EL ALCOHOLISMO es una enfermedad crónica que daña el organismo, el funcionamiento familiar y social, y puede causar violencia, conductas antisociales, desavenencias hogareñas, accidentes e incluso homicidios.
Aunque la mayoría de las personas dice consumir bebidas alcohólicas para sentirse bien y divertirse, descansar, olvidar el estrés, escapar de situaciones negativas o estar más a gusto en reuniones, está demostrado que la adicción genera numerosos conflictos.
Entre sus síntomas están temblores, nerviosismo, irritabilidad o taquicardia, y puede provocar diversas consecuencias en niños de padres alcohólicos.
Entre ellas están identificados sentimientos de culpa, angustia o ansiedad, vergüenza con sus amiguitos, incapacidad para mantener relaciones interpersonales y confusión por el comportamiento inadecuado del padre y/o madre.
Igualmente alteraciones en la organización familiar diaria del niño, al cambiar constantemente los horarios de sueño, comida y otras actividades, enojo con el padre y/o madre, y depresión, porque el infante se siente solo y desesperado en su empeño por cambiar la situación. 
Otra arista del asunto es el papel asignado a los padres cuando son sus hijos las víctimas de esta adicción.
Entonces se impone aprender a escucharles, hablarles acerca del alcohol, el tabaco y otras drogas, ayudarles a sentirse bien con ellos mismos, ofrecerles un buen ejemplo y contribuir a que desarrollen valores firmes y adecuados.
Es también importante aportar a que afronten la presión de sus compañeros, establecer normas familiares claras y estables, fomentar actividades deportivas, recreativas y culturales, apoyarles en la toma de decisiones y mantener un comportamiento que vincule los papeles de padre y ciudadano.
El enfrentamiento a este mal debe diseñarse a partir de un chequeo médico general y puede incluir terapia psicológica individual y grupal (Alcohólicos Anónimos), tratamiento siquiátrico (consumo de medicamentos) e inserción en programas de gimnasia terapéutica.
Esta última arista contempla ejercicios de desarrollo físico general, la estimulación de capacidades como rapidez, resistencia y fuerza, y el trabajo con las capacidades físicas coordinativas, dígase coordinación, equilibrio, ritmo, agilidad mental y rapidez de reacción. 
Se apela además a los juegos deportivos, la relajación (Shultz y taichi) y pasivos (ajedrez, dominó, parchís y damas).

En la aplicación de la rehabilitación mediante la actividad física se dedica especial atención al desarrollo de la voluntad, el espíritu de sacrificio y esfuerzo, el fortalecimiento de la toma de decisiones, el aumento de la capacidad vital, la ocupación sana del tiempo libre, y el desarrollo de la actitud de victoria y éxito con incremento del nivel de optimismo y confianza.

Estas entre muchas ventajas propicia la atención y el tratamiento integral a las personas afectadas con este flagelo, y que tienen a su alcance la solución de su problema y de sus familiares.