Holguín.- CONQUISTAR medallas durante más de una década en los juegos nacionales escolares y juveniles es digno de encomio, y mucho más que las féminas reinen ininterrumpidamente desde 2012 y los varones ocupen el primer o segundo lugares en los últimos siete años.

Con los pedalistas transitando por las carreteras vecinas a la Eide Pedro Díaz Coello, en Holguín, nada sorprende. Y tampoco cuando se sabe del apoyo de la dirección del centro; de las anécdotas y sueños de los alumnos; y de las estrategias del colectivo técnico para paliar las dificultades que entraña un deporte sumamente costoso.

«Para 2020 las perspectivas eran ganar en ambas categorías, al disponer de ciclistas que repetían incluso en su grupo de edad. Las dos mejores juveniles están en el equipo nacional, Evelín Díaz y Daimelín Pérez, así como Douglas Parrado, con una tremenda trayectoria, al ser medallista desde octavo grado», explicó a JIT Yoander Pupo, jefe de cátedra.

Junto a sus compañeros Omar Rodríguez, Rolando Páez, Yosvani Barea, Danay Martínez y Yadir Cebada, y los mecánicos Alexei Fernández y Dayán Chase, no pierde el optimismo y las esperanzas de que pronto pueda celebrarse la principal competencia del país y que Holguín retenga la corona.

«Contamos también con Laura Feria y Maylén Ramos, medallistas en 2018 y 2019, y candidatas al equipo nacional juvenil», reveló Pupo, quien elogia su claustro, una mezcla de veteranos y jóvenes que garantizan el futuro.

Entre estos últimos aparece Barea Campins, quien luego de bajarse de la bicicleta suma siete años de triunfos a través de sus pupilos, ocupantes del primer y segundo escaños.

Los triunfos del ciclismo holguinero no son recientes. Las muchachas aportan atletas desde la creación del equipo nacional en noviembre de 1986. Los hombres han tenido también sus representantes a ese nivel.

En el curso 2016-2017 la provincia reunió a 11 pedalistas en la preselección nacional. Actualmente hay cuatro hembras y dos varones, cifra que podría ampliarse cuando el país vuelva a la normalidad.

Esa estabilidad tiene una clara respuesta, confirma Omar, el más veterano de los profesores: «ante todo se debe a la unidad y el nivel técnico-metodológico del colectivo. Tratamos de resolver los problemas y hemos llegado al detalle, o sea, a la estrategia por categoría, ubicando atletas en cada área y trabajando en las pruebas de los juegos nacionales.

»Hemos logrado maestría en eso, según las características de los atletas y a pesar de no tener velódromo. El trabajo con los de pista lo hacemos en la carretera, en tras-moto. Resulta peligroso, pero tomamos las medidas de seguridad. No hay otra opción», añadió.

También contribuye al sólido rendimiento el trabajo con la reserva deportiva: «hacemos visitas y controles periódicos a las áreas deportivas, y cuando los niños llegan a la Eide realizan test integrales. Los atendemos por años, perfilándolos hacia la pista o la ruta».

Cuando le preguntan a Barea cómo ganan sin disponer de una pista en el territorio, responde sin dudar… «Además de la unión nos distingue la disciplina. Esas son las claves del éxito. De otra manera no le ganaríamos a nadie. Nos ayudamos y no hay tarea que el grupo no asuma como suya, ya sea en competencias o trabajando en la carretera. Esa es nuestra mayor preocupación, pues hay choferes muy irresponsables».

UN SUEÑO: LA PISTILLA

«Aunque respondemos con nuestro trabajo y resultados, nos sentimos privilegiados. Desde hace varios cursos tenemos total apoyo de la Eide. Contamos con cuatro motocicletas y el combustible requerido para el entrenamiento y las competencias», reconoció Pupo.

También despierta esperanzas la posibilidad de construir una pistilla, proyecto en manos de la directora del centro Anareya Oropeza. Ella valora positivamente la idea, pero se requiere un diseño adecuado y sobre todo el presupuesto necesario. Serviría no solo para entrenar, sino también para competencias y topes.

«Una de nuestras debilidades es la preparación sicológica. El 90 por ciento de las pruebas de los juegos nacionales se disputan en el Velódromo Reinaldo Paseiro, donde los atletas suelen inhibirse. Estamos seguros de que los resultados serían mejores de poder prepararnos en una pistilla. Sin esas condiciones hemos sobrepasado límites y ganado premios durante años», agregó Omar.

En ese trabajo cohesionado, los entrenadores no olvidan el apoyo de los padres y de profesores ajenos a la escuela, como Lázaro Reyes, cuya contribución resulta clave por sus conocimientos profundos de las bicicletas, a las que hace insólitas innovaciones.

«Forma parte de esta familia nuestro compañero jubilado Oscar Viamontes. Nos ayuda con materiales y conocimientos. Su hijo Serguei, exciclista, y otros nos prestan bicicletas para eventos específicos. Nosotros compramos gomas y priorizamos a los atletas según los propósitos competitivos. En las carreras lo que tenemos se dispone para todos», recalcó Pupo.

Ese amor y entrega por el deporte de las bielas se transmite a los alumnos. Laura Feria, quien ha dedicado siete de sus 18 años de edad a estos trajines, afirma que «nos gusta el ciclismo y cumplimos lo que dicen los profesores. Yoander y Omar son como padres, nos exigen, cuidan y animan. Así se gana. El ciclismo es nuestra pasión y lo llevamos en el pecho».

*Reportaje realizado a inicios de año.