Lima.- HAY ATLETAS que pierden, si así puede denominarse a una medalla de plata continental, y de todas formas cargan consigo el sabor del éxito y la consagración deportiva.
Eglys de la Cruz, por ejemplo, no pudo refrendar hoy su corona de Toronto 2015 en el fusil tres posiciones a 50 metros. Cedió por siete décimas ante la estelar estadounidense Sarah Beard (454.9 por 454.2).
Le tocó el segundo escalón del podio, no escuchó su himno patrio, su bandera no fue la más alta en las astas, pero en el trasfondo de la escena estaba ocurriendo un acontecimiento histórico de elevada connotación.
Una cubana, una representante del país en que escasean las balas, las armas y no existe la última tecnología para esta disciplina, se convertía en la mujer máxima medallista (9: 4-4-1) del tiro deportivo panamericano.
Nada menos que 68 años de historia se rendían a los pies de esta espirituana ilustre, cuyo camino empezó muy joven en la ya lejana cita de Santo Domingo 2003.
Mientras Beard recibía su merecido título acá, su coterránea Christina Schulse Ashcroft bajaba del escalón que ostentó durante años (0-4-4), aunque jamás pudo escalar una cumbre dorada a este nivel.
La competencia fue otra odisea de tiros, series, dianas y décimas. En preliminares, Cruz y su compañera Dianelys Pérez hicieron la tarea con pases a la final de ocho competidoras en que todo comienza de cero y se definen las medallas.
Pérez, campeona de la modalidad en Guadalajara 2011, avanzó como tercera con 1164 puntos y 59 tiros sobre 10 puntos. Cruz cerró séptima con 1151 y 52 impactos al centro de la diana.
En la final, las cosas fueron bastante distintas. Con solo 15 disparos en las posturas de rodilla, tendida y de pie, Eglys se movió entre el primero y tercer puestos, en tanto su colega fluctuó del séptimo al cuarto en que definitivamente ancló con tirada de 430.8.
La espirituana lideró la prueba desde el disparo 35 al 41, pero en el 42 se separó un “tilín” del centro de la diana y Beard capitalizó un intento que la colocó delante de forma definitiva.
Todavía hubo batalla entre ambas en los tiros 43, 44 y 45, y la diferencia se redujo de 2,6 a 0,7 unidades, pero igual reinó la norteña.
En bronce finalizó otra estadounidense, Virginia Thrasher, autora de 444 puntos en 44 disparos, como si lo suyo fueran “los cuatros”.
Para la cubana medallista fue esta su mejor tirada personal en una final, la que de paso la condujo al boleto olímpico hacia Tokio 2020, privilegio apenas reservado a las ocupantes de los dos primeros puestos.
Así comenzó su paso por Lima la nueva reina del tiro panamericano, a quien le restan las pruebas de aire en solitario y mixto.
Ya veremos hasta dónde se eleva este palmarés cosechado entre pólvora y aire.
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