Foto: Mónica Ramírez
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La Habana.- CHANELI Martínez es una niña menudita, muy “despierta” para su edad y dueña de unos ojos achinados que le brillan de manera especial cuando sonríe o habla de ajedrez.
Tiene apenas 12 años, pero al parecer ya encontró el rumbo de su vida y sueña con llegar a Gran Maestra y coronarse al máximo nivel.
Sabe de la dedicación que ello demanda y está dispuesta a asumirla porque ya le “picó” el “bichito” del apasionante juego y demostró el talento requerido para hacer realidad metas ambiciosas.
Su reciente medalla de plata en la categoría sub-12 del Festival Panamericano de la Juventud disputado en México le llegó para confirmar que no es iluso querer más.
«Pudo incluso ser mejor, porque en dos oportunidades ganando una partida terminaba primera, pero perdí», dice sin tristeza, porque afortunadamente todavía asume la competencia como una diversión.
«Habían varias jugadoras con título y Elo, y con mi resultado ahora soy candidata a Maestra FIDE», explica como parte de un diálogo que cerró con una buena demostración suya sobre el tablero.
Chaneli nació en el municipio capitalino del Cotorro y entrena en la academia de esa localidad a las órdenes de Osvaldo López, pero no siempre tuvo el mismo interés por el deporte.
Cuentan quienes vivieron de cerca sus primeros pasos que cuando tenía seis años para ella el ajedrez era lo mismo que el dominó, el parchís o las cartas: algo para entretenerse.
Pero los más cercanos le descubrieron sus habilidades y quisieron que se convirtiera en algo serio.
«Al principio no quería, pero estando en segundo grado me llevaron con el entrenador Juan Lázaro García y él me enseñó para competir, me preparó de otra manera», recuerda.
Entonces tenía siete años y no imaginaba que en poco tiempo se convertiría en multicampeona de los torneos “Descubriendo a un Capablanca” y ganaría no pocos certámenes por edades.
Su estreno internacional se produjo en el 2013 con quintos lugares en el panamericano en Brasil y el centroamericano en Costa Rica.
«La primera vez me quedé impresionada con tantos niños, porque éramos más de 200 compitiendo, y conocí a jugadoras de otros países, hice amigas, fue divertido y bueno jugar allí», evoca ahora.
En la actualidad posee un coeficiente Elo de 1 717 unidades, cifra que seguramente comenzará a incrementar cuando crezca su presencia en lides de mayor rango.
De su estilo de juego confiesa que prefiere lo posicional. «Ataco cuando hay que atacar, pero me siento más cómoda trabajando las pequeñas ventajas y con piezas negras», sostiene.
La apertura Escocesa y las defensas Francesa y Petroff son sus favoritas, aún utiliza los sistemas de peón dama y tiene entre sus libros más gustados “101 ideas de ataque” y “101 ideas de estrategia”.
«Estudio mucho con la base de datos de la computadora, aunque no hay nada como pasar las partidas sobre un tablero, tocando las piezas», asegura, porque pese a ser una niña de la “era informática” aprecia el encanto de lo tradicional.
En septiembre comenzará la secundaria básica, una etapa que sabe diferente pero igualmente compatible con su dedicación al ajedrez. No ha decidido qué carrera estudiará y por lo pronto sus clases preferidas son las de matemática.
También disfruta compartir con sus amigas, seguir las teleseries coreanas, escuchar música e intercambiar sobre temas propios de su edad.
Admira a las cubanas Sulennis Piña y Yaniet Marrero, tiene al noruego Magnus Carlsen en el sitio reservado a su ídolo y se sabe inmersa en el compromiso extra que implica avanzar en el duro mundo de las 64 casillas.
Cuenta con el apoyo de la familia y así se proyecta hacia un futuro que implicará mucho de entrega en busca de que lo positivo sea más que los sinsabores.
Con ese optimismo la despidió JIT, al tiempo que quedaba hecho el compromiso de la primera entrevista una vez graduada de Gran Maestra.
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