CUANDO el pedagogo, político y patriota Enrique José Varona nos enseñó a pensar en términos científicos, la sicología cubana iniciaba un largo camino de aportes. El filósofo nos transmitió sensibilidad y convicción de que la desigual distribución de la riqueza causa la mayoría de los males de la sociedad.

Motivados por las ideas de Varona, jóvenes egresados de la Facultad de Sicología de la Universidad de La Habana iniciaron su etapa laboral en un medio agonístico, abonado por el legado de Pierre de Coubertin y su propuesta de una sicología del deporte integrada y respetada.

En línea con esos preceptos y las concepciones de una nueva Cuba, el Inder estuvo entre las primeras instituciones de América que contrató sicólogos para fortalecer la salud y educación en  valores de sus atletas.

Con ello no hacía otra cosa que aplicar las ideas y la voluntad del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz respecto al deporte que en lo adelante habría de desarrollarse en el país. 

Mucho antes de que se discutiera en Estados Unidos (años 70 del siglo XX) quiénes podían desempeñarse como sicólogos del deporte, y cómo compatibilizar su formación con la de los profesionales del ámbito de la educación física, se fundó en el Instituto de Medicina del Deporte (IMD) de Cuba un departamento –evolucionaría a subdirección- que brindó cobertura sicológica a los deportistas de alto rendimiento. 

De ese modo, la figura del sicólogo del deporte fue reconocida en nuestro país diez años antes de que lo hiciera el Comité Olímpico de Estados Unidos.

Por su parte, desde la temprana fecha de 1966 se inició la enseñanza de la sicología del deporte a profesores, licenciados en cultura física y entrenadores, por parte de colegas como Osmel Martínez y Leonel Rusell, entre otros. 

En un artículo anterior publicado por JIT, este autor afirmó: «Si alguna virtud especial puede exhibir el movimiento deportivo cubano, es haber favorecido la formación de un equipo experto de sicólogos deportivos preparado para trascender la consulta y el laboratorio y sudar junto con los deportistas en el terreno. El sistema garantiza su eficiencia, al asegurar que los entrenadores cursen asignaturas de sicología del deporte en la licenciatura, impartidas por colegas especializados en la formación de cuadros científicos en la universidad del área…».

Nuestro país ha sido reconocido por la adecuada utilización de estos profesionales. En la NotiSección No. 46 se publicaron criterios de algunos destacados especialistas del mundo iberoamericano acerca de la praxis que en Cuba se realiza. 

Cantón Chirivella refirió: «es del todo necesario –la figura del sicólogo(a) del deporte- para alcanzar las mayores cotas de excelencia físico-deportiva y de rendimiento competitivo, salvaguardando a su vez desde la ética deontológica profesional, la salud y el bienestar de las personas».

El reconocido profesor de la Universidad de Baleares, Alejandro García Más, respondió a nuestro cuestionario también: «…una cosa es la sicología del sentido común, otra es la existencia de entrenadores(as) con preparación sicológica, y otra la sicología científicamente comprobada aplicada a la actividad física y el deporte… Se puede hablar de intrusismo cuando –los coaches- se hacen pasar por sicólogos, facturan como uno de ellos, o cuando utilizan “terapias”».

Por su parte, el destacado colega español Joaquín Díaz quiso colaborar con nuestra indagatoria y refirió: «la sicología cubana tiene un magnífico presente y un espléndido futuro. Sus profesionales son muy valorados, tanto como sus aportaciones, trabajos y experiencias profesionales. Como en todos los países iberoamericanos el reto está en hacerse más visibles y dar un salto cuantitativo al mundo aplicado. También en ampliar el ámbito de actuación a deportes emergentes y a nuevos campos de trabajo».

El número de profesionales a lo largo de nuestro país, afiliados a la Sociedad Cubana de Sicología, asciende a 250. Pertenecen además a los centros de medicina del deporte y a la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo.

Se eleva constantemente el número de másteres y doctores en ciencias; aumentan las instituciones que realizan estudios relacionados con esta ciencia aplicada y se mantiene la cobertura directa en el terreno.  

Como referimos recientemente en JIT, «los sicólogos deportivos cubanos podemos sentirnos orgullosos de nuestra capacidad regenerativa y del aporte que hacemos al movimiento deportivo cubano».

El año que acaba de transcurrir confirma esta afirmación, al poner a prueba la sensibilidad del gremio y su disposición a contribuir a la lucha contra la pandemia de la Covid-19 que continúa hostigándonos.

Los sicólogos se sumaron a lo largo del país a las pesquisas y la educación de hábitos favorables frente al virus. Se realizaron 17 cápsulas audiovisuales dirigidas a preservar todo lo posible la preparación sicológica en condiciones de confinamiento, y se colaboró con la Sociedad Iberoamericana de Psicología del Deporte (SIPD) en este empeño, trasmitiéndoles nuestras experiencias. 

Sin embargo, se producen cambios que nos compulsan a más acciones gremiales y a mantenernos alertas frente a diversas interpretaciones, deslumbramientos frente a procedimientos epistemológicamente ajenos y otros vectores tangenciales propios de los entornos sociales.

No debemos olvidar que nuestros aportes pertenecen a la categoría de activos intangibles, los cuales requieren años y continuados esfuerzos para su conformación, como muy bien describió recientemente el Dr.C. Agustín Lage.

Hay que cuidar esos “activos” y, dentro de lo posible, ponerlos a producir recursos financieros en momentos como los que vivimos. No es posible hacerlo si los contaminamos o maltratamos con decisiones equivocadas que afecten la identidad del sicólogo del deporte cubano.

La principal función de las sociedades científicas en nuestro país es, precisamente, velar por la salud de las ciencias aplicadas y lograr que respondan a los intereses de la Revolución. Por eso hacemos la parte que nos corresponde. 

La deseada y necesaria unidad no es hija de la afiliación acrítica. De ahí las reiteradas convocatorias de nuestra sección de sicología del deporte a la realización de talleres, publicaciones, seminarios y otros espacios de integración activa. Es la unidad dentro de la diversidad lo que estimula el desarrollo científico y, con ello, el crecimiento continuado de nuestro movimiento deportivo.

Cuando corresponda presentaremos valoraciones y propuestas acordadas en diversos espacios profesionales a la dirección del Inder, en aras de aprovechar aún más la labor de los sicólogos.

Somos orgullosos seguidores de Enrique José Varona, y estamos seguros de que esos encuentros contribuirán a fortalecer nuestra querida ciencia aplicada y el deporte nacional.