Foto: José L. Anaya

La Habana.- “DE TAL palo tal astilla”. “De casta le viene al galgo”. “Hijo de gato caza ratón”...

Son refranes que pudieran resumir las experiencias de una familia deportiva cubana encumbrada por resultados emergidos de los Juegos Escolares Nacionales, cuna de grandes campeones.

Wilber Sánchez Amita fue un grequista de respeto con performance marcado por el subtítulo juvenil del orbe en Vancouver´87, reinado mundial absoluto en Estocolmo´93 y Tampere´94, y bronce olímpico en Barcelona´92.

Su gloria no fue una casualidad o fruto del azar. Salió a relucir tras acceder al oro en los 32 kilos en la edición 20 de la fiesta escolar, transcurrida en Holguín, y quedar en bronce un año más tarde en Camagüey.

Interrogado por JIT este santiaguero rememora con alegría su paso por un evento que le educó y lo enrumbó en el camino del deporte.

«Los Juegos Escolares me enseñaron lo que era la lucha, la disciplina, los deseos de vencer, el tesón que hay que tener para entrenar y lograr buenas notas al mismo tiempo», dice.

«Uno aprende mucho y para mí fue un honor participar en dos ediciones», afirma.

«En esa pequeña olimpiada defiendes a toda costa el amor por la camiseta, por la provincia, por su municipio, sobreponiéndote a adversidades y lesiones», asevera.

El hoy metodólogo de alto rendimiento recuerda con especial agrado que en sus dos temporadas en esas lides la trusa de su natal Santiago de Cuba era roja y negra como la bandera del 26 de julio.

«Esas no había quién me las quitara, iba con ellas a todas partes, y hasta dormía con ellas», puntualiza.

Sus recuerdos van más allá para agradecer a todos los que de una forma u otra le forjaron, en especial los entrenadores Evaristo Mora y Sergio Rodríguez.

Algo más de dos décadas después sus hijos hasta le superaron al vencer en dos justas consecutivas.

Primero fue Wilber Jr., el primogénito en los 38 y 42 kg, y más tarde Maynor en los 42 y 46 kg del mismo estilo, actuales miembros jóvenes de la preselección nacional del verde caimán.

Este último pudo ser interrogado por JIT y expresó que su padre es su ejemplo no solo en lo deportivo sino en lo personal.

«Mi papá es lo máximo. Sueño con ser como él o mejor. Claro soy joven y sé que me falta mucho por lograr y para ello cuento con mis entrenadores y con él por supuesto.»

Su padre, que lo escucha, rápidamente pasa a la ofensiva y precisa « Maynor es muy técnico, rápido e inteligente, es disciplinado y tiene bien fusionado talento y coraje, algo imprescindible. Wilber Jr. también es muy bueno y ambos son los amores de mi vida.

»Pronto se escucharán sus nombres y entonces aunque ya lo estoy estaré aún mucho más satisfecho, honrado de ser su padre, su guía, su amigo», dice Wilber convocado a cerrar el diálogo con su avezada opinión.