LOS ORÍGENES de los ejercicios de fuerza son tan viejos como el hombre mismo, pues se remontan a los tiempos en que este levantaba y trasladaba diferentes tipos de cargas tales como rocas, troncos de árboles, animales cazados y otros objetos como parte de sus actividades diarias.

La importancia de esas acciones inherentes a la supervivencia hizo que la fuerza muscular constituyera una de las cualidades más apreciadas en el hombre, precisa C. Cuervo en Fundamentos Generales del Levantamiento de Pesas(1989).

Subraya el autor que con el transcurso del tiempo los ejercicios de fuerza que empleaban diferentes tipos de cargas se utilizaron como parte de la gimnasia de aplicación militar, la gimnasia higiénica, e incluso con intención místico-religiosa.

En el antiguo Egipto, por ejemplo, se compitió en fuerza, y el levantamiento con una mano de sacos de arena de diferentes pesos formaba parte de la preparación de los soldados.

En China el levantamiento de piedras sobre la cabeza era practicado antes de nuestra era, y en el siglo VIII de nuestra era se compitió en un pentatlón que incluía el levantamiento de un disco de madera o metal de unos 30 kg, lo que debía hacerse diez veces, y el traslado del mismo subiendo 20 escalones.

Plantea Cuervo que las actividades de fuerza se desarrollaron además en el Medio Oriente. En la antigua Persia (hoy Irán) surgió hace unos 3 000 años un sistema de gimnasia de fuerza con diferentes tipos de cargas, llegado hasta nuestros días.

En Grecia, cuna del olimpismo, alcanzaron gran popularidad y un carácter más deportivo. Muestra de ello es la historia del campeón olímpico de lucha Milón de Crotona, de quien se dice daba vueltas a la ciudad con un ternero en hombros, y cuya fuerza crecía en la medida en que aumentaba el peso del animal.

Allí también practicaron con bastones de piedra o metal de pequeños pesos, el filósofo Aristóteles elogió las ventajas de los ejercicios de fuerza y el museo de Olimpia aún conserva un bloque de unos 143 kg de la conocida como “piedra de Bybón”.

Su nombre se debe a la inscripción tallada en ella, según la cual este la lanzó con una mano sobre la cabeza, lo cual, aunque polémico, resulta interesante.

En Roma el famoso médico Claudio Galeno recomendó los ejercicios con pesos como medio para preservar la salud y tonificar los músculos, y en la América prehispánica se practicó el levantamiento de troncos de árboles de hasta 100 kg.

Recordemos que en el poema “La Araucana”, de Alonso de Ercilla, el héroe Caupolicán es proclamado Toqui (caudillo) por soportar durante más tiempo que sus contrarios un pesado tronco sobre los hombros, y que leyendas greco-italianas, la Biblia y otros textos de la antigüedad también resaltan hazañas de fuerza.

Cuervo indica que como reminiscencia de aquellos tiempos aún subsisten dos modalidades deportivas de carácter local en la Europa contemporánea: el levantamiento de piedras de diferentes pesos y formas en la región vasca española, y el lanzamiento de piedras, muy popular en las zonas rurales de Suiza.

Durante el feudalismo las actividades de fuerza conservaron su matiz primitivo, resaltando en pueblos guerreros como los vikingos dentro de su preparación militar.

El desarrollo económico y socio-cultural del período posterior al Renacimiento en Europa contribuyó al auge de diferentes modalidades deportivas y de la Educación Física.

Destacados intelectuales como Rabelais, Rousseau, Basedow, y los padres de la gimnasia Pestalozzi, Guttamuth, Ling, Jahn y Tirs abogaron por los ejercicios de fuerza con pesos.

Ya a finales del siglo XVIII y principios del XIX se popularizaron en ese continente los circos y ferias que recorrían ciudades y pueblos y contaban entre sus atracciones con los “hombres fuertes” protagonistas de actos como el retorcimiento de cabillas, arrastre y sostenimiento de grandes pesos y el levantamiento de campanas, balas de cañón, barriles y otra gran variedad de objetos, e incluso personas o animales.

Admirados por los espectadores, contribuyeron a popularizar las actividades de fuerza.