico igualmente inolvidable para Viktor Chukarin (3-1-1), otro soviético.
En el boxeo fue noticia que el húngaro Laszlo Papp (71 kg) accediera a su tercer cetro consecutivo para inaugurar un muy selecto grupo que desde entonces solo creció con los cubanos Teófilo Stevenson (+81), coronado en 1972, 1976 y 1980, y Félix Savón (91), monarca en 1992, 1996 y 2000.
Por Latinoamérica sobresalió Chile gracias a la plata de Ramón Tapia (71 kg) y los bronces de Claudio Barrientos (51) y Carlos Lucas (81). Y Argentina ganó un tercer escaño por intermedio de Víctor Zalazar (75).
Los propietarios del Melbourne Cricket Ground implementaron los cambios necesarios para que la instalación inaugurada en 1854 recibiera a más de 103 mil aficionados para las ceremonias de apertura y despedida, el atletismo, las finales de fútbol y hockey sobre hierba, y las exhibiciones de fútbol australiano.
Otro esfuerzo se destinó a la villa, que facilitó la convivencia de deportistas, entrenadores y árbitros a partir de edificaciones utilizadas después como viviendas de protección oficial, aunque aún pueden leerse ataques a su calidad.
Se repartieron preseas en 145 eventos y a diferencia de lo sucedido hasta entonces las delegaciones desfilaron unidas durante la clausura en atención a lo sugerido por el joven chino residente en Australia John Ian Wing.
Las medallas, de cuatro milímetros de grosor y 51 de diámetro, respondieron al diseño creado en 1928 por el escultor italiano Giuseppe Cassioli, con la sola adición del año y el número de la cita, y dejaron un reparto encabezado por la Unión Soviética.
Esta selló un acumulado de 37-29-32 válido para desplazar por primera vez a Estados Unidos (32-25-17), que fue secundado por Australia (13-8-14), de excelente ascenso como respuesta a quienes le alentaron en la capital del estado de Victoria.
|