La Habana.- GRACIAS al atletismo Ramón Acosta Osorio llegó en 1981 al ciclismo, al que ha dedicado 34 de sus 46 años de vida.

Un primo lanzador de jabalina lo estimuló a seguirle los pasos en el área del “Feliú Leyva” de Holguín, pero a la semana se fue al deporte de las bicicletas en la aledaña pista de arcilla cuando el profesor Ricardo Fernández se lo propuso al observar su altura y condiciones físicas. 

«Un año después ingresé a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), donde transité por las categorías 13-14 y 15-16 años con los entrenadores Ramiro García, que me dirigió un curso, y Oscar Viamontes, quien me atendió los otros tres», recordó.

«Pasé a la ESPA provincial y me reencontré con el profe Richard, con quien llegué a participar en varias competencias. Me defendía en los circuitos, pero la montaña era mi enemiga por mi corpulencia, no obstante asistí a la Vuelta a Cuba de 1987 y cuando iba a participar en la siguiente tuve un accidente y me fracturé la clavícula en un entrenamiento», agregó al dialogar con JIT.

«Al incorporarme al equipo provincial ya no era igual y decidí seguir la licenciatura en deportes. Un tiempo después el comisionado William Espinosa me propuso trabajar en un área especial de Cacocum, a 20 km de la capital», añadió durante un encuentro devenido reconocimiento a su entrega.

Recorría diariamente esa distancia en bicicleta para entrenar en la mañana y la tarde junto a sus alumnos. Descansaba un rato en el propio taller y regresaba a casa casi de noche.

«Fue una época difícil, pero el primer año promoví a 15 atletas a la EIDE y en el segundo a 11, y en 1994 me propusieron pasar a ese centro como entrenador principal del equipo femenino.»

Enfrentó los Juegos Escolares Nacionales de 1995 con el pronóstico del quinto lugar por provincias, pero fueron terceros detrás de Ciudad de La Habana y La Habana, y sus muchachas celebraron plata en la contrarreloj por equipos 4×20 km y Grecia Ferreiro también logró medalla de ese color en la persecución individual.

Pero el plantel tuvo un mal resultado integral y la decisión fue cerrar los contratos de trabajo a quienes aún no poseían nivel universitario.

«Pienso que fue injusto, me preguntaba ¿si cumplí con los objetivos por qué incluirme en esa medida aunque aún no estaba graduado?, y decidí irme a Las Tunas, posibilidad que agradezco al comisionado de entonces Félix Carbonell, a quien conocemos por “Ichi”. Me entregó la provincia en el lugar 14 y dos años después estaba en el noveno.»

Después fueron campeones nacionales en el femenino y terceros general en los Juegos Escolares, y aunque le dolió ganarle a Holguín disfrutó satisfacer la confianza recibida.

En Las Tunas también encontró el amor que perdura hasta hoy, pues formó una familia con Niurka Aguirre Cueto, con quien tiene dos hijas: Gabriela, de cuatro años, y Daniela, quien en mayo cumplirá sus 15 primaveras y es arquera medallista en los Juegos Escolares Nacionales del 2014.

«Mi esposa siempre ha estado dedicada a las niñas y a apoyarme en todo, porque este trabajo me tiene casi siempre fuera de casa, y ha sido mi brazo derecho, así como mi mamá Oneida Osorio, siempre a mi lado en los momentos duros.»

Tras resultar el mejor entrenador de las lides nacionales del 2000 y 2001, el primero con el equipo femenino y en el otro en los dos sexos, y el trabajador más destacado de la ESPA de Las Tunas, otra vez tuvo que alejarse de sus seres queridos.

«Me pidieron atender el Centro Técnico Regional de Cienfuegos y pude mantener lo alcanzado por el anterior preparador, el experimentado Pedro Palmer. En la Vuelta a Cuba 2004 fuimos octavos entre 24 equipos y ganamos por provincias. Dirigí el equipo a la Vuelta a Martinica, donde quedamos terceros y dominamos la categoría sub-23 con Yasmani Martínez, alumno nuestro, y también sobresalió Adriel Jiménez.»

En el 2006 fue llamado a prestar servicios en el equipo masculino juvenil de lujo y un año más tarde viajó a Venezuela para cumplir misión durante 26 meses con la selección nacional masculina de pista y la de Carabobo. Laboró con otros dos cubanos, Ernesto Arias y Jorge A. Pérez, y ambos le ayudaron mucho.

Estuvo igualmente con el femenino y luego con los profesionales Tomás Gil, José Chacón, Carlos Maya y Carlos Linares, a quien preparó para el Campeonato Mundial en Rusia, donde conquistó plata en el scratch.

No por gusto reconoce que esa experiencia le valió de mucho al incorporar otros conocimientos en aspectos vitales, desde características de la alimentación adecuada hasta detalles de estrategias de carrera, pensamiento técnico-táctico y sentido de colectivismo.

«Como dicen ellos tiene que haber un capo y los demás son gregarios. Hay que trabajar para el líder, porque todos no pueden ganar, y ese es un problema que tenemos acá, aunque antes se hacía. Eduardo Alonso era el mejor, y aunque Roberto “Cocodrilo” Rodríguez, Jorge Salazar, Osmani Álvarez, Ricardo Salazar o Eliécer Valdés no eran segundos de nadie e incluso podían ganar la Vuelta a Cuba, hacían lo que les correspondía, dedicarse a su guía.»

Cuando retornó quiso estar con su familia y cubrió el 2013 en Las Tunas, antes de aceptar preparar al equipo del Centro Técnico Regional de Guantánamo para el Clásico Camagüey-La Habana. Pese a depender de juveniles consiguieron el quinto lugar y Onel Santa Clara ganó la sub-23.

¿Experiencia en los Centros Técnicos?

Es una base para el desarrollo del ciclismo cubano, pero debe hacerse una selección más rigurosa, pues es la antesala del equipo nacional. Exige sacrificio para levantarse todos los días bien temprano y salir a la carretera, aprender la cultura de la alimentación, estar a su hora en el aula y que los entrenadores chequeen los resultados académicos, pues el ciclismo es una etapa de la vida y después tienen que ser hombres y mujeres preparados y útiles.

¿A qué atribuyes tus resultados como entrenador?

A la disciplina y mucha exigencia, ser creativo, enseñar el respeto al horario de entrenamiento, a la alimentación, y mucho respeto, porque los atletas son personas con otros compromisos, su familia, su pareja, que deben ir al cine o a un parque. Hay que confiar en ellos para que lo hagan contigo. Es un privilegio tenerlos como amigos, hermanos y que los padres se enorgullezcan por haber dejado una huella positiva en sus hijos. 

¿Un ejemplo?

A Jans Carlos Arias lo promoví hace 13 años. Fue subcampeón nacional de triatlón, no hizo el equipo Cuba y saltó al ciclismo, donde aún se mantiene entre los mejores pisteros. Es muy disciplinado y agradecido, muchas veces se sacrifica por un compañero, y eso es bueno, pero debe pensar en él. Entrenándolo bien le quedan dos o tres años en los que puede lograr más que lo hecho hasta ahora en juegos Centroamericanos y del Caribe y panamericanos.

Ahora la familia tendrá que volver a esperar por ti, porque estás en proceso de trabajar con el equipo nacional en La Habana.

Me gustaría más la pista larga, o sea eventos de medio fondo, donde hay más opciones de resultados por la cantidad de pruebas, aunque haré lo que me indiquen. En la pista hemos mermado, pero hay talentos y lo que se necesita es trabajar, pues un mal resultado nos afecta a toda la familia de este deporte y hay que verlo así. El clásico que acaba de concluir fue muy bueno por los promedios de velocidad, con corredores de provincias entre los 20 primeros, demostrando que hay material humano.

¿Cuáles serían las limitaciones?

El ciclismo mundial ha cambiado mucho, hay que tener posibilidad de superarnos y acceder más a la información que proporciona internet. Antes en 150 km se trabajaba lo mismo la fuerza que la intensidad, pero ahora fuerza, intensidad y resistencia tienen su día de trabajo, y debes planificarlo bien según las características de cada atleta.

Los sábados y domingos hay que hacer volúmenes largos porque no tienen que ir a clases, entonces descansan el lunes. Igual de importante el trabajo de los sicólogos y los médicos, y el propio entrenador debe superarse constantemente y paliar así las limitaciones, recrudecidas por el bloqueo de Estados Unidos en un deporte muy caro por su alta tecnología.

¿Cuál es la “varita mágica” para hacer rendir a tus alumnos?

Sencillamente trabajar, consagrarse, haber sacrificado estar más tiempo con la familia, pero agradezco que un día pude alcanzar el tren que pensé se me había ido.