La Habana. - LOS X Juegos Panamericanos tuvieron lugar del 8 al 23 de agosto de 1987 en la ciudad estadounidense de Indianápolis.

Un voluminoso programa de 31 deportes, el mayor en la historia de estas citas, caracterizó el programa de 321 pruebas, superior a las 239 de Caracas 1983.

Igual de numerosa fue la participación, con 38 países y una marca de 4453 concursantes, según reseña del colega Enrique Montesinos, en la que explica cómo la sede fue concedida inicialmente a Chile, donde se mantenía el gobierno del golpista Augusto Pinochet, que antes obligó a la Odepa a retirar la sede de la edición de 1975.

Ecuador, como subsede, no pudo organizarlos por problemas económicos y apareció La Habana como fuerte aspirante, pero una maniobra posibilitó el escenario a Indianápolis.

Eso provocó la protesta de Cuba, que para asistir a unos Juegos que consideró arrebatados exigió disculpas públicas.

Conocedores de lo que provocaría la ausencia de una potencia deportiva anclada en el segundo lugar desde la cita de Cali 1971, el Comité Olímpico de Estados Unidos y la Odepa presentaron en 1986, por escrito, sus excusas a la mayor de las Antillas, unido a las garantías de respaldar la candidatura cubana para los de 1991, que fueron otorgados sin mayor problema.

En Indianápolis no sorprendió el liderazgo de los locales por novena ocasión, con una masiva delegación y atletas del más alto nivel, quienes conquistaron 369 preseas (168-118-83).

Cuba nuevamente estuvo a la cabeza de los países latinoamericanos y por quinta ocasión repitió el segundo escaño general con 175 medallas (75-52-48), una más que en los juegos en la capital venezolana. Otros con destacadas actuaciones fueron Canadá (162: 30-57-75), Brasil (61: 14-14-33), Argentina (48: 12-14-22) y México (38: 9-11-18).

Entre los hechos descollantes sobresalió el registro mundial igualado en salto de longitud por Jackie Joyner-Kersee, de 7.45 metros, en tanto su compatriota, Carl Lewis, el “Hijo del Viento”, marcó 8.75 en la misma especialidad, uno de los brincos más brillantes de todos los tiempos.

Otra memorable actuación fue la de los nadadores de casa, quienes casi arrasan en las 16 finales, a no ser por el surinamés Anthony Nesty, quien se interpuso al triunfar con récord en los 100 metros mariposa.

La estrella femenina fue la costarricense Silvia Poll, única no estadounidense ganadora de tres doradas. También sumó o apoyó para conseguir otras tres de plata y dos de bronce, con lo que ubicó a su país por vez primera en un décimo escalón general (3-4-4).

El judo tributó el éxito a Brasil, país que se alzó con la victoria en fútbol. Argentina tuvo en el patinador José Luis Lozano al campeón de cinco modalidades, y también celebró el reinado del equipo femenino de hockey sobre césped.

En baloncesto, orgullo de Estados Unidos en el campo deportivo, Brasil “humilló” a los locales con triunfo de 120 por 115, encabezado por su canastero mayor Oscar Schmidt, quien encestó para 53 puntos.

No fue así en voleibol, en que los norteños volvieron a lo más alto del podio luego de veinte años de espera, ya que en 1967 lo habían hecho por última vez, al superar a Cuba en la final en cinco parciales.

La selección femenina cubana se encargó de llevarse el oro, al derrotar a Perú en la final gracias a la actuación de jugadoras como Mireya Luis, Lily Izquierdo, Magaly Carvajal, Josefina Capote, Ana Luisa Hourrutinier, Imilsis Téllez, María T. Santamaría, Mancy González, Norka Latamblet, Lázara González, Josefina O´Farril y Aracelis Serrano.

En atletismo, Ana Fidelia Quirós conquistó las doradas en 400 y 800 metros, y cerró el relevo de 4x400 que se llevó el bronce. Javier Sotomayor, desde un año antes campeón mundial juvenil, dominó por vez primera en estos juegos con 2.32 en salto alto.

Otros compatriotas que sobresalieron fueron los levantadores de pesas, dueños de 25 de las 30 preseas de oro; Luisa Medina reinó en la debutante gimnasia rítmica; los luchadores arrasaron en la libre y la greco.

Los pugilistas consiguieron diez de las 12 divisiones, y en béisbol se anotaron su quinto éxito consecutivo, al imponerse a los de casa 13-9 en un festival de batazos. Así se sacaron la espina clavada por los anfitriones en la etapa clasificatoria.

Por primera vez apareció en el calendario del ciclismo las pruebas para mujeres, y de las tres representantes cubanas  dos aseguraron preseas de bronce.

Fue el inicio de un deporte que ha ido llenando su cofre con una plata olímpica y varias medallas mundiales, y que ubica a una de sus mujeres entre las primeras del ranking de ruta del planeta.

Indianápolis evidenció el poderío local, pero también la pujanza del movimiento deportivo cubano, que mantuvo su liderazgo entre las naciones latinas.

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