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La Habana
Año 66 de la Revolución
OPINIÓN
A Tokio sin susto sobre el ring

Pese a liderar 3-2 los duelos contra locales, Cuba rindió por debajo de lo previsto en la puja por preseas del reciente campeonato mundial.


Por: Roberto Ramírez
(roberto.ramirez@inder.gob.cu)
jueves, 26 de septiembre de 2019 09:42 AM



Andy repitió título.Foto: Boxing2019.com

La Habana.- CUBA enfrentó el XX Campeonato Mundial de Boxeo con la aspiración de alzar tres cetros considerados suficientes para confirmar el liderazgo sostenido par de años antes, cuando conquistó cinco y completó su cosecha con dos medallas de plata.

«Sería una cifra significativa, que debe permitirnos ganar como equipo en un evento muy fuerte, reducido ahora a ocho divisiones, de las que estaremos en siete», confirmó su entrenador jefe Rolando Acebal tras la ceremonia que dejó sorteados a 365 concursantes de 78 naciones.  

El certamen se disputó del 9 al 21 pasados en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, aplicó el formato de categorías aprobado para los venideros Juegos Olímpicos (52, 57, 63, 69, 75, 81, 91 y +91 kilos) y no tuvo color de rosas en el ámbito del arbitraje.   

La armada de la Isla agrupó a cuatro reyes defensores y otros tres hombres llegados a cimas de ese tipo, pero ninguna competencia es igual a otra y solo Andy Cruz (63) validó el sueño dorado como repetidor del dominio que le encumbró en la edición precedente.

Subtítulo de Lázaro Álvarez (57) y bronce de Julio César La Cruz (81) sellaron un botín disminuido desde que Yosbany Veitía (52) cayó en su segunda salida y Arlen López (75), Roniel Iglesias (69) y Erislandy Savón desaprobaron los cuartos de final.

Veitía, campeón de Hamburgo 2017, no tuvo un buen debut pese a vencer 3-2 al argelino bronceado del 2015 Mohamed Flissi. Luego olvidó atacar y perdió 0-5 frente al inglés Galal Yafal, tercero en los Juegos Europeos, en puja que terminó lastimado en su hombro izquierdo.

Arlen e Iglesias escucharon fallos de 3-2 y 4-1 para los anfitriones Gleb Bakshi y Andrei Zancoboy, respectivamente, aunque en ambos casos hubo cuestionamientos y el primero generó sorpresas hasta en el triunfador, cuyo rostro lo “dijo” todo al respecto.

Savón, otro rey en la justa alemana, vio reaparecer la molestia que lo limitó en los Juegos Panamericanos y el búlgaro Rodaslav Pantaleev lo eliminó 5-0. La visita al quirófano parece inminente porque se trata de su arma fundamental sin la cual la élite le será ajena.

En resumen, pese a liderar 3-2 los duelos contra locales, Cuba rindió por debajo de lo previsto en la puja por preseas, al tiempo que Kazajistán, Uzbekistán y Rusia aseguraban seis, cinco y cuatro, en ese orden, y se proyectaban con más fuerza hacia la cúspide.

Andy, Lázaro y Julio emergieron triunfadores, pero a este último el panorama le cambió en semifinales y la aspiración de su quinta faja consecutiva terminó sumergida en un baño de bronce con sabor a mal trabajo de los jueces.

Es cierto que el zurdo kazajo Bekzad Nurdauletov demostró haberse preparado para penetrar el estilo del monarca olímpico, y logró golpes limpios, sobre todo en el segundo acto, cuando provocó un conteo de protección, pero el balance general no fue suyo.

Julio pasó sobre imprecisiones del comienzo para terminar un buen primer capítulo, y vivió mejor cierre tras el alza del asiático en el intermedio, cuando él no estuvo maniatado.

Sin embargo, un cuarteto de jueces apreció lo contrario. Tanto que sus tarjetas solo se emparejaron (28-28) cuando el árbitro amonestó al kazajo por apelar a un cabezazo casi al final del choque.

Entonces eran cuatro las igualdades y un voto para el cubano (29-27), pero el veredicto definitivo demanda mayoría y fue necesario un juicio final, del que emergió la polémica despedida del más laureado animador de la justa.

Parecido fue el episodio que impidió a Lázaro regresar a casa con una cuarta corona forjada entre las cuerdas. Se originó cuando una herida en su arco superciliar izquierdo demandó detener el pleito contra el uzbeko Mikazizbek Mirzakhalilov en el segundo asalto.

Fue un cabezazo del campeón de los Juegos de Asia, pero el árbitro lo consideró no intencional y se apeló a las boletas de los jueces, que daban al antillano ganador en ambos segmentos, aunque en las sumas individuales dos le tenían delante 20-18, uno asignaba ese saldo a su oponente, y el par restante veía empates (19-19).

Pero no había mayoría de tres y otra vez hubo que votar. Los que inicialmente vieron las acciones niveladas se definieron por Mikazizbek y el ambiente volvió a enrarecerse en un Centro Internacional de Exposiciones testigo de lo mucho que tiene por hacer la Asociación Internacional de Boxeo (Aiba).

No solo en el enfrentamiento a injusticias originadas por incapacidad o males mayores, sino –y sobre todo- en aras de clarificar sus reglamentos, lastrados por “entramados” poco comprensibles hasta para los técnicos, por no hablar de la afición, a la que aleja del seguimiento lógico al espectáculo y sus resultados.

En ese contexto brilló Andy, inmerso en un momento de madurez competitiva que le permitió hacer fácil sus cinco apariciones y robarse la atención de todos.

«Ahora crece la responsabilidad y no queda otra que seguir preparándome con la seriedad de siempre, porque hay metas por delante, incluido Tokio», comentó luego del 5-0 conclusivo sobre el estadounidense Keyshawn Davis.

Su mano adelantada fue sólido complemento de la derecha, disertó a base de velocidad y movimientos de piernas y complementó esas y otras herramientas con una vocación ofensiva “traducida” en no dejar de pegar.

Y ese resultó un elemento clave, porque si algo puso en claro la cita es la prioridad actualmente asignada al ataque, algo que no tendría nada de negativo si los jueces siempre la premiaran merecidamente, sin abrir las puertas a la “antitécnica”.

Quien lo dude repase los cuartos de final de Arlen y Roniel, y compruebe que pese a no ser lo mismo tirar todo el tiempo que marcar según lo reglamentado, una alta dosis de agresividad no bien frenada a tiempo suele asociarse con llevar los hilos del combate.

De eso y otros asuntos tomaron notas los estrategas de la Isla, reflexivos acerca de que el espíritu “fajador” de la escuela cubana está llamado a ocupar mayor espacio, e inmersos ya en la concepción de variantes enriquecedoras rumbo a la eliminatoria olímpica de América, pactada del 26 de marzo al 3 de abril en Buenos Aires.

Ekaterimburgo dejó señales a tener en cuenta, pero el rango de Cuba no está en dudas y permite hacer correcciones necesarias sin sustos y conscientes de que un escenario como el exigido por el Comité Olímpico Internacional habría permitido festejar las tres coronas propuestas.

Todo eso sin quitar la vista al saldo de un Uzbekistán (3-1-1) apoderado del trono, una Rusia (3-0-1) inteligentemente renovada y un Kazajistán (1-1-4) siempre difícil, antecesores ahora de una Cuba (1-1-1) que repitió su menor saldo dorado, que databa de Milán 2009.

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