Lima.- LA SELECCIÓN argentina retuvo hoy la corona panamericana del voleibol, rama masculina, al vencer a su similar de Cuba con pizarra de 3-0 sets en el Polideportivo Callao de esta ciudad sudamericana.
Un partido ido completamente del lado albiceleste apreciaron los cerca de tres mil aficionados presentes en la bella instalación limeña, donde se respiró la presión reinante en la escuadra dirigida por Nicolás Vives.
Los sets concluyeron 25-20, 25-17 y 25-20, y expresaron la superioridad de los sudamericanos en encuentro que apenas tardó una hora y 25 minutos.
Los argentinos dominaron el primer parcial con notable estabilidad en el complejo uno de juego, pero sobre todo con una defensa recia que les permitió armar letales contragolpes uno tras otro.
Los cubanos pusieron potencia, sobre todo con el servicio y los ataques de Miguel Ángel López, mas las dificultades en recepción, los errores en servicios y el fallo de varios contraataques condenaron el periodo.
Vives mostró rápidamente su descontento con la actuación del auxiliar Mergarejo y fue sustituido por Yohan Armando León, llevando a López a la línea de recibo.
Para la segunda manga, el DT antillano ingresó a Jesús Herrera como opuesto y López siguió como auxiliar junto a Marlon Yant. Poco después se fue a la banca el pasador Adrián Goide y Lyvan Taboada asumió ese trabajo.
El parcial se sostuvo pegado hasta poco antes del segundo tiempo técnico, momento a partir del cual la maquinaria entró en “falleteo general”. Vives acudió incesantemente al banquillo, pero no pudo transformar la situación.
Errores en todos los indicadores, en todos, marcaron el desempeño de los caribeños, mientras la albiceleste sostenía su juego medio, componía poco a poco su bloqueo y metía el servicio con más inteligencia que fuerza.
López no pudo liderar igual, la confianza del plantel fue cayendo y entonces los sudamericanos parecían el rival más complicado del mundo.
En la tercera manga, Goide volvió a la titularidad, pero no Mergarejo. Parejas estuvieron las acciones hasta la cercanía del punto 20, sin que desaparecieran las dificultades en lo que siempre ha sido nuestra principal arma: el ataque.
Esto porque los balones llegaron casi siempre enredados a Goide, quien tampoco estuvo de lujo en eso de arreglar las cosas. No obstante, las fallas de Yant y León se dieron con balones incómodos y también con otros que parecían convertibles en puntos.
El cierre del set y del partido fue una tempestad argentina que dio paso a la celebración más típica.
Será en otra ocasión.
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