LOS QUE no emplean la preparación de fuerza como parte de la preparación física de sus atletas terminarán convenciéndose de que están errados, como sucede con quienes no saben diferenciar el entrenamiento de la fuerza muscular por sus distintas variantes, según los objetivos que persigan.
Igualmente verificarán sus errores los que confunden el entrenamiento de fisiculturismo con la preparación de fuerza como medio de preparación para sus atletas.
Los que piensan que la hipertrofia muscular es la sola razón de estar fuertes, los que creen que trabajando la fuerza unas semanas antes de la competencia o solo en el período preparatorio lograrán buenos resultados, comprobarán también su error.
Otros que aún piensan que solo cumpliendo una cantidad determinada de repeticiones por mesociclo, sin tener en cuenta el trabajo por zonas de intensidad, y los que no entienden por qué hay que convertir la carga de entrenamiento general en individual, o los que solo se auxilian del trabajo con máquinas y aparatos, verán que no están en lo cierto.
Será imprescindible aclarar dudas sobre cómo debe ser el trabajo con discos, lastres, tensores, espirales y ligas, así como con halteras y mancuernas.
Los que promueven los métodos y medios comerciales (productos milagro o fantasmas) y los factores externos como la panacea para el desarrollo de la fuerza, o los que confunden la fuerza óptima con la máxima y el entrenamiento de la explosiva con la rápida, necesitan salir de tales errores.
Los que tienen criterios encontrados y polémicos (a veces casi hasta oscurantistas) en relación con la edad de inicio del entrenamiento de fuerza en niños y sobre las características del entrenamiento de fuerza en jóvenes y mujeres, verificarán sus aciertos y desaciertos según amplíen la búsqueda de conocimientos.
Los que no saben por qué los preparadores físicos de fuerza y de otras capacidades deben trabajar por separado son otros llamados a actualizarse.
Los momentos actuales también demandan maestría para responder cómo deben agruparse los deportes según sus componentes metodológicos, el peso de la relación de la fuerza muscular con otras capacidades, así como las características que exige un gimnasio de fuerza.
Los conocimientos tienen que permitirnos, además, responder a interrogantes como cuál debe ser el orden lógico y pedagógico del empleo de los ejercicios en el entrenamiento diario, la frecuencia de los entrenamientos por microciclo, mesociclo y macrociclo, tanto en el período preparatorio como competitivo, y la ubicación de la preparación de fuerza en el entrenamiento diario.
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