Foto: Mónica Ramírez
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Lima.- MÁS ALLÁ de la atención que siempre genera el resultado de una competencia, el presenciar en vivo a tu atleta preferido y ser testigo de primera mano de algún triunfo, los eventos deportivos se convierten en una fiesta de luces, música y sobre todo mucha alegría.
Los Juegos Panamericanos que acoge por primera vez esta ciudad no han sido la excepción para los llegados desde otros confines del continente, pero sobre todo para los limeños que van resultando excelentes anfitriones y demuestran que el “Jugamos Todos” no es solo un lema.
En momentos de disfrute total se han convertido las sedes de la cita. Quienes reservaron su espacio desde la gradas se sienten parte del espectáculo y no solo porque llegan con banderas o ropas con los colores de sus equipos para dejar claro con solo una mirada a quién brindarán su apoyo.
Es mucho más que eso… la afición es parte de lo que sucede porque de eso se han encargado los organizadores y ese es uno de sus éxitos. La “cámara del beso”, importada de otros grandes espectáculos deportivos, es la más gustada, pero tampoco faltan en las pantallas gigantes de cada instalación juegos virtuales que te hacen “tocar” los tambores o que una llama andina se te acerque y “te bese”.
Cosas como esas, apoyadas en la animación local por audio, convierten a cada polideportivo, cancha o espacio de competencia en una fiesta más allá de lo que deportivamente sucede.
Otro punto a favor es la música. Desde múltiples variantes de la famosa “Despacito” de Luis Fonsi hasta algunos números de los cubanos Gente de Zona son habituales en la amplificación local y ponen a moverse a todo el graderío, también dispuesto siempre a las famosas “olas”.
Pero en tema de ritmo existe uno que se lleva todas las palmas, e incluso para quienes lo escuchamos por primera vez ya es un “himno” pegajoso y te descubres tarareándolo junto a los cientos de asistentes a las salas.
«Cómo no te voy a querer… cómo no te voy a querer si eres mi Perú querido, el país bendito que me vio nacer», así dice una y otra vez el himno creado por la Banda Blanquirroja, animadora del equipo de fútbol de esta nación, y ante el que no puedes permanecer indiferente.
Y mientras eso sucede en el interior de las sedes, el ambiente afuera es tan o incluso más animado aún. La promoción de productos relacionados con los Juegos, bailes carnavalescos con luces de colores y disfraces abundan en las áreas exteriores para recrear un momento único.
Uno de los sitios con mayor movimiento es la gigantesca Villa Deportiva Nacional Videna, una zona en la que coinciden tres salas polideportivas, el Velódromo, el Centro Acuático y el Estadio Atlético, y donde todo ha sido pensado para propiciar el disfrute.
Una pantalla de grandes dimensiones en la que se trasmiten deportes que están ocurriendo en otras sedes, una inmensa imagen inflable de la Vaca Gloria, marca de productos lácteos patrocinadora de la cita, y los infaltables puestos para la venta de souvenires y comida completan todo el ambiente allí.
Los voluntarios dispuestos a indicarte el camino hacia cada deporte con las famosas manos de goma que señalan la dirección y algún que otro Milco paseándose entre la gente, saludando a todos y respondiendo a sus solicitudes de fotos, completan el panorama único que solo generan los eventos de este tipo.
Aquí no existen diferencias, aquí se olvidan los problemas y se da paso a la alegría, a la confraternidad y se hacen amistades, aunque duren solo el instante en que tardas en hacerte un selfie para inmortalizar el momento… esto es el deporte y los limeños ya tienen cinco puntos de calificación por conseguirlo.
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