Santiago de Cuba.- AÚN CON la emoción que generó subir a lo más alto del podio en los XVIII Juegos Panamericanos de Lima, el saltador de altura Luis Enrique Zayas Fernández conversó con JIT sobre esa competencia en particular y de su carrera deportiva en general.

Originario del Distrito José Martí, en esta ciudad oriental, primero practicó polo acuático, pero «me enfermaba mucho y como mi mamá era profesora de la pista Rekortán me hizo una prueba, vio resultados, y juntos decidimos cambiar para el atletismo. Ahí estoy desde los 11 años de edad», rememoró.

Durante el agasajo de las autoridades indómitas, el espigado atleta narró que cubría los eventos de velocidad, salto largo, bala, vallas y los mil metros, pero luego se acercó a la altura.

«Me gustó hacerlo y a partir de séptimo grado me decidí por esa especialidad. Ese año salté 1,65 metros y obtuve la medalla de plata en la Liga Pioneril», puntualizó.

«En octavo grado me seleccionaron para la Eide Capitán Orestes Acosta. Recuerdo que salté 1,85 bajo la tutela del profesor Daniel Guerra, quien me llevó al bronce en los Juegos Nacionales Escolares. En la edición siguiente de esa lid gané la plata con 1,95 metros», evocó.

“Luisitín” despuntó con fuerza en 2016, cuando se impuso en el salto de altura del Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20, celebrado en Polonia.

Después, sin embargo, le costó brillar en otros eventos principales hasta la reciente alegría de Lima 2019. De sus cualidades físicas nadie dudaba, pero la presea dorada dejó boquiabiertos a la mayoría, pues tal suceso no entraba en los pronósticos de ninguna manera.

Luis Enrique se convirtió en el cuarto cubano coronado a este nivel, luego de su entrenador Juan Francisco Centelles en Caracas 1983, Javier Sotomayor en Indianápolis 1987, La Habana 1991 y Mar del Plata 1995, y Víctor Moya en Río de Janeiro 2007.

«Ha sido el mejor momento de mi carrera deportiva. Pocos contaban conmigo, incluso fui de los últimos en incorporarme a la delegación. Eso me hace sentir más orgulloso. Fue algo increíble contar con los consejos de Sotomayor, a quien considero mi  mayor ídolo», reconoció el monarca.

Aseguró además que tras saberse ganador fue su madre la primera que vino a su pensamiento, junto a su padre y el profesor.

Las alturas de 2,15, 2,18 y 2,21 metros fueron superadas sin fallos en el Estadio de Videna. Siguieron los 2,24 y 2,26 con una falta en primera instancia, y toda la felicidad posible se completó con impecables 2,28 y 2,30.

«Mis ojos y esfuerzos están concentrados ahora en Tokio 2020. Hice el intento de asistir a Río 2016, pero me quedé a dos centímetros de la marca válida para entonces (2,29). Pueden confiar en que “Luisitín” va por más», concluyó.