La Habana.- ERNESTO Guevara, eternamente Che, revolucionario integral y multifacético, sintió también gran afición por los deportes.
Aunque por lo general se le cita como amante del ajedrez y el fútbol, también, desde niño, practicó con derroche de coraje y voluntad otros no tan divulgados. Todo ello a pesar del asma que lo acompañó desde los dos años de nacido hasta su asesinato, hace hoy 52, en la escuelita de La Higuera, Bolivia.
Además del juego ciencia, el Guerrillero Heroico practicó fútbol, tiro, natación, golf, motociclismo, escalamiento, pesca, remo, salto con garrocha, tenis de mesa. Su tía paterna, Beatriz Guevara Lynch, recibió la cartica escrita por el puño y letra de Ernestico en torno a su primera hazaña deportiva.
«Querida Beatriz la sorpresa es que lla sé nadar justo el día de tu cumpleaños aprendí a nadar recibe besos de Ernestito», le escribió el 22 de enero de 1933 con las faltas de ortografía de un niño de cuatro años que comenzaba a familiarizarse con las letras.
La natación fue el primer deporte al que se dedicó Ernesto Guevara; su madre había sido una destacada nadadora de río y lo enseñó en la piscina del Sierras Hotel, cercana a su casa, como un ejercicio terapéutico importante para combatir su temprana afección asmática.
Según contó su padre llegó a ser «un excelente jugador de golf» debido a la proximidad de su casa con el campo de la ciudad de Alta Gracia. En ese tiempo se inició también en las caminatas y el montañismo subiendo y bajando las alturas de los cerros cordobeses, ejercicio que al fortalecer sus piernas le ayudarían años después en sus días de guerrillero.
En Alta Gracia también incursionó en el boxeo y se exigió hasta rendir en el ping-pon. El tenis, en cambio, fue un aprendizaje posterior. Cuando la familia se mudó a Córdoba, capital, alquiló una casa pegada al Lawn Tennis de la ciudad. Tanto Ernesto como su hermano Roberto pudieron jugar bien gracias a las lecciones de una maestra entrenada: la hija del cuidador de las canchas de ese club.
En 1939, Guevara aprendió a jugar al ajedrez en Alta Gracia a partir de su relación con una familia española, republicana, que había abandonado su país como consecuencia del franquismo. Este aprendizaje igualmente despertó su interés por la Olimpiada Mundial –entonces Torneo de las Naciones- que se disputó ese mismo año en Buenos Aires con nuestro José Raúl Capablanca, ex campeón universal, entre las principales figuras.
Impresionado por el talento del genial Capablanca supo que había nacido en Cuba, un país del que conocía muy poco y desde el que años después se convertiría en un líder mundial, paradigma de las luchas contra la explotación, por una sociedad más justa.
Muchas evidencias existen de su paso por las diferentes actividades deportivas. Editó en 1951 “Tackle”, una revista de fútbol rugby, con comentarios bajo el seudónimo de Chang Cho.
Y antes, en 1950, el 19 de mayo aparecía en la página 49 del Gráfico, un anuncio con una foto de Ernesto en una bicicleta con motor, y una carta donde él relataba que había realizado en la segunda mitad del año 1949 una gira de 4000 kilómetros a través de 12 provincias argentinas con la bicicleta de motor Micrón.
Como se conoce en diciembre de 1951 comenzó el viaje por Suramérica en motocicleta con su amigo Alberto Granados que lo llevó a recorrer el sur de la Argentina, Chile, Perú. Las roturas frecuentes y ya la definitiva los hicieron seguir la ruta caminando, “a dedo” “(en botella)” y hasta incursionaron, en ocasiones, en juegos de fútbol, su gran pasión deportiva.
En el referido viaje con Granados tuvo oportunidad de bajar de nuevo a la cancha de fútbol en un leprosorio del norte peruano, en la ciudad de San Pablo. Allí jugó en una acción terapéutica para darle un poco de distracción y confianza a los enfermos internos.
Posteriormente, enfrentando grandes riesgos, en una balsa que bautizaron con el nombre de Mambo-Tango, prosiguieron su viaje remando por las caudalosas aguas del Amazonas.
Luego del triunfo de la Revolución Cubana, en la que ganó los grados de Comandante, hay un deporte priorizado en la vida del Che: el ajedrez. Dos veces ganó en los campeonatos patrocinados por el Ministerio de Industria, que él presidía, y participó además en los torneos del Inder, en los cuales ascendió, por los resultados alcanzados, a la primera categoría.
Se enfrentó en partidas simultáneas a varios de los mejores jugadores de esos días, entre ellos los grandes maestros soviéticos Victor Korchnoi y Mijail Tal y el argentino Miguel Najdorf, dándose el gusto de vencer al Maestro Nacional cubano Rogelio Ortega.
Fue el principal impulsor de la práctica del ajedrez en Cuba. Influyó en su masividad y muy especialmente en que los niños lo conocieran y practicaran. Fue factor determinante en el éxito de los torneos Capablanca in Memórian, de los cuales resultó precursor, y asiduo asistente a rondas del certamen en el que paralelamente solía efectuar partidas con conocedores y oficiales del evento.
La Federación Cubana de Ajedrez hizo especial reconocimiento a ese decisivo aporte al referir que Ernesto Guevara «no solo fue un constructor de la primera Revolución Socialista de América sino que, además, su presencia constituyó un aliciente de inocultable valor para el naciente movimiento deportivo cubano». (Originalmente publicado en Cubahora).
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