Lima.- EN ESTA ciudad se levantan unos tanques gigantes para agua, construidos a base de hormigón, que asemejan el domo de una planta nuclear o el hongo originado por una explosión de esas características. 

Son feos, toscos, en fin... son tanques. Funcionan desde hace varios lustros y llevan el vital líquido a una parte de los 10 millones de personas que habitan en esta megaurbe sudamericana. Abundan, son parte del paisaje posible de observar en el horizonte, sobre todo en la periferia capitalina.

Sin embargo, hace apenas unas semanas el "ejemplar" instalado en las intersecciones de las calles San Luis y Canadá, justo en una de las esquinas de la Villa Deportiva Nacional del Perú (Videna) ha cobrado vida y esplendor.

La plástica, el arte, transformaron su blanquísima fisonomía en una abanico de colores en que reluce la identidad visual de los XVIII Juegos Panamericanos y los VI Parapanamericanos.

Los emblemas de la justa, la graciosa mascota Milco y la típica flor de Amancaes, símbolo de la posibilidad de vida en un ambiente agreste, se conjugan en un mural enorme y vistoso.

Las personas no han podido sustraerse a sus encantos, de manera que viene siendo lugar predilecto para fotos, selfies y transmisiones. Los medios de comunicación también reportaron la intervención, considerada la de mayores proporciones dentro del proyecto de arte urbano diseñado para los Juegos.

Imágenes en la web, los impresos y las televisoras han ubicado el "Tanque de Milco" como una de las postales de los Panamericanos de Lima, y nadie se extrañe de que al pasar el tiempo quede eternizada por encima de campeones y hazañas deportivas. En eso consiste el enorme poder del arte.

Por ahora, en este país de cultura milenaria y alta religiosidad, comienzan a considerar esta imagen del tanque como el tótem que abrigará a los atletas y aficionados presentes en la Videna, dígase del atletismo, natación, clavados, ciclismo, natación artística, bádminton, balonmano, bolos, squash y tenis de mesa.

Algunos, o muchos, se encomendarán a la fuerza del Milco que observará desde arriba, más cerca de las deidades celestiales que suelen invocarse en los momentos límites, cuando toda ayuda resulta poca.

A lo mejor, incluso, nos topamos con alguna ofrenda de un campeón agradecido. A lo mejor, Milco y el tanque terminan convertidos en sitio de culto. Ya sabremos..