Foto: Tomado de Plaza Deportiva.

La Habana.- AHORA que los aires olímpicos baten de manera diferente y Tokio se alejó por 12 meses, se agradece que la búsqueda en los archivos conduzca al aniversario 40 de una cita que marcó la diferencia: Moscú 1980.

Hace hoy cuatro décadas el mundo despidió los primeros juegos marcados por el boicot político. La lid organizada en la capital soviética se alzó como arma de la Guerra Fría y 62 países, encabezados por Estados Unidos, rechazaron asistir.

No obstante, el deporte vivió páginas grandiosas. Las hazañas opacaron las dudas. Callaron a quienes se preguntaban si el certamen hubiera sido igual con la asistencia de todos, y  hasta los medios más reaccionarios tuvieron que reconocer el éxito de unos anfitriones que disfrutaron su momento.

«Después de tantas tensiones e inquietudes sufridas en los últimos meses, los Juegos concluyeron sin ningún incidente digno de mención», aseveró el diario español El País en su edición del 5 de agosto de 1980.

«Con éxitos deportivos que en nada empañaron las ausencias de destacados atletas de los países que no participaron, y significados por una extraordinaria organización», añadió la crónica de despedida.

En el Estadio Lenin se clausuró una cita a la que muchos le auguraron el fracaso que nunca llegó. Es cierto que solo participaron 80 de los 143 países reconocidos entonces por el Comité Olímpicos Internacional, pero se quebraron gran cantidad de récords y quienes salieron a los escenarios mostraron su mejor cara, ajenos al trasfondo político que limitó el alcance de la fiesta.

La ceremonia de clausura emocionó al mundo por su vistosidad, el decorado humano rozó la perfección y muchos calificaron de inigualable el espectáculo que tuvo su clímax cuando un oso Mischa de ocho metros se elevó con globos de colores desde la gigantesca instalación para 105 mil personas.

Fue una mascota inscrita entre los grandes aciertos de los organizadores, pasada a la historia entre las más recordadas y primera acuñada con la categoría de universal. Incluso ahora, tantos años después, muchos la sitúan como la más popular junto a Cobi, en simpático can de Barcelona 1992.

Misha llevaba un cinturón con los cinco aros olímpicos como único adorno y se promocionó desde una campaña de mercado inusual para esa época. Apareció en una serie de dibujos animados y en cuanto objeto fue posible colocar su imagen, y quedó grabada en la memoria de muchos.

Las hazañas competitivas también dejaron pasajes inolvidables, incluidas las plusmarcas del nadador local Vladimir Salnikov, primero en rebajar la barrera de los 15 minutos en los mil 500 metros, y el duelo en la pista de atletismo entre los corredores británicos de 800 y 1500 metros Sebastian Coe y Stephen Owett.

Súmense el alemán oriental Waldemar Cierpinski, quien igualó la hombrada del etíope Abebe Bikila cuando venció en la maratón por segunda vez consecutiva; y el soviético Aleksandr Dityati, primer hombre en conseguir ocho medallas y una calificación de 10 puntos en la gimnasia artística.

En el acápite de las decepciones sonó el nombre de Nadia Comaneci, incapaz de deslumbrar como cuatro años antes. Ya convertida en mujer, sin la inocencia de niña con que impactó en Montreal 1976, conquistó dos medallas de oro, pero los rumanos calificaron de parcial el desempeño de los jueces.

Cuba festejó, encabezada por un boxeo que tuvo al gran Teófilo Stevenson por tercera vez en el centro del podio y premió con otras cinco las coronas los desvelos del mítico entrenador Alcides Sagarra.

La primera coronación de una mujer latinoamericana, protagonizada por la jabalinista María Caridad Colón, y el reinado de Daniel Núñez en levantamiento de pesas completaron la cosecha dorada de una Isla que afianzó fuerzas para ubicarse cuarta por países con balance de 8-7-5.

Moscú 1980 terminó por imponerse a los vaticinios de fracaso. Fue una edición exitosa y 40 años después el mundo dedica reseñas para revivir los momentos que confirmaron al deporte sobre la intención de utilizarlo como escenario de ataque.