Veracruz.- LA INTENCIÓN de que los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe rindan culto a las tradiciones distintivas de esta región mexicana sumó otra nota destacada con la concepción de sus medallas.

Ideadas por Juan José Aguilar López y María Fernanda Aguirre, jefa de la oficina de imagen y diseño del Comité Organizador, están inspiradas en la cultura totonaca, especialmente en la danza prehispánica de los guaguas, quetzales o quetzalines.

Los conocedores elogian ese arte como expresión de gran belleza que rendía culto al sol a partir de una coreografía de pasos que evolucionan al compás de sones donde ejercen protagonismo el tambor y la flauta.

La creación de las preseas tuvo en cuenta el majestuoso penacho que portan los danzantes, herederos de quienes agradecían las lluvias llegadas como bendición para sus cosechas.

Queda ahora confiar en que los fabricantes garantizaran la calidad necesaria para evitarles igual suerte que las corridas por las entregadas en la cita panamericana de Guadalajara.

Aquellas reflejaron la tradición del agave, la planta más representativa del folclore mexicano, y los colores del arte huichol, y fueron muy bien acogidas por su formato, pero terminaron por aportar noticias negativas.

Resulta que no pocas perdieron su color original, al punto que las autoridades del país solicitaron explicaciones a la Casa de Moneda de México y a los organizadores, instándolos a ofrecer una descripción detallada del proceso utilizado para su fabricación.

Ojalá la historia no se repita para que el lindo gesto que significa homenajear la historia tenga un mejor final luego del buen episodio vivido en la ceremonia inaugural.