LA AUSENCIA de un espacio para la formación de un profesional de la educación física demandó de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, presidida por Francisco Domínguez Roldán, la creación en 1919 del Instituto Nacional de Educación Física, para cuya dirección se contrataron los servicios del prestigioso profesor Julien Fisher, titulado en la Escuela de Educación Física de Bruselas.
Fisher trajo un método llamado por él “Ecléctico”, inspirado en el sistema sueco, que generó un debate en torno a su viabilidad en las “condiciones de Cuba”.
José Heider, intelectual cubano y promotor de la educación física, señaló que «...fue un fracaso completo: primero, porque no puso en su labor todo el entusiasmo patriótico que requería, habiendo adoptado un sistema impropio para nuestra juventud, y segundo por falta de lugar adecuado (gimnasio) para esta enseñanza. Los maestros y maestras que asistieron a ese “curso” durante un año, no salieron de él bien preparados para enseñar».
La crítica a la que fue sometido el método del belga y la ausencia de apoyo oficial para el funcionamiento de la institución son los argumentos comúnmente encontrados en la literatura de la época sobre el fracaso del INEF de 1919, pero el trabajo del profesor Fisher y el espíritu de polémica desatado por su labor movilizaron a otros intelectuales que promovieron, sensibilizaron y en más de un caso animaron las actividades físicas de las primeras décadas de la república, incluidos Alfredo M. Aguayo, José Heider y Sixto de Sola.
El estudio del proceso de la enseñanza de la educación física en Cuba en el primer cuarto del siglo XX concentra en los métodos de Fisher y Heider su contribución primera. Al cierre de sus puertas estarían expuestas las necesidades aún insatisfechas de la formación de un profesional de la educación física.
La aparición de un personaje muy controvertido, pero de especial significación en esta historia, el profesor de la Academia Militar, director de la Academia de Espada de Cuba Desiderio Ferreira, jefe de la policía secreta de Gerardo Machado, marcaría una próxima etapa.
El INEF de 1928
El caso de Desiderio Ferreira merece un capítulo aparte, pues su vida y obra ilustran un momento singular de la etapa republicana, aunque solo tomaremos los hechos que guardan relación con el INEF de 1928.
Las fuentes que documentan estos van desde disposiciones oficiales hasta su expediente de trabajo, presentado para solicitar la jubilación, que atesora el Museo del Deporte. La amistad que le unió al tirano Machado y los proyectos que emprendieron explican los progresos de la nueva institución.
En 1926 este envió a Ferreira a París a cursar estudios del Método Natural de G. Hérbert, quien extendió la certificación que lo validó para organizar la Educación Física —por dicho método— en toda la nación.
Así funda en La Habana la Academia “Palestra Hérbert” y la Escuela Nacional de Educación Física en la Quinta de los Molinos, con el fin de formar maestros y auxiliares para extender el método de enseñanza. Se registraron 516 estudiantes, muchos de ellos enviados por el Estado Mayor del Ejército y la Marina.
El éxito obtenido con la organización de estas escuelas impulsó el añorado proyecto del INEF, que bajo los auspicios del gobierno garantizaba su reapertura con la confiable y autorizada dirección del profesor Ferreira y la puesta en práctica del método natural de Hérbert.
Un nuevo capítulo para la formación profesional en la enseñanza de la Educación Física se iniciaría a través del Decreto Presidencial 1096 del 30 de junio de 1928. Pero la institución funcionará mientras Machado dure en el poder.
La INEF de 1928-1933 establecería definitivamente el método natural de Hérbert como el que dominaría por más de 30 años el aprendizaje de la educación física en Cuba.
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