DESDE hace décadas sobresalen estudios vinculados al retiro de los deportistas, y toma debido lugar el desentrenamiento como proceso que posibilita paliar algunos de los efectos del alto rendimiento.

Esas investigaciones despiertan interés en nuestro país, pues alimentan la concepción humanista del movimiento deportivo. Atender con respeto y ternura a quienes dedicaron parte de su vida a la alta competencia responde al principio de que el deporte es un derecho del pueblo.

Una visión de tal envergadura no está disponible en la vida de muchas figuras relevantes a nivel mundial, incluso en naciones altamente desarrolladas. Por ejemplo: Garrincha, un laureado futbolista brasileño, murió abandonado y en la miseria.

Los problemas asociados al retiro provienen a menudo de la incapacidad económica de los atletas y su interés por confrontar esa realidad. Ello implica retos para las ciencias aplicadas al deporte y un dilema para las sociedades que han abrazado las lógicas del profesionalismo.

En ese contexto, el atleta no es sujeto de sus creaciones, sino un objeto cuyo valor está asociado a recursos propios y a la manipulación del mercado del ocio.

Para Stambulova y Stephan (2007), la transición al retiro es un proceso dinámico, multidimensional y multifactorial, en el cual la nacionalidad y la cultura juegan roles importantes.

En esencia, la “despedida de las canchas” puede crear alteraciones de la autoestima y la identidad, y la pérdida de refuerzos sociales, económicos y fisiológicos.

LA HORA…

No está claramente establecido cuando un deportista debe poner fin a su carrera. Sin embargo, expertos en metodología del entrenamiento recomiendan hacerlo si ya no pueden elevar la intensidad y volumen de las cargas.

La edad no es un parámetro específico, aunque lógicamente el envejecimiento del organismo influye. Tampoco determinan algunos malos resultados, ya que en muchos casos los deportistas todavía cumplirán las exigencias básicas y se mantendrán en la élite del ranking y las competencias.

No ser elegido, afrontar dificultades con el entrenador o su equipo; cometer indisciplinas; disminuir el rendimiento y sufrir fatiga, lesiones o afectacions de salud se inscriben entre las causas más comunes de las “despedidas”.

No obstante, pueden surgir motivos de fuerza en lo relativo a la vida familiar, los cuales exigen la presencia del deportista en el hogar, alejándolo del gimnasio y los eventos. Toda esta variedad determina entonces los tipos de cuidados a ofrecer.

¿QUÉ DICEN LOS ESTUDIOS?

Las implicaciones sicológicas no previstas suelen experimentarse con mayor intensidad, yendo desde la tristeza y la pérdida de estatus hasta el duelo no resuelto que se proyecta en el malestar de vacío afectivo.

En los casos de pronóstico reservado se habla de la desesperanza que puede conducir a la idea suicida, pero en aquellos de proyección grave toma forma, incluso, el intento de suicidio.

La interrupción de una carrera a causa de imprevistos genera trastornos sicopatológicos mayores. Y una circunstancia a considerar es el rendimiento alcanzado por el atleta hasta ese momento. Entiéndase que las figuras élites reaccionan con intensidad y frecuencia muy diferentes a aquellas que jamás brillaron en el ámbito mundial.

Al respeto, Conolly pregunta: ¿Hay vida tras el deporte? Y la posible respuesta adecuada radica en diseñar un programa de desentrenamiento del modo preventivo y adecuado a las características del atleta en cuestión.

La reconstrucción de la identidad y autoestima puede alcanzarse con actividades no relacionadas directamente con el deporte, pero mediante las cuales se transfieran destrezas alcanzadas como la competitividad, el establecimiento de metas y la toma de decisiones en situaciones límites.