EXISTEN dos tipos de ejercicio físico bien diferenciados en cuanto al nutriente que consumen los músculos durante su ejecución.
Es importante distinguirlos, pues cada uno tiene sus características y requerimientos propios. Durante la práctica de uno u otro se ponen en funcionamiento mecanismos moleculares bien diferenciados.
La llamada resistencia o ejercicio aeróbico es una acción física de intensidad variable y de larga duración, y tiene una duración mínima de 12 minutos.
Permite la participación de los grandes grupos musculares de las piernas y el tronco. Intervienen de forma muy especial los sistemas cardiovascular y pulmonar.
Durante la práctica del ejercicio aeróbico el organismo humano utiliza y transporta oxígeno (O2) a los músculos para mantener el nivel de ejercitación elegido (a través de la frecuencia cardiaca alcanzada según las posibilidades funcionales y biomecánicas del practicante) o programado.
Para lograr este objetivo es necesaria una adecuada ventilación pulmonar durante todo el tiempo de duración de la sesión de ejercicio físico.
Para mantener los sistemas cardiovascular y pulmonar en óptimas condiciones de funcionamiento es adecuada la práctica diaria o en días alternos, con una duración por sesión de 30 minutos como mínimo y una frecuencia cardiaca que oscile entre el 60 y 85 por ciento de la frecuencia cardiaca máxima.
RESPUESTA CARDIOVASCULAR AL EJERCICIO FÍSICO
El ejercicio físico aumenta las necesidades metabólicas, que deben ser satisfechas especialmente a través del aumento del gasto cardiaco alcanzado en sujetos entrenados (valores de 35-40 litros por minuto durante un máximo esfuerzo).
Las principales adaptaciones son aumento del gasto cardiaco, el consumo de oxígeno, el retorno venoso y la contractilidad del miocardio, y la disminución de la resistencia periférica.
El incremento del gasto cardiaco durante el ejercicio es siempre superior a la disminución de la resistencia periférica, por lo que se produce un aumento de la tensión arterial.
Los efectos del entrenamiento son difíciles de definir con claridad, pero en general se aceptan como tal: bradicardia en reposo, menor frecuencia cardiaca, para un esfuerzo submáximo, y aumento del tamaño de las cavidades cardiacas.
Se ha demostrado una relación directa entre el incremento de la masa corporal en grasa y la elevación de las cifras de la tensión arterial.
AUMENTO DE LA OXIDACIÓN DE LOS LÍPIDOS
Los lípidos son una fuente importante de energía para el músculo esquelético durante el ejercicio de resistencia, por tanto un aumento en su oxidación representa una ventaja para mejorar este tipo de ejercicio.
De hecho para una carga submáxima las personas entrenadas oxidan más lípidos y menos glúcidos que las personas sedentarias, lo cual permite una economía de las reservas de glucógeno.
Cuando se ingieren dietas adecuadas, este aumento del metabolismo de los lípidos después de un entrenamiento aeróbico tiende a producir aumento de las reservas intramusculares de triglicéridos, la actividad enzimática responsable del transporte y la degradación de ácidos grasos, y mayor liberación de ácidos grasos por el tejido adiposo durante la práctica del ejercicio físico.
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