Tokio.- ESTABA claro que sería una tarea complicada luego de un año de discretas marcas, pero el cubano Cristian Nápoles nunca pensó irse antes de completar la final del triple salto entre hombres, disputada en la calurosa mañana de este jueves en unos Juegos Olímpicos que están ya en la recta de despedida.

Después de asegurar con 17.08 metros su inclusión entre los 12 hombres que discutirían el título, parecía que le iría mejor en esa etapa. Es cierto que era demasiado optimista pensar en medallas cuando enfrentaba a varios que sobrepasan los 17.30 con facilidad y no iban a ir por menos.

Sin embargo, Cristian saltó apenas 16.63 metros y cometió par de faltas, antes de quedar fuera del grupo de los ocho mejores de la prueba. Sus sueños se esfumaron, junto a los de quienes le siguen y reconocen que puede hacerlo mejor.

Su cuarto lugar mundial en Londres 2017 y quinto dos años después en Doha parecían credenciales esperanzadoras. Tal vez por eso Cristian era la imagen del desconsuelo cuando pasó ahora por la zona mixta del Estadio Olímpico de Tokio.

Una toalla blanca le ocultaba el rostro y las lágrimas, iba molesto… Este no era el debut olímpico que imaginaba. En medio del “trágico” momento, tuvo la deferencia de detenerse y hablar con la prensa: «No sé aún qué me pasó, la carrera de impulso nunca la encontré», dijo contrariado.

Es cierto que no había tenido una buena temporada, con solo una competencia internacional que completó sin llegar a los 17 metros. Y aunque sus 22 años años le dejan un buen margen de tiempo para seguir trabajando, lo cierto es que quedar aquí entre los ocho primeros hubiera sido un gran impulso para su carrera.

Al final Pedro Pablo Pichardo, nacido y formado como saltador en Cuba y ahora representando a Portugal, conquistó la medalla de oro con récord para su país de adopción de 17.98 metros. Detrás el chino Yaming Zhu se regaló la medalla de plata con registro personal de 17.57 y el burkinés Huges Fabrice Zhango se llevó la presea de bronce con 17.47.

Estados Unidos perdió así un trono que le había pertenecido durante dos ediciones consecutivas y su representante m{as destacado aquí, Will Claye, anotó lo mejor de su temporada (17.44 metros), pero ni así pudo repetir los subtítulos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.

El campeón de esas dos citas, el también estadounidense Cristian Taylor, no pudo defender sus reinados luego de lesionarse en la reunión de Ostrava, a mediados de mayo pasado. Para Portugal esta fue su segunda medalla de oro, porque Nelson Evora había triunfado en Beijing 2008.

Esta mañana también se repartieron los premios en los 110 metros con vallas, y el jamaicano Hansle Parchment con discretos 13.04 segundos tomó el relevo de su compañero Omar McLeod, campeón de Río 2016 y ausente ahora porque no clasificó en los trials de su país.

El estadounidense Grant Holloway, monarca mundial del 2019, con apenas 13.09 no pudo hacer regresar a su país a lo más alto de una especialidad en la que los norteños han dominado históricamente.

En la bala entre hombres se cumplió el espectáculo prometido. Los estadounidenses Ryan Crouser y Joe Kovacs repitieron el formato de hace cinco años y cerraron con esperados oro y plata. Crouser superó su propio récord olímpico en dos ocasiones y lo fijó ahora en 23.30 metros… Una marca que parece “galáctica”.  

En la noche nipona, los amantes del atletismo cubano estarán siguiendo a Yarisley Silva en la discusión de las medallas de la garrocha, mientras que la posta 4x400 femenina se presentará en el heat 1 buscando su avance a la final.