Veracruz.- AUNQUE se mantuvo tan pausada como en las jornadas precedentes, la noche en que selló su sólida labor la cubana Yessenia Ferrera dio riendas sueltas a una locuacidad agradecida por quienes le solicitamos dialogar.

La muchacha de 16 años se agenció dos coronas, un subtítulo y par de medallas de bronce que redondearon el mejor aporte de las féminas al sonado reinado de la isla en el torneo de gimnasia artística de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, y ello justificó el interés de los periodistas.

¿Fue difícil manejar la presión del evento?

Desde que llegué tuve una buena disposición, porque sabía que habíamos entrenado bien, además de que siempre recibí el empuje de mi entrenador.

¿Algún momento de duda?

Cuando fallé en las barras asimétricas me sentí algo decaída, pero me dije “Estamos en la mitad de la competencia y te faltan tus mejores aparatos, así que sube el ánimo”, y esa mentalidad me llevó al resultado.

¿En qué piensas para sobreponerte a las exigencias?

Lo que más me estimula es recordar lo que me he sacrificado durante tantos años... saber que no entrené, luche, bajé de peso y aguanté dolores por gusto. Entonces  me convenzo de que tengo que seguir adelante.

¿Cómo asimilas este dominio por países?

Lo más importante es haber demostrado que el pueblo puede seguir confiando en nosotros, que sepa que nuestro deporte va a seguir creciendo.

¿Satisfecha en lo personal?

Quería ganar como máxima acumuladora, pero no pudo ser y terminé tercera. Logré mi propósito de obtener el oro en piso y salto, la plata del equipo estuvo bien y no esperaba el bronce en la viga de equilibrio.

¿Cuándo descubriste la gimnasia?

A los cuatro años en la sala Antonio Maceo de Santiago de Cuba, con Raudel y otros entrenadores a los que siempre les agradezco.

¿Y la Escuela Nacional?

Tenía ocho años y fue difícil, porque tuve que aprender a desempeñarme sola, y al sacrificio de unir el deporte con los estudios, aunque siempre recibí mucha ayuda.

¿Cuántas veces al año ves a tus padres?

A veces ellos pueden viajar, pero casi siempre solo cuando termina el curso escolar. Me han apoyado y los quiero mucho, igual que a una hermana que también está en la escuela y dice que va a ser mejor que yo.