Ekaterimburgo.- FUNDADA en 1723, esta urbe rusa que acoge el XX Campeonato Mundial de Boxeo debe su nombre a la emperatriz Yekaterina I y combina bellezas naturales, el simbolismo de constituir frontera entre Asia y Europa y su alto peso industrial.
En su centro, una línea roja peatonal conduce hacia 30 emblemáticas instalaciones culturales, desde el edificio más antiguo hasta mansiones legendarias y museos repletos de atractivos, incluido el que atesora el afamado Gran Ídolo de Shiguir.
Se trata de la escultura de madera más antigua del planeta, demostrativa de que en los Urales hubo creadores bien dotados cinco mil años antes de que los egipcios alzaran sus imprescindibles pirámides.
De eso y mucho más hablan orgullosos los habitantes de la ciudad cuando el interés periodístico abre un espacio para complementar la información que genera el clásico pugilístico en el cual Cuba pretende mantener la corona ratificada en la versión de Hamburgo 2017.
Pero la nota más alta para JIT llegó cuando el veterano Nicolai evocó la visita realizada en 1963 por el Comandante en Jefe Fidel Castro en ocasión de su amplio recorrido por la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
«Fue todo un acontecimiento», dice, y asegura que 11 niños nacidos ese año aquí fueron inscritos con el nombre del líder como homenaje a su estancia en esta, la puerta simbólica que abre el paso de la Rusia asiática a la europea.
Se trata de una posición geográfica que reporta grandes beneficios económicos y turísticos, con montañas donde se obtienen la mayoría de los minerales dominantes en la industria de la región.
Aunque esa ubicación la convierte en asiática, los expertos advierten que su estructura dista mucho de las demás localidades del lado este del continente.
En tal sentido sostienen que imponentes edificios y el amplio número de universidades, academias de arte y centros comerciales la acercan más a Moscú o a San Petersburgo.
Al margen de esas y otras apreciaciones, lo cierto es que proyecta modernidad, es la cuarta ciudad más grande del país por número de habitantes y constituye uno de sus centros artísticos más potentes, matizado por elegante arquitectura.
El Teatro de la Ópera, la Catedral de la Sangre, el Museo Geológico, o el dedicado al primer presidente de Rusia, Boris Yeltsin, signan un panorama también extendido a lo deportivo, ámbito que el pasado año inscribió cuatro partidos de la Copa Mundial de Fútbol.
Por estos días vuelve a acaparar muchas miradas gracias al clásico boxístico del orbe inaugurado en el Centro Internacional de Exposiciones, y recibe a sus protagonistas con temperaturas frescas, pero afortunadamente alejadas de las nevadas de sus largos inviernos.
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