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La Habana.- CON UNA amplia sonrisa se bajó del podio de premiaciones el monarca del Clásico Guantánamo-La Habana y manifestó a JIT emocionado “ya desperté de mi sueño, llegué al Capitolio y soy el campeón, quizás no lo crea, pero no sé describir tanta alegría”.

“Esta victoria significaba mucho para mí, la familia, otros que me han apoyado en el ciclismo, mis entrenadores y hasta ya me han apodado “alfilerman”, porque no entienden cómo siendo tan flaco pedaleo duro”, expresó quien ganó elogios en las vueltas a Costa Rica a finales de año y al Táchira en enero por su tenacidad y dotes de escalador.

Recordó que en el país centroamericano estaba entre los 15, “pero en el Cerro de la Muerte no pude mantenerme, me afectó la altura y no alimentarme bien en el trayecto y caí al 19, y en el Táchira fui el mejor extranjero con el decimotercer puesto, pudo ser mejor pero sufrí una caída en el Cerro de la Casa del Padre, a pesar de eso estoy muy satisfecho con esa labor y las opiniones positivas de corredores de experiencia”.

No obstante, valora mucho la victoria en el Clásico, tuvo que luchar no solo contra los adversarios, también una fuerte gripe lo acompañó en casi todo el trayecto en estas dos semanas y en ocasiones incomprensiones en las filas de su equipo de Artemisa, ocupante del segundo lugar y solo aventajado por Matanzas.

“Después que perdí la camiseta en Camagüey, la que gané en la escalada a la Gran Piedra contra dos excelentes pedalistas como Yennier López y Arnold Alcolea, me molesté mucho; no pude irme en la fuga que se concretó a la salida de Holguín, no se hizo buen trabajo por equipos, entonces se habló para ajustar la estrategia, sabía que tenía posibilidades de ganar la competencia, finalmente se demostró una vez más que en la unión está la fuerza y este es el resultado porque ningún ciclista en el mundo gana una vuelta solo”, señaló.

Mojica dice que comenzó tarde en el ciclismo, “tenía 17 años, ya hace una década, entrenaba con unas botas de militares, pero me propuse llegar al equipo nacional y sin estar en escuelas de alto rendimiento lo logré, primero en mountain bike y luego me pasaron a la ruta cuando triunfé en una Vuelta a Cienfuegos.

El titular del Clásico que finalizó este domingo admira la modestia de los grandes, por eso bautizó a su bebé -que aún no ha cumplido el mes- Nibali, el apellido de Vincenzo, el estelar escalador italiano de Sicilia, uno de los seis pedalistas que han ganado las tres Grandes Vueltas: en el 2010 la Vuelta a España, en el 2013 el Giro a Italia y el Tour de Francia el pasado año cuando también fue campeón del mundo de ruta.

“El Tiburón del Estrecho es un hombre sencillo, sigo sus actuaciones, pero también cómo se expresa en las entrevistas y creo que es humilde y para mí eso es ser una buena persona”, comentó sobre el también conocido por El CaNibali,  mientras se abraza a su madre y esposa bajo una sombrilla para evadir el fuerte sol de este domingo, y mira con ternura a la personita que lo hizo papá por vez primera.

“Ahora el entrenador me permitirá un descanso y haré un poco de fortalecimiento en el gimnasio y ya me dirán para qué carrera me prepararé porque yo quiero seguir soñando y triunfar, eso es bonito aunque después no pueda con palabras decir lo que se siente”, acotó radiante Mojica, digo, “Alfilerman”, porque ya lo disfruta más.