Foto: Calixto N. Llanes
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Ciego de Ávila.- EN LA caravana multicolor que enrumba hacia la capital rueda el más veterano de los ciclistas cubanos de élite. Se trata, precisamente, del campeón defensor del Clásico Nacional de Ruta, cuya sexta edición arrancó en Baracoa.
Joel Solenzal, de baja estatura y estilizada figura, oculta muy bien los 42 años cumplidos el 28 de febrero pasado.
Sueña con retener la corona cuando llegue el 17 de marzo a la meta, ubicada esta vez frente a la Sala Polivalente Ramón Fonst, pero «lo principal es mantener la hegemonía por equipos de Sancti Spíritus. Mis compañeros tienen calidad para lograrlo», expresó.
Esta provincia muestra un serio trabajo en este deporte, y su escuadra de ruta, dirigida por el veterano técnico Armando Valdivia, tiene la sola inclusión del santiaguero Miguel Valido, en tanto otros siete pedalistas corren por otros elencos.
Solenzal asegura que «la preparación fue buena, corrimos las vueltas a Holguín, Cienfuegos y Sancti Spíritus. También hicimos sesiones de cambios “tras motos” y bases de entrenamiento en Topes de Collantes. La loma es mi principal arma para sacar tiempo».
Confía en sus coterráneos Yoandy Freire, Carlos Álvarez, Juan Cabrera y David Molina, «y Valido puede ayudar en el terreno plano, pues busca escapadas y es capaz de meterse entre los primeros en las etapas. Podemos repetir el triunfo», aseguró.
Solenzal integró el equipo nacional durante tres años, hasta el 2011. Ha corrido 11 vueltas a Cuba y cinco clásicos. En estos últimos fue subtitular en 2015 y 2016 y oro en 2018.
«Cuando eres el campeón resulta más difícil, y si estás en un equipo provincial peor aún. Realmente a nadie de la selección nacional le gusta que lo supere uno de “la calle”, pero yo me preparo bien».
Este curtido pedalista atesora experiencias internacionales en los giros a Venezuela, Táchira, Martinica, Guadalupe y Trinidad y Tobago.
Sin embargo, se distingue más por la persistencia, por su apego al sacrificio, lo que bien vale una medalla. Él solo atina a sonreír con sonrojo y comentar que su presea ha de ser la de «la lucha».
Si se conoce su historia de hombre de campo no asombra que a su edad ande codo a codo, loma arriba y loma abajo, en el plano o los remates, con un grupo de jóvenes para quienes sin dudas representa un vivo ejemplo de entrega y disciplina.
«Corté caña y aprendí albañilería junto a mi padre. Ambos construiremos mi casa en un terreno que me otorgaron en mi natal Meneses, municipio de Yaguajay. A mi hijo de 10 años, Stefan Joel, que es mi vida, trato de trasmitirle lo que me enseñaron», narró emocionado.
El chico estudia en quinto grado, pero ya ensilla los caballos, ordeña las vacas y le gusta el ciclismo. «Me gustaría que lo practicara, pero será su decisión», recalcó.
«Estoy en tercer año de la Licenciatura en Cultura Física y Deportes. Cuando me retire trabajaré en el área de ciclismo de Meneses, a la que pertenezco. Ahora el Inder me ayuda con las licencias deportivas para poder entrenar y competir. En los ratos libres ayudo a mi padre», explicó.
«Este deporte para mí es voluntad, carácter y disposición, me ha preparado para enfrentar la vida, que a veces es difícil», comentó con la misma seguridad con que devora cada día los kilómetros de asfalto. Con la misma con que defiende su condición de campeón.
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