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La Habana
Año 66 de la Revolución
ENTREVISTA
Pepe Ramírez: cultivador, formador, triunfador del básquet

Me quedo con las mujeres. Son más fáciles de convencer, escuchan las indicaciones y tienen más disciplina en el entrenamiento, afirma.


Por: Roberto Méndez
(robemen@inder.cu)
sábado, 9 de octubre de 2021 08:38 AM



Foto: Calixto N. Llanes

La Habana.- EL ÚLTIMO de una generación muy respetada de entrenadores del baloncesto cubano sale de la escena competitiva. Como «cultivador de campeonas» lo calificó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz tras ganar de forma espectacular el torneo preolímpico jugado en La Habana en 1999.

José Andrés “Pepe” Ramírez Paz (La Habana, 1948) quizás no vuelva a dirigir, pero posee todos los méritos como formador tras una trayectoria en que transitó desde jugador a comisionado nacional.

La pasión por este juego le llegó cuando era alumno de la enseñanza primaria. Tras el triunfo de la Revolución siguió practicando y asistió a los I Juegos Escolares Nacionales. No avanzó mucho como atleta de alto rendimiento, pero su huella como entrenador resulta imborrable con medallas a nivel escolar, juvenil y mayor.

Fue asistente de Carmelo Ortega y Ernesto Díaz, de quienes confiesa aprendió mucho. Obtuvo buenos dividendos como técnico en el club Obras Sanitarias, de Argentina, donde también fungió como asesor de su disciplina y representante de Cubadeportes S. A.

Situaciones especiales le retornaron a Cuba para cumplir actividades diversas, como la de comisionado, desde la cual laboró en pos de reorganizar la estructura competitiva del país.

En otra etapa singular se comprometió con la dirección de la escuadra nacional varonil, y en apenas cuatro meses construyó el retorno al podio en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, tras 32 años de espera.

Hombre de gran experiencia y franqueza, tuvo muchos intercambios y hasta “encontronazos” con este redactor. Sin embargo, desde su hogar en el Casino Deportivo pactamos un recuento de su vida como nunca antes.

Sus primeras canastas… ¿Por diversión?

Me gustó ese deporte. Jugaba desde la primaria en el Colegio La Salle, de Marianao. Existían torneos intercolegiales en los que participamos junto a equipos de Belén, Los Maristas y otros.

Después de 1959 seguí la práctica en la escuela secundaria Juan Manuel Márquez, pero me alejé para participar en la Campaña de Alfabetización, en Matanzas. Al regreso retorné a practicar y participé en eventos escolares.

Poco camino en el alto rendimiento…

Solo medía 1,79 metros, así que servía como base organizador, pero no me destacaba mucho en esa posición. Jugué en los I Juegos Escolares Nacionales por La Habana, en un equipo que tenía a Ruperto Herrera, medallista de bronce olímpico en Múnich 1972. Después participé en lides provinciales y nacionales juveniles.

¿Cómo fue la decisión de continuar como entrenador?

Al finalizar el primer curso en el preuniversitario de Marianao me inscribí en la Escuela Superior de Educación Física Manuel Fajardo, donde me gradué en 1968 en la especialidad de baloncesto. Soy del segundo curso.

Nos destinaron al servicio social en Isla de la Juventud y estuve un año. Regresé a la capital como entrenador de la Eide en las categorías 11-12 y 13-14. Me nombraron jefe de cátedra y pasé a la de 15-16 hasta 1972. Obtuve oro en cuatro juegos escolares.

Crecimiento desde la base…

Tras esos resultados, en 1972 me designaron al frente de la selección nacional juvenil. Con aquel equipo gané plata en el torneo esperanzas olímpicas de 1973 y en el centroamericano y del Caribe de Guatemala en 1974.

Gran salto en una época de reconocidos técnicos…

En 1975, cuando designan a Carmelo Ortega y Ernesto Díaz como entrenadores del equipo nacional masculino, ellos me llamaron como segundo asistente. Estuve en esa función hasta 1978, cuando salió Carmelo y pasé a primer asistente.

En 1980 hubo cambios y pusieron al frente a Pedro Chappé, quien me encargó el equipo B. Al regreso de Carmelo en 1984 me nombró como su segundo, labor que desempeñé hasta los Juegos Panamericanos de La Habana 1991.

¿Qué aprendió de ellos?

Muchas lecciones. Fueron un factor determinante en mi aprendizaje y en lo que apliqué en mi labor posterior.

La responsabilidad de ser primer entrenador…

Grande, por ser el principal responsable de los logros y las derrotas. Implica unir a personas de diferentes personalidades y grados de escolaridad, entre otros aspectos sociales, económicos y sicológicos. Todo para formar un equipo unido, con igual objetivo, y llevarlo al nivel competitivo más alto posible.

¿Fue grato dirigir a las chicas?

Me llamaron para esa responsabilidad en 1998. Por eso concluyó mi colaboración en Argentina. Tuve muchas alegrías y tristezas con las muchachas, pero sin duda fueron grandes experiencias ganar el preolímpico de La Habana en 1999, ante Brasil; y los Juegos Panamericanos de Winnipeg ese propio año ante Canadá y Estados Unidos. Los resultados obtenidos nos llevaron al quinto lugar del ranking mundial entre 1998 y 2002. Eso fue muy gratificante.

¿Prefiere trabajar con mujeres u hombres?

Me quedo con las mujeres. Son más fáciles de convencer, escuchan las indicaciones y tienen más disciplina en el entrenamiento.

Dirigente en tiempos especiales…

Imagine enfrentarse a un deporte a nivel nacional. Me nombraron como comisionado en 2004. Nos dimos a la tarea de reorganizar las ligas superiores y atraer al público a un espectáculo que llegó a ser el segundo del país. Implantamos los refuerzos y la obligación de acoger a jugadores de menor edad. Incluso hicimos la versión femenina, pese a discusiones y opiniones en contra. También reanimamos las estructuras de una disciplina que como las restantes se vio muy afectada en los años 90.

¿Cómo ve la salud del baloncesto cubano actual?

La incorporación de varios jugadores a ligas extranjeras ha sido muy positiva. Eso debe incentivarse mucho más en pos del desarrollo, principalmente de los jóvenes. Lo otro es seguir buscando talentos, realizar bien las competencias y motivar la práctica entre niños y jóvenes. Solo así podrá retornarse a los planos internacionales.

Igualmente ayuda la organización de la Fiba para las copas mundiales. En América, por ejemplo, ahora se topa mucho más gracias al sistema de ventanas.

¿Dispuesto a seguir en el baloncesto?

Definitivamente. Trabajo en un libro, sigo en la cátedra de la Esfaar Cerro Pelado, estoy en la parte técnica de la comisión nacional y como secretario de la federación cubana.

¿Le falta algo por hacer?

Llevar mis conocimientos a más personas, aunque me siento feliz por todos los atletas y entrenadores que he ayudado a formar.

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